Con las ocho nominaciones a los premios Gardel —incluyendo mejor álbum del año—, podría decirse que David Lebón tuvo, con Lebón & Co., su regreso con gloria. Es cierto, sí, pero lo impreciso de la frase estaría en hablar de regreso: parafraseando a Pichuco, él podría contestar “Cómo me van a decir que me fui si siempre estoy llegando”.
Lebón & Co. es una muy interesante y muy lograda manera de plantear una retrospectiva alrededor de sus casi cincuenta años en el rock. En lugar de presentar un compilado de grandes éxitos —que los tiene y son muchos—, abrió el juego renovando sus canciones icónicas con sonidos más actuales y haciendo dúos con Fito Páez, Ricardo Mollo, Julieta Venegas, Pedro Aznar, los Eruca Sativa, etc.
“Pero yo no inventé este disco”, dijo ahora, invitado en el ciclo Experiencia Leamos, el ciclo de encuentros exclusivo para los suscriptores de Leamos.com. “Lo inventaron Patricia Oviedo, Damián Amato, que es el presidente de Sony, y Gaby Pedernera, el baterista de los Eruca —que yo les digo Seruca—”. Durante casi una hora de charla, con Lebón & Co. como marco, quien fuera integrante de bandas míticas como Pescado Rabioso, Polifemo y Serú Girán hizo un recorrido por su carrera.
Publicamos aquí algunos pasajes de la charla.
—En el disco hay una versión de “Mundo agradable” que tocás con Ricardo Mollo. Es sorprendente que le hayas dejado el solo a él.
—Pero cómo no lo va a hacer Mollo, si es el Hendrix argentino. Lo adoro a Ricardo. Y también a Omar, el hermano, a quien conozco más por una cuestión de edad. Ricardito era un chico cuando vino a donde yo estaba ensayando y nos empezamos a juntar. Después, hubo un tiempo en que no nos vimos porque él estaba con Sumo, que no me atraía mucho. Pero no quiero opinar de mis colegas; la gente los amaba. Y ahí también me encantaba Ricardo. Tiene muchas cosas de Hendrix. Fue tocado por la varita mágica.
—Mollo tocó canciones de Hendrix y también de Atahualpa. ¿Vos tomás algo del folklore o del tango?
—Antes de irme a Estados Unidos, que me fui a los ocho años, escuché mucho folklore. De hecho, me iba al baño con la guitarra que me quedaba grande hasta que se me dormían las piernas y me quedaba ahí sacando “Guitarrero”. Pero las cuerdas de nailon…
—En Lebón & Co tocan músicos como Leiva y los Eruca Sativa. Hace poco tocaste con Lali Espósito. ¿Cómo se hace para mirar a las generaciones más jóvenes?
—Hay que estar juntos. Obviamente no voy a cantar con una persona que desafina o que es fea. Lali es divina, tiene buena onda. Y sí, podría ser mi nieta. Pero lo tomó en serio, lo hizo con mucho amor y a mí no me viene nada mal que me junte con la gente que la escucha a ella. Porque también tengo algunas canciones para bailar.
Quiero despertarme en un mundo agradable
—El año pasado en el Festival Únicos hablaste con mucho optimismo del futuro. El recital fue en febrero de 2019 y un año después llegó la pandemia. ¿Se puede seguir siendo optimista?
—Yo no puedo ser completamente feliz si el resto de la gente no está feliz. No puedo mirar para atrás y decir “Que se arreglen”. Sé que todo va a pasar. Creo mucho en Dios. No soy religioso, pero lo adoro, discuto con él, a veces lloramos juntos porque él está dentro mío, vive acá en donde está el corazón, eso es lo que yo siento y él me dio este trabajo. Vine a este planeta sin saber a qué, pero buscando fui encontrándolo de a poco. Una vez que enganché lo de la música fue increíble. Cuando mamá cayó con una guitarra casi me muero. Yo no tenía un instrumento y me moría por tocar. ¡Quería ser un Beatle!
