“Después de Auschwitz, escribir poesía es un acto de barbarie”, decía, con razón, Theodor Adorno. El Holocausto, que se cobró más de seis millones de vidas, es una cuña en la historia de la humanidad. La pregunta por la poesía era, entonces, la pregunta por la belleza, la vida, el amor: escribir poesía como un debe moral.
De Borges a Kurt Vonnegut, de Thomas Keneally a Haruki Murakami, hay una vastísima bibliografía sobre el Holocausto. La literatura aparece como una búsqueda, pero sobre todo como un espejo implacable que devuelve el horror del genocidio. A lo largo de los años, ellos, los escritores, y nosotros, los lectores, hemos necesitado ver ese reflejo.
Esta selección es solo eso: una selección —necesariamente incompleta—. Una propuesta para pensar el horror, sí, pero también la vida.
Eichmann en Jerusalén, Hannah Arendth (Lumen)
Un clásico de la literatura y la filosofía. Hannah Arendth fue a cubrir el juicio a Eichmann enviada por la revista The Newyorker. Esperaba encontrarse con el diablo personificado, pero, en cambio, vio a un funcionario oscuro, un eslabón más de una cadena, un ser miserable y mediocre. Eichmann, dijo Arendt, encarna la banalidad del mal.
El orden del día, Eric Vuillard (Tusquets)
¿Cuál es la responsabilidad de las grandes compañías alemanas en el ascenso y la consolidación del nazismo y la furia que desembocó en la Segunda Guerra mundial? El francés Eric Vuillard recrea en este libro —con el que ganó el prestigioso premio Goncourt— una reunión secreta que convocó a los principales empresarios alemanes, quienes silenciosamente apoyaron a Hitler. Un relato duro y sorprendente.
Un tiempo después, Vuillard repetiría el procedimiento en 14 de julio con los hechos de la Revolución Francesa.
Si esto es un hombre, Primo Levi
Entre 1945 y 1947, Primo Levi escribió cómo fue su cautiverio en Auschwitz. La tragedia está registrada en toda su magnitud con un seguimiento casi cotidiano. El dolor y las vidas partidas se hace, por momentos, insostenible. A mediados de los setenta, Levi agregó algunas partes más, producto de las diferentes conferencias que fue dando. Murió en 1987: todavía se discute si fue un suicidio.
El lienzo, Benjamin Stein (Adriana Hidalgo)
En los años 90, Binjamin Wilkomirski publicó un libro de memorias donde narraba su infancia en el nazismo: el asesinato del padre, su intento de fuga, el reencuentro con la madre en el campo de concentración Majdanek y más tarde el traslado a Auschwitz. El libro fue un éxito de ventas y él fue consignado como una suerte de héroe de Estado. Tres años después se desató el escándalo: una investigación rebeló que Wilkomirski, en realidad, se llamaba Bruno Grosjean y había crecido en un orfanato. Él refutó cada punto y, para terminar con la cuestión, se sometió voluntariamente a una prueba de ADN. El resultado fue un golpe: Wilkomirski era, sin lugar a dudas, Grosjean. Completamente desacreditado, continuó sosteniendo su discurso con tanta puntillez y fundamentación que la duda se mantiene hasta ahora. A partir de esta historia, Benjamin Stein elabora una novela fascinante construida por dos historias en paralelo que nunca se cruzan, pero que son como las dos caras de la moneda de la historia de Wilkomirski/Grosjean. Es una novela que abre debates sobre la autobiografía, el testimonio, la memoria, y hasta la teoría de los falsos recuerdos autoimpuestos.
El impostor, Javier Cercas (Penguin)
A tono con la novela de Stein, Javier Cercas escribe sobre Enric Marco Batlle, un español que durante años dijo que haber estado en el campo de concentración de Flossenbürg, a donde había sido enviado por antifranquista. Pero en 2005, casi a punto de participar junto a Rodríguez Zapatero en un acto por la memoria de las víctimas de Mauthausen, su mentira fue descubierta y cayó sobre él todo el peso del deshonor. Cercas retoma la figura intrigante del impostor y elabora una novela de no ficción que, antes de convertirse en un “Yo acuso” irreflexivo, propone que analicemos cuántas veces hemos dicho que sí, cuando debimos decir que no.
La música en el holocausto, Gilbert Shirli (Eterna Cadencia)
Un ensayo conmovedor y profundo que permite entender cómo era la vida en los campos de concentración, y cómo se intentó preservar la memoria y la identidad judía. El músico experto va a poder interpretar los pentagramas y seguir las canciones; el aficionado, en cambio, va a poder acceder a una mirada íntima muy poco trabajada. Osvaldo Bayer presentó el libro en el Museo de Ana Frank: ese día hubo debate, emoción y música.
Diario, Anna Frank (Lea)
“Ana Frank es esa chica de ojos sonrientes, que parece congelada en el tiempo y que nos mira desde las fotografías impresas en las tapas de su diario personal conocido internacionalmente como El diario de Anna Frank”, decía hace unos meses Mariana Kozodij, en un artículo conmemorando los 90 años de su nacimiento.
Ana quería ser escritora y a los 13 años recibió un diario, al que bautizó como “Kitty”. Allí fue escribiendo sus emociones, sus miedos, y el reflejo de una de las historias más oscuras de la humanidad. Viviendo en la clandestinidad, la familia fue descubierta en Holanda por la Gestapo y enviada a los campos. Ana murió en Bergen Belsen en febrero de 1945. Murió de tifus, agotamiento y desnutrición. El único sobreviviente de la familia fue el padre y, gracias a él, hoy el diario de Ana llega a nosotros.
Wakolda, Lucía Puenzo (Emecé)
En 1959, un alemán viaja desde Buenos Aires a Bariloche siguiendo a una pareja con tres hijos. La compañía parece fortuita; el alemán dice que no se atreve a cruzar solo la ruta del desierto. Pero en realidad, tiene otros intereses: no quiere alejarse de Lilith, una rubiecita de 12 años con problemas de crecimiento, ni de su madre que está embarazada de —probablemente— mellizos. El alemán no es otro que Josef Mengele y está obsesionado con retomar sus experimentos con ellas.
La novela de Puenzo —podría decirse sin exagerar que es perfecta— habla de la mezcla. Y de quienes persiguen la pureza de la raza.
HHhH, Laurent Binet (Seix Barral)
Con una fuerte influencia de Milan Kundera, el francés Laurent Binet escribe una novela histórica sobre el jerarca nazi Reinhard Heydrich, quien fuera el organizador de la Conferencia de Wannsee, donde se planificó el exterminio de los judíos. A medio camino entre novela y biografía de la investigación, la voz de Binet interpela al lector desde el presente, para que nadie se olvide que la mejor manera de que la historia no se repita es permanecer alerta.
El niño con el pijama a rayas, John Boyne (Salamandra)
Una historia luminosa en medio de un ambiente de oscuridad y horror: el irlandés John Boyne plantea la amistad entre el hijo de un oficial alemán destinado en Auschwitz y un chiquito judío que está cautivo en el campo y tiene, como todos los demás, un pijama a rayas. En algún momento se dijo que la historia tenía un componente verídico; luego se dijo que era imposible que hubiera sucedido. Boyne no se detiene en esos límites y nos muestra cómo la ficción, cuando está bien lograda, es una mentira que dice más verdades que la realidad.
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