“¡Mi cabeza está loca!”. Así se presentó Rosa Montero en Experiencia Leamos, el ciclo de encuentros que es exclusivo para los suscriptores de Leamos.com. La propuesta era hablar con la reconocida escritora española de su gran personaje Bruna Husky, la replicante de combate que nació en Lágrimas en la lluvia y continuó en El peso del corazón y Los tiempos del odio, y ahora sigue viviendo —o, mejor, contando los minutos que le faltan para su muerte— en Animal oscuro, un relato exclusivo de Leamos.
“¡Mi cabeza está loca!”. La propuesta era esa, pero la charla, que duró más de una hora, no se quedó allí y Montero circuló por distintos ambientes: cada respuesta abría puertas en las que había nuevas preguntas. Divertida y profunda, a veces parecía hablar consigo misma; esa característica tan especial que, como decía Abelardo Castillo, hace escritores a los escritores.
“¡Mi cabeza está loca! Es lo que nos pasa a los novelistas. Sergio Pitol decía que un novelista es un individuo que escucha voces. Todo el rato están las historias creándose solas. La inmensa mayoría no va a parar a ningún libro, son simplemente juegos de mi imaginación. Son sueños que sueñan con los ojos abiertos”.
Rosa Montero habló, entonces, de Bruna Husky, pero también de cómo entiende la literatura. El encuentro puede verse completo en el sitio de Experiencia Leamos. Publicamos aquí un fragmento.
—La ciencia ficción ayuda a entender el presente, pero este momento, con la pandemia del coronavirus, parece casi de ciencia ficción. Entonces: ¿cómo se entiende el presente?
—Se entiende muy mal porque se entiende desde la herida sangrante. Nos queda aguantar hasta que se normalice la situación, que quizá tarde dos o tres años. Veo gente con estrés postraumático. Hay problemas psíquicos, problemas sociales, problemas relacionales, parejas que se han roto. Difícilmente pueda pasar ahora a literatura narrativa de calidad. Han salido veintisiete mil libros y diarios de la pandemia que, por cierto, me aburren muchísimo. Lo interesante es ver qué sale cuando se convierta en metáfora. Y sí, parece de ciencia ficción porque vamos con las máscaras puestas y los enfermeros parecen aterrizar de Marte, pero, aunque en el mundo hispano no lo entendemos porque hay prejuicio contra el género, la ciencia ficción es una herramienta metafórica maravillosa y poderosísima para hablar del aquí y del ahora. La ciencia ficción habla de la realidad. Mis tres novelas de Bruna Husky son las más realistas que he escrito.
—Hace unos años te hicimos una nota en Madrid y en ese momento recomendaste leer a Ursula K. Leguin.
—Es una de mis grandes maestras literarias y su novela Los desposeídos es una de esas novelas mundo que intentan explicarlo todo, que intentan dar una visión del ser humano, una visión de la realidad a un nivel tan grandioso que es equiparable a Guerra y Paz y a La montaña mágica. Es ciencia ficción y es literatura de altísima calidad y nos hace más sabios porque nos habla de nosotros.
—Bruna Husky aparece por primera vez en Lágrimas en la lluvia, una cita de Blade Runner. ¿Bruna es una creación de fan fiction?
—Yo no lo noto así. Me encanta Blade Runner y Philip K. Dick es deslumbrante. Es muy sucio como escritor, no escribe bien. Pero sus ideas son absolutamente maravillosas. Abre veinte mundos en cada novela y en Sueñas los androides con ovejas eléctricas abre tantas cosas que no están en la película. Pero no soy una loca fanática de Blade Runner ni la he visto diez veces ni colecciono nada. El mundo de Bruna tampoco tiene que ver con Blade Runner. Lo que hice fue hacer una revisión de un mito contemporáneo, que pone Dick, que es el de un androide que sabe cuándo va a morir y que, por lo tanto, no puede olvidarse de que es mortal y que además usa memorias artificiales. Son ideas brillantes de Dick y yo las tomé porque son temas míos desde siempre. Soy una escritora esencialmente existencialista que habla todo el rato de la muerte. Mi otra obsesión es la memoria: creemos que recordamos, pero la memoria es un invento, es un cuento que nos contamos a nosotros mismos y que vamos cambiando constantemente.
—En cuanto mitos, ¿qué relación hay entre Bruna y Frankenstein?
—La rabia de haber sido creada con tantas desventajas. Pero Frankenstein es mucho más monstruo, porque es único. Frankenstein es una tragedia aterradora. Bruna es cosa. En primer lugar, es un clon: es humana y está manipulada genéticamente, y luego hay un 15% de la población que son replicantes. Entonces, lo que ella siente es una reivindicación social además de la individual. Como personaje, es muchísimo más cercano a nosotros. Es tan cercano que, de todos los personajes que he escrito, me siento más identificada con ella que con nadie.
—¿Cuándo te diste cuenta de que Bruna iba a ser una serie?
—Yo creo que todos los escritores tenemos el sueño de crear nuestro propio mundo, un mundo estable, un mundo que vayas completando y en el que puedas vivir. Leí una entrevista de la Rowling en donde decía que, cuando terminó la última novela de Harry Potter, se pasó un año en la cama de la depresión que le dio. Y la entiendo, porque pierdes un mundo. Cuando escribes lo estás viviendo: escribir es vivir. Todos tenemos ese sueño y hubo un momento en mi vida, en el que había llegado a la edad en que la se compra una casita en la playa y, pues, yo en vez de hacer eso construí un mundo. Primero vino esa idea y después Bruna. Y ya sé que voy a volver a ella porque en Los tiempos del odio la dejo en una situación tan peculiar y tan intrigante, que me muero de curiosidad de saber qué va a pasar con ella.
—Decís que escribir es vivir y yo podría decir que leer es vivir. Y tenemos una amiga en común, Hinde Pomeraniec, que hace un programa de radio que se llama “Vidas prestadas”: está siempre presente la idea vivir a través de los libros.
—¡Pero es verdad! Me da muchísima pena la gente que no lee. Y no porque sean más incultos, aunque probablemente lo sean, ni porque tengan menos posibilidades de controlar su vida, porque el conocimiento te da poder. Me da pena porque viven muchísimos menos. Leer te permite conocer montones de vidas, montones de mundos. Es un viaje interior. Decía Fernando Pessoa que la literatura es la prueba inequívoca de que la vida no basta. Qué pena la gente que no lee, qué vidas tan pequeñas.
—¿Cuánto tiene de feminista Bruna?
—Yo soy feminista, soy antisexista y considero que en el siglo XXI es completamente irracional no ser feminista ni antisexista, de la misma manera que no ser antirracista. Como ciudadana y periodista lucho por ello. El periodismo es un género que te permite luchar por tus ideas. Pero la narrativa no es así. Estoy completamente en contra de la literatura de ficción militante. El sentido de escribir ficción es la búsqueda del sentido de la existencia. Es un viaje de conocimiento y no puedes emprender ese viaje con las respuestas previas. Es probable que haga personajes feministas o mujeres fuertes porque veo el mundo de una determinada manera, pero, desde luego, mi voluntad no es hacer nada utilitario. Intento escribir para entender el mundo, entenderme yo y para poner un poco de luz en las tinieblas.
Ver la entrevista completa en Experiencia Leamos.
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