La propuesta inicial era tomar una tintorería: plagarla de cables, micrófonos y monitores, y dejarse llevar por el murmullo de las planchas, el vapor y la textura de la ropa colgada. Darle a la música urbana un marco profundamente urbano. Finalmente, no se llegó a hacer, pero la se mantuvo flotando como lo hacen las intuiciones y terminó de darse forma en Nare, un clásico restaurant de sushi.
Ese fue el espacio elegido para que Dante Spinetta grabara sus Niguiri Sessions. Inspirado en los famosos Tiny Desk Concerts que organiza la National Public Radio en Estados Unidos, el ex Illia Kuriaky encontró en Nare el lugar que cumple con todos los requisitos para apostar a la música: una amalgama de algo cercano pero a la vez exótico, un ambiente pequeño donde se permite que la música y la comida estén en el mismo nivel de representación del amor y el bienestar. Los videos son alucinantes: un funk bien actual metido en una suerte de película futurista en el Bajo Belgrano.
Con el estilo de los viejos sesionistas de jazz y blues, las Niguiri Sessions. Se grabó en un solo día —el 10 de febrero— y se eligieron las mejores tomas de cada canción, sin que se hiciera un trabajo de mezcla ni de grabaciones en el estudio. “Que el disco salga en estos momentos en que no podemos tocar en vivo”, decía Spinetta, “es de una manera salir de casa con el arte y la música”.
Dante Spinetta estuvo invitado en el ciclo Experiencia Leamos —que organiza la plataforma Leamos.com como beneficio exclusivo para sus suscriptores— y habló de este nuevo disco, pero también hizo un recorrido por su treinta años de carrera, sus búsquedas artísticas, la relación con el fantasma protector del padre y también, aunque anticipó que no volvería a grabar un disco con la banda que creó junto a Emmanuel Horvilleur, dejó abierta la puerta para una posible gira reencuentro de los Illia Kuriaky & the Valderramas.
La entrevista completa puede verse en el sitio de Experiencia Leamos. Estos son algunos pasajes del encuentro.
—El rock nacional tiene marcas de origen reconocibles en el tango, el folklore, el jazz, el rock inglés. ¿Vos tenés esas marcas?
—Desde que hicimos el primer disco de rap en la Argentina, Fabrico cuero, siempre he estado parado en un terreno de libertad total. Creo que la música trasciende las fronteras. ¿Por qué hubo chicos haciendo rock a fines de los sesenta en la Argentina? ¿Por qué nosotros empezamos a hacer rap? Creo que es inexplicable. En un punto no lo elegís. Uno no puede generar una relación falsa con los estilos. Yo tuve una educación musical muy grossa: ¡tenía a Spinetta en casa! La gente cree que él escuchaba a Pink Floyd; el ponía a Al Jarreau, a Gino Vannelli, a Steely Dan, Herbie Hancock, Stevie Wonder. Y yo, desde chiquitito, los tenía incorporados en el alma. Pero sí veo la genética argentina en mi música. No en cuanto a una referencia sónica, porque es una época distinta. Pero la música argentina siempre es innovadora. Siempre marcó caminos nuevos. Eso es argentino. Me considero recontra argentino. Tengo influencias del rock argentino, pero no me puedo sentir un artista atado a la bandera.
—Estás nominado en los Premios Gardel en la categoría “Mejor colaboración de música urbana” por “No sigas”, una canción que grabaste con Neo, que encarna otro tipo de música urbana.
—Cambia la ciudad y cambia la música. Es una realidad. Y, sin embargo, el tango sigue siendo relevante. Yo creo que las historias que se cuentan de la calle hoy van a seguir siendo relevantes, porque sigue pasando lo mismo: el galanteo, el desamor, el corazón roto, la noche, el peligro, la droga, el alcohol. Todo está metido en la ciudad. La palabra urbana queda chica, porque hay demasiados estilos dentro de lo urbano. Grabé con Neo porque es un pibe súper real. Las participaciones que hice con Damas Gratis, con Mala Fama, con Neo, con Duko, las hice porque son artistas reales que sienten apasionadamente su movida.
—Fabrico cuero cumple treinta años. ¿Ya sos un músico clásico?
—Es un honor ser parte de la cultura popular latinoamericana. Cuando me entero que una fiesta quinceañera en México bailan “Coolo” me pone muy feliz. Es una bendición. Me parece re grosso cuando alguien me dice que soy el soundtrack de mi vida, ser parte de los recuerdos de la gente. Sé lo que tengo, lo que gané y lo que perdí. Un tiene que saber de dónde viene para saber a dónde va, pero yo soy de mirar para adelante, de no quedarme mirando el pasado. Miro el horizonte y voy en busca de eso.
—Esto, tal vez, tiene que ver con una herencia de tu papá. Que el último disco en vida se haya llamado Un mañana, indica algo.
—Sí, mi viejo es “mañana es mejor”. El álbum póstumo se llama Ya no mires atrás. Siempre hay algo más cuando hay amor.
—Hace dos años se separaron los Illia Kuriaky y cada uno está haciendo su propio camino. Pero, ¿hay espacio para el reencuentro? ¿O esta segunda separación ya es definitiva?
—Va a salir un documental de Kuriaky, eventualmente podemos hacer algún tour. Pero discos nuevos, no. Kuriaky ya tuvo su rol, cumplió su momento —varios momentos— y, por ahora, no está la idea de grabar un álbum nuevo. Las cosas tienen su momento y las químicas tienen su momento, y todo lo que hicimos tiene esa magia. Para qué hacer algo cuando no está eso.
Ver la entrevista completa en Experiencia Leamos.
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