Ana Frank es esa chica de ojos sonrientes, que parece congelada en el tiempo y que nos mira desde las fotografías impresas en las tapas de su diario personal conocido internacionalmente como El diario de Anna Frank.
Hoy, 12 de junio, Annelies -o Ana- podría cumplir 90 años y ser testigo viviente de dos siglos y de un horror que decidió terminar con su vida siendo una adolescente. Ese horror tiene nombre y apellido: nazismo y odio.
Ana quería ser escritora, así lo planteó en su diario el 11 de mayo de 1944: "Después de la guerra quiero publicar un libro con el título La casa de atrás"; su deseo se cumplió, pero de la forma más atroz. Dos meses más tarde ella y su familia serían vendidos por unas monedas -aunque algunos sostienen que el descubrimiento del escondite fue casual por parte de la Gestapo que investigaba trabajadores ilegales en Holanda- y llevados a distintos campos de concentración.
Un repaso por su historia
Ana era una niña judía nacida en Frankfurt, Alemania, que tomaba a la escritura como una forma de sentirse acompañada.
La joven había recibido un diario, para su cumpleaños número 13, al que bautizó como "Kitty" y sus palabras se convirtieron no solo en un fiel reflejo de sus emociones y miedos sino también de una de las historias más oscuras de la humanidad.
Después de abandonar su hogar en Alemania y refugiarse en Holanda, la familia logró pasar varios años oculta en el "anexo" de una vivienda al que se podía acceder tras una biblioteca, y al que Ana llamaba "La casa de atrás".
Ana amaba tanto la escritura que ante sus piezas sueltas -incluida la poesía- y luego de escuchar que el ministro de Educación del gobierno holandés llamaba a guardar diarios y documentos de guerra, decidió poner mayor énfasis en reescribir su diario.
Fue el martes 1 de agosto de 1944 cuando Ana escribió por última vez en "Kitty". Tres días más tarde ella, su familia y cuatro personas más -la familia van Pels- fueron hallados por la Gestapo y condenados a la humillación y la muerte en la maquinaria creada por Adolf Hitler y sus secuaces.
Ana, después de estar detenida en Amsterdam, viajar en un tren abarrotado con miles de prisiones y pasar por Aushwitz, murió en el campo de concentración de Bergen Belsen en febrero de 1945 sin poder ver el final de la guerra y creyendo que su padre había sido enviado a la cámara de gas. Ana murió de tifus, agotamiento, desnutrición y al quitarle su humanidad.
Otto, padre de Ana, fue el único sobreviviente de las personas que se ocultaban en el refugio del ático y logró recuperar las palabras de la joven, gracias a Miep Gies y Bep Voskuijil, quienes los habían ayudado a esconderse en Amsterdam. Fueron ellas quienes guardaron el diario de Ana ante los nazis.
Siguiendo los deseos de su hija, Otto logró que el libro fuera publicado por primera vez en 1947-en una tirada de 3 mil ejemplares- bajo el título La casa de atrás– Het Achterhuis-; el nombre del escondite que no pudo salvarle la vida a Ana, pero que desde ese entonces la convirtió en escritora ante toda la humanidad.
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