—¿Eso fue en Estados Unidos?
—Sí. Llegué en el 62, justo cuando salieron los dos primeros temas, uno en alemán y otro en inglés. Todavía pongo el long play blanco y no hay nadie que lo pueda vencer. Escucho “Martha my dear”… Es claro que George Martin tuvo muchísimo que ver. Quién se iba a imaginar que ese señor, que era arreglador de orquestas y de música clásica, se iba a meter con los Beatles e iba a poner trompetas con distorsión. La vida los juntó.
—Una idea remanida es la de pensar a Serú Girán como “los Beatles argentinos”. Varias veces, para hacerle el juego a los fans, vos dijiste que sí, que podía ser, pero nunca te vinculaste con George Harrison. Y como creo que sos uno de los músicos más espirituales de la Argentina, te pienso más cerca de él que de Lennon o McCartney.
—Lennon no decía nada, pero estaba buscando tremendamente. Las letras que le hace al hijo muestran un amor y una apertura de corazón. Después era medio Barrabás: le salía el monstruo. Es como si tuviéramos dos perros adentro, uno bueno y uno malo. El otro día una persona me dijo que esos dos perros están peleando y te quieren a vos. ¿Sabés quién gana? El que le des más de comer.
Todos los caminos pueden ayudar
—¿Qué hubiese pasado si no venías a la Argentina? ¿Qué tipo de músico habrías sido en Estados Unidos?
—Viví muchos años allá y cuando vinimos a visitar a mi hermana y a mi abuela, decidí quedarme en Argentina. Los domingos a la mañana tocaban Almendra y Manal en el Teatro Coliseo y un día me llevó Rinaldo (Raffanelli). Cuando escuché “Avellaneda Blues”, con la letra en castellano en un blues muy bien hecho dije: “¡Sí! ¡Yo me quedo acá!”. Tal vez, allá hubiera estado en una banda conocida como guitarrista, pero sentía que estaba todo hecho. Cuando vine, acá recién empezaba todo y fue hermoso porque pude ver cómo fue. Sufrí también los golpes de los que te hacían la vida imposible porque decían que la música era un opio para el pueblo, pero, en fin, ya está. Qué suerte que yo soy yo.
—¿En qué momento te sentiste un artista?
—La palabra artista me suena más a bailarín, a pintor. En las pinceladas no hay aplausos, nadie te mira. Siempre me vi rockero. A mi corazón le encantaban los sonidos de piano: me llevaban, me sacaban los problemas, me olvidaba de mí mismo. Hay que bajar un poco el ego. Tenés que tener un poco porque, si no, no te podés defender, pero no llegar a esa egolatría de decir: “Soy el mejor”.
—¿Qué es lo que más recordás de Spinetta? Hace un tiempo, en una entrevista dijiste que, si te dieran a elegir con quién hablar dirías Spinetta, y, si te dijeran que dos personas, dirías dos veces Spinetta.
—Sí. Porque a él le creo. Es especial. Es como ver un pájaro que nunca viste en tu vida.
—¿Por qué en Lebón & Co. está Pedro Aznar, pero no Charly García?
—Porque nunca van a estar los Serú juntos. Como en los conciertos. No me gusta porque la gente va a querer Serú Girán y es el concierto mío o el de Pedro o el de Charly. Para los productores es fantástico, pero preguntale a uno y por ahí te contesta algo distinto.
—¿Harías un disco con Charly?
—Sí, absolutamente. Grabaría un disco con Charly. Estoy esperando, porque él se está curando. Está mucho mejor, le dolían las piernas. Creo mucho en él. Es muy verdadero y es muy de ir para adelante. Yo creo en él.
—Sería maravilloso un disco de ustedes con canciones nuevas.
—Obviamente. Si lo hacemos, tiene que ser con algo nuevo y como fue la vez pasada. Sacaríamos un disco y después saldríamos a tocar. Si llega a suceder, yo voy a luchar por esa idea.
Ver la entrevista completa en Experiencia Leamos.
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