Fue el escritor más importante del país y alrededor de él se tejieron muchas teorías. Hubo equívocos que él mismo alimentó y también hubo aciertos que otros tuvieron que buscar casi como si fueran detectives. Hace unos meses, el rey de España, Felipe VI, cometió un furcio memorable en la inauguración del Congreso de la Lengua: el autor que había escrito que el idioma no era sólo un instrumento de comunicación sino una tradición y un destino se llamaba José Luis Borges.
"Yo creo que lo que dijo el rey le habría divertido mucho a Borges". El que habla es el poeta y escritor Santiago Llach, especialista en la obra de Borges. "Él era alguien plenamente consciente de los múltiples significados del lenguaje, de los errores y de la importancia del nombre. Este equívoco le hubiera divertido mucho".
Santiago Llach, autor de La causa de la guerra y Aramburu —entre otros títulos—, visitó el auditorio de Ticmas para hablar de Borges y la serie de malentendidos que rodean su figura, a poco de cumplirse un nuevo aniversario de su muerte, que sucedió el 14 de junio de 1986.
Llach vinculó ese José que se le filtró en el discurso al rey con el cuento "El milagro secreto", de Borges: "Es sobre un escritor checo que, cuando los nazis invaden Checoslovaquia, lo mandan a fusilar", dijo. "¿Por qué? Porque al encargado de la represión cultural le llega un libro con el nombre de este tipo muy grande en la tapa. Y entonces piensa que era alguien importante y lo manda a fusilar. Pero en realidad, había sido un error del editor, porque él solo era el traductor. Murió por un error del lenguaje."
—Parecería que a Borges se lo puede tomar desde cualquier perfil y cualquier tema: la ciencia, la matemática, la religión, la literatura, la política, etc. ¿Cuál es el perfil de Borges que más te gusta?
—Una de sus grandes virtudes parte, de algún modo, de un defecto, y es precisamente que no escribió novelas. Su gran virtud es la capacidad sinóptica, la capacidad de resumir. Muchos de sus cuentos tienen 5 páginas. Salvo por un texto un poco más largo, nunca pasó de las 15 o 20. Él decía que esa brevedad estaba originada en su propia pereza, pero desde allí pudo captar de manera brillante grandes eventos históricos, grandes autores de la filosofía, las obras como las de Shakespeare, Homero y Dante, y a los gauchos o los cuchilleros que andaba cerca de su casa cuando nació.
Borges tenía todo: la capacidad de abstracción, de pensamiento, de la inteligencia y la capacidad para lo visual, la capacidad para el realismo y para lo fantástico, la capacidad para lo local y para lo universal
—¿Borges es realmente tan bueno?
—¡Es extraordinario! Argentina tiene dos Maradonas y medio: Maradona, Messi y Distéfano. Sería más esperable que aparezca otro jugador más, pero es muy difícil que aparezca otro Borges. Fue un acontecimiento extraordinario que un escritor argentino pueda colocarse como un escritor universal de primer nivel.
—¿Qué lo hace universal? Porque a la vez es muy local.
—Es local y es universal. Es también un escritor de escritores, un escritor que para cualquiera que quiera escribir es ejemplar porque, pese a su aparente dificultad, es muy didáctico. Plantea las grandes cuestiones de la literatura con mucha claridad y ofrece ficciones que pueden ser llamativas hasta para un adolescente, aquellas ficciones que tienen que ver con lo fantástico. Hay algunas que son para hacer una serie. Yo me pregunto cómo no se hizo una serie de Netflix con "El inmortal". Borges tenía todo: la capacidad de abstracción, de pensamiento, de la inteligencia y la capacidad para lo visual, la capacidad para el realismo y para lo fantástico, la capacidad para lo local y para lo universal.
—Entonces, ¿por qué no se lo lee?
—En algunos sentidos, no es un escritor fácil. A veces necesita a alguien que lo traduzca. Pero creo que, en el fondo, detrás de tantos nombres prestigiosos que a veces pueden espantar un poquito, hay un hombre que te alcanza con una sonrisa los libros de la biblioteca. Borges dijo que si no te gusta un libro, lo tires. No era alguien solemne. Y si lo era, lo era a su pesar. En el fondo era alguien didáctico. Hay que atravesar ese namedropping, que a veces puede espantar. Pero podía ser un escritor muy intelectual, y también uno muy sentimental. Un escritor que te hablaba sobre dramas humanos, como no ser correspondido en el amor.
Borges dijo que si no te gusta un libro, lo tires. No era alguien solemne. Y si lo era, lo era a su pesar
—¿Cuánto afecta María Kodama en sostener a Borges?
—Kodama no es muy borgiana, en el sentido de que la propuesta de Borges era que la cultura y la literatura son materiales que uno puede agarrar y usarlo para lo que quiera. El cuento de Pierre Menard es sobre un escritor francés cuya gran obra era copiar El Quijote palabra por palabra. Es un chiste de Borges que quiere decir que la literatura es colectiva: me subo a hombros de gigantes y agarro cosas de otros con libertad. María Kodama, por el contrario, defiende los derechos de su marido. Tiene todo el derecho a hacerlo: son las leyes de la propiedad intelectual. Pero también hay que preguntarse en qué medida la solidez de la marca Borges no se debe a este cuidado celoso.
—Decís "a hombros de gigantes" y pienso en el libro de Umberto Eco, que es, además, un gran emulador de Borges. Tanto que El nombre de la rosa sale de un poema de Borges.
—Que a su vez sale de Romeo y Julieta. ¡Todo está relacionado!
—El programa de Borges, correr la literatura argentina de la periferia y llevarla al centro, me parece que lo consiguió.
—Todo intelectual argentino que se precie tiene un libro sobre Borges. Beatriz Sarlo tiene un libro muy bueno que se llama Borges, escritor en las orillas, en donde habla de la periferia. ¿En las orillas de qué? En las orillas del Río de la Plata, en las orillas de Occidente, en las orillas del arroyo Maldonado y también en las orillas del texto. La obra de Borges es una obra de notas al pie o al costado de otros grandes textos. En algún momento, y no con falsa humildad, Borges dijo que era, ante todo, un lector. Era un gran lector. Alguien que anota al costado de otras grandes obras y con eso construye una gran obra.
—Cuando uno piensa en tipos de escritores argentinos, no hay ninguno "borgiano". ¿Es por ese estilo tan distintivo?
—Ahí difiero. Creo que, en efecto, y Borges lo dijo cuando empezó a ser una figura bastante universal, vinieron muchos epígonos, muchos imitadores literales que ponían laberintos, espejos y tigres por todas partes. Pero después vinieron otros escritores que hicieron una lectura más inteligente de Borges. Fogwill, Piglia, Aira y Alan Pauls son súper borgianos. Piglia es borgiano de izquierda, Fogwill es borgiano con drogas y calles —tiene un cuento que se llama "Help a él", que es un homenaje a "El Aleph". Aira toma literalmente algo que Borges dijo irónicamente, que es que la literatura es solo entretenimiento. Aira lleva al extremo una característica notable en Borges, que es el ingenio. Yo lo veo a Borges como alguien muy fértil. Es cierto que dedicarse a escribir en Argentina después de Borges, en un sentido puede ser una tarea muy ilusa, pero es alguien muy fértil, sobre todo para uno como lector. A mí me enseña a leer. He leído sus textos 14, 15, 20 veces y sigo descubriendo cosas.
LEER MÁS: