Especializado en Historia Argentina, Felipe Pigna es considerado el historiador con más llegada en los medios de la Argentina después de Félix Luna. Con una vasta trayectoria en el campo de la investigación, hoy es director del Centro de Difusión de la Historia Argentina de la Universidad Nacional de San Martín. Conductor de TV y columnista radial. Ha dirigido el proyecto “Ver la Historia” de la Escuela Carlos Pellegrini, con el cual se realizó el documental fílmico “200 años de historia argentina”, de trece capítulos. Algunos de sus libros son Mujeres insolentes de la historia, 1810, Lo pasado pensado y los cinco tomos de Mitos de la historia argentina.
En un nuevo encuentro del ciclo “Leamos Historia Argentina”, Pigna conversó con Ezequiel Martínez sobre la reedición de Manuel Belgrano: vida y pensamiento de un revolucionario, en el que recorre el perfil intelectual del creador de la bandera a través de los libros que formaban parte de su acervo personal. “Belgrano fue, durante toda su vida, un gran lector”, dijo Pigna. Tenía un menú de lecturas muy interesante en el aspecto de sociología y de política, que van de los pensadores de la revolución franceses como Voltaire, Rousseau, Montesquieu, hasta los norteamericanos Jefferson, Paine, Franklin, y Washington, de quien fue un gran admirador. Estas lecturas, explicó Pigna, gestarían en él el entusiasmo por el cambio.
No solo era un ávido lector, sino también un extraordinario escritor. En una de sus memorias se encuentra un artículo que le dedicó al medioambiente. Pigna destacó como, para Belgrano, nuestra responsabilidad era dejar el mundo mejor que como lo encontramos. “Proponía que por cada árbol talado había que plantar tres, la importancia de cuidar nuestros ríos, rotar los cultivos --es decir, no cansar la tierra--, evitar el monocultivo”. Además, propuso algo “tremendamente novedoso para la época” que fue la importancia de pensar en China como un “mercado a abrir”, como un país a conquistar comercialmente. Interesante premonición, teniendo en cuenta que el mercado chino se abriría recién a mediados del siglo XIX con la Guerra del Opio.
Leía, como sus contemporáneos, a los grandes clásicos. Al igual que San Martín, encontraba en Shakespeare una lectura muy interesante. “Shakespeare fue una lectura importante para nuestros revolucionarios”, dijo Pigna, “porque fue el primero en plantear que los reyes no lo eran por derecho divino, sino que eran personas bastante miserables”.
Para el historiador, “Belgrano tenía una fascinación por la lectura”. Esto puede verse en un momento determinante de su vida, que fue la víspera de la batalla de Salta. Se sentía mal, vomitaba sangre, “creía que era la noche de su muerte”, pero, en medio de la preparación de la batalla junto a sus oficiales, se encontraba atareado con la traducción de la despedida de Washington del pueblo de los Estados Unidos.
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