“En un año que prácticamente no tendrá novedades editoriales, se celebra que el formato digital permita tener lanzamientos, la bibliodiversidad, y la llegada de nuevas voces”. La que habla es Eugenia Zicavo, periodista y socióloga, quien ha sido además la cara televisiva de los ciclos Bibliómanos (TV Pública) y Libroteca (Canal de la Ciudad). Zicavo fue la encargada de presentar Fue la gripe, amor, la primera novela de Raquel Garzón, periodista y poeta cordobesa, editora de la sección Ideas de la Revista de Cultura Ñ y colaboradora del suplemento Babelia de El País (España).
En este caso, además, el libro a presentar forma parte de los contenidos exclusivos que publica Leamos.com dentro de la colección “Grandes autores para tramos cortos”, exclusivos en formato digital. La directora de la colección y editora Patricia Kolesnicov explicó que lo que llamó su atención de este título, que parece escrito para este momento, pero en realidad nació como cuento en la gripe de 2009 fue “el delicado manejo de la palabra, la voz que va talando en historia de amor y desamor”.
Garzón, que se reconoce cómoda en el territorio de la poesía, sostuvo que este salto a la prosa era una posibilidad latente, “la de todos los que escriben periodismo y aman los libros y lectura”. Pero la oportunidad vino de la mano de este momento, ya que la novela había hablado anticipadamente de algo que efectivamente ahora nos sucediendo. Y no sólo eso: también la facilidad de que el soporte y el formato fueran absolutamente adecuados para poder llegar a los lectores aún en la pandemia.
Fue la gripe, amor transcurre en el 2009, durante en la Gripe A. “Era la primera vez que vi en Buenos Aires barbijos –recuerda Garzón–, una imagen que yo tenía asociada a países asiáticos. Pero algo de la historia siguió resonando en mí. Seguí escribiendo hasta darle forma de una novela breve.” La historia se centra la separación de una pareja, y la seguidilla de duelos que le suceden al protagonista. Paralelamente a la deriva, el tiempo libro que aparece, y la elusión a los mandatos del hacer, asistimos a la violencia contenida del narrador que, abandonado por su mujer, se sumerge en zonas oscuras e incluso ronda una violencia que nunca llega la acción. Para Zicavo, se trata de una “libertad narrativa que como lectores nos permite acceder a los pensamientos espantosos del narrador, escritos con mucha maestría”.
En ese horizonte pandémico y de incertidumbre, sumido en trabajos rutinarios y mecánicos, aparece la pregunta por el uso de este tiempo. Y una obsesión: tratar de entender el por qué de la pérdida de ese amor.
--¿Cómo trabajaste el tema del amor para evitar caer en lugares comunes?
--El hecho de que fuera un amor herido hace que el narrador y protagonista esté todo el tiempo pensando y hablando consigo mismo. Creo que tratar de asumir su responsabilidad en el desgaste del vínculo fue clave para hablar de amor sin caer en un tono estilo “la Amada Inmortal”.
--En general, accedemos a ella a través del discurso de él…
--Es verdad, pero cuando ella habla es terriblemente clara. Sobre todo, cuando ya no están juntos, se va revelando que ella también lo quiere, aunque se haya enamorado de otro hombre. Pero fundamentalmente, lo que importa es de lo que no se habla: las ganas (o la falta de ellas). ¡Es que estarse tan a mano al final es un problema! Ya no ser capaz de suscitar en el otro ese algo tan misterioso que es el deseo… la mirada del que te desea.
La historia de vida de este varón de cincuenta y pico con la vida supuestamente resuelta encuentra en aquella pandemia el punto de inflexión. Pero no es tanto el derrumbe lo que interesa a la autora, sino más bien la historia de la reconstrucción, de una segunda oportunidad. “Mi tema no son las pandemias –se ríe–, pero sí todo lo que se subraya en ellas: la soledad, la distancia, la incertidumbre. No hay dosis homeopáticas, todo es a granel. Más allá del coronavirus, lo que me interesa explorar es el tema del miedo. Como el tema del virus nos potencia temores: al contagio, a la enfermedad, a la cercanía. Y que, en definitiva, todos tenemos más de una vida: mundos secretos, ocultos, pliegues, particularidades que pueden sorprender a los otros.”
Como anticipo de lo que se viene, Kolesnicov mencionó un libro con cuentos de Gustavo Nielson, y una serie de relatos policiales de Liliana Caruso, que se sumarán al ya nutrido catálogo de “Grandes autores para tramos cortos”, con firmas de Florencia Etcheves, Josefina Licitra, Luis Mey, Walter Lescano, Betina González, Fernanda García Lao, entre muchos otros.
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