A comienzos de los 70, previendo el regreso del peronismo, Borges dijo —o escribió— una frase con la que quería partir aguas: si la Argentina hubiera adoptado como “libro nacional” al Facundo en lugar del Martín Fierro, otra sería nuestra historia. Aunque siempre creyente de la importancia de la literatura en la realidad, Borges fue injusto con José Hernández porque entre “La ida” y “La vuelta” —la dos partes de la odisea de Fierro— hay una suerte de pasaje de la barbarie a la civilización.
¿Por qué hablar de Borges y Hernández al comentar un libro de fútbol? Porque el fútbol, como la literatura, habla de nosotros. Con los colores de nuestro club somos —un poco— ese gaucho de “La ida” y “La vuelta”. Reducir las sensaciones que un fanático vive durante los 90 minutos de un partido es una propuesta muy transitada y más bien limitada. Tal vez en el partido la pasión se escape un poco, pero el hincha es hincha toda la semana. Y cada vez que habla de su equipo, como dice Silvina Giaganti, “el corazón va por ascensor y la razón por escalera”.
Giaganti provocó un pequeño tsunami en el mundo de las letras con los poemas de Tarda en apagarse (Ed. Caleta Olivia, 2017). Una autobiografía cruda y áspera que explora deseos y miedos que dinamitan las relaciones familiares al tiempo que se disgrega en una mirada espectral y sobrecogedora.
En un movimiento llamativo, Giaganti escribe ahora Desde el día en que nací (IndieLibros), un nuevo libro en el que presenta una segunda versión de sí misma: la de su educación sentimental en relación a Independiente. Con el amor por el Rojo, la presencia de Ricardo Bochini, las noches viendo al equipo en Tokio y las tardes en la “Doble Visera” —el estadio que ahora se llama Libertadores de América—, aparece una nueva Giaganti, no menos cruda ni menos áspera, pero sí más permisiva al amor: por el club, por el padre, por sus ex.
Todo hombre —y toda mujer— vive, según Borges, un momento en el que encuentra su destino. Martín Fierro lo hace cuando apuñala al negro. En una pelea innecesaria, una bravuconada de un gaucho que se va de boca y de manos, Fierro agrede sin razón a la mujer del negro, después lo reta a cuchillo y, cuando lo mata, se monta al caballo con aire compadrón y se va despacio, al trotecito, no vayan a creer que tiene miedo.
Hay una escena en Desde el día en que nací que parece la recreación involuntaria de la pelea de Fierro, donde Giaganti encuentra su destino (de hincha). La tarde en que Independiente se fue al descenso, ella salió con la remera del Rojo a pasear a la perra. “Te fuiste a la B”, le dijeron unos tipos en la esquina. Ella se plantó, los miró a los ojos, los propoteó por hacerse los gallitos con una chica que pesaba la mitad y con 20 centímetros menos, y se fue caminando despacio, no fuera que ellos —los verdaderos “cagones”—, creyeran que tenía miedo. Así es Desde el día en que nací, una mirada personal atravesada por la gloria y la tragedia de un club, que busca los momentos en que el destino y la pasión dicen Presente.
“¿Cómo se transmite la pasión en la literatura?”, dice Giaganti ahora en diálogo con Grandes Libros, “hablando de algo que puede llegar a ser un tabú en la literatura, que son los sentimientos. Creo que se hace desde ese lugar: tratando de construirlos con cierta fantasía, magia, elegancia, pero también con crudeza.”
Caviar en Avellaneda
Desde el día en que nací puede leerse como una novela de aprendizaje, pero también como el testimonio de una fanática del Rojo. La realidad del fútbol inevitablemente es tema de la charla.
— ¿Qué tiene un hincha de Independiente que lo identifica y lo diferencia de otros hinchas?
—Es un camino muy recorrido el de las atribuciones a los diferentes clubes de fútbol. A Independiente siempre se le atribuyó la idea de que sus hinchas son portadores de un paladar negro; esto quiere decir que no se conforman solo con ganar. Yo empecé a ir a la cancha en el 83-84, y he visto hinchas que se iban puteando con el equipo ganando 3 a 1. El hincha de Independiente es exigente. Quería jugar bien y ganar.
—¿Todavía se mantiene?
—Hay algo latente que nunca se va. Hay un regocijo en el hincha de Independiente por ser portador de esa característica, pero a su vez, lógicamente, y debido a la sequía de triunfos —el último campeonato que ganamos fue la Sudamericana con Holan—, quizá hay menos pretensiones. Hay otra caracterización, que creo que es el lado B del paladar negro, que nos dicen “amargos”. Justamente porque el hincha de Independiente no es como el del eterno rival, que canta aunque vaya perdiendo tres a cero. Dicen.
—Esta semana comenzó el campeonato de fútbol femenino y vos contás en el libro que quisiste ser jugadora. ¿Qué esperás del fútbol femenino?
—Del fútbol femenino no espero nada; espero de las instituciones. Espero que la inversión sea la correspondiente para que el fútbol femenino argentino crezca y no tenga techo. En el mundial, Argentina hizo un papel más que digo, jugó muy bien. Le había tocado un grupo dificilísimo.
—La remontada contra Escocia.
—Perdía 3 a 0 y empató 3 a 3. Con Inglaterra perdió ahí nomás. Pasamos a octavos prácticamente sin ningún tipo de apoyo. Antes fue peor, sí. Escribí una nota para el “New York Times” sobre las jugadoras que le ganaron a Inglaterra en el Azteca mucho antes de Maradona y que usaron botines por primera vez media hora antes de entrar a la cancha. El fútbol femenino tiene un gran recorrido y espero que se invierta.
—Beccacecce, el técnico actual: ¿sí o no?
—Te decía antes de empezar que Holan había cumplido su ciclo. Las hinchas y los hinchas de Independiente le agradecemos mucho lo que hizo. Pero me parecía que era necesario un recambio. Beccacecce había hecho un trabajo más que digno con Defensa y Justicia. Lo sentí como una buena noticia. También, considerando un poco el mercado de técnicos, no veo un director técnico adecuado o indiscutido que esté disponible.
—¿Moyano sí o no?
—Sólo puedo decir que evidentemente es un gran hincha de Independiente y que no ha cesado de decirlo desde que se convirtió en una figura pública, previo a su asunción como presidente del club. Pero sinceramente no puedo opinar. Desconozco los números del club y de su gestión.
—¿Para la Argentina preferís un presidente de Boca o uno de Argentinos Juniors?
—Me quedo con Alfonsín, que era hincha de Independiente.
Desde el día en que nací es un libro exclusivo de Bajalibros y Leamos.
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