Barcelona una ciudad mágica pero también ominosa de amores imposibles, a la que volver siempre. Una ciudad que cobra vida en nuestro palacio mental. Más para ser tocada que vista dice Josan Hatero en "La Ciudad Invisible". Conocer el mar de un azul innombrable es riesgoso para la integridad de las almas menos enteras, nos cuenta el protagonista del cuento "Oixagalanga", de Mariana Travacio. Se trata de un hombre que pierde a su mujer porque a ella la dominan los excesos adquiridos en un crucero.
En Resistencia, Chaco, o en Barcelona nadie está libre de monstruos personales o campestres como el chupacabras de Mariano Quirós. Matías Néspolo en "Invertidos" nos habla de las constelaciones del otro hemisferio, que te muestran otro cielo que nada que ver y otra luna… ¿Cuál es la buena, la verdadera luna?
Conseguir trabajo en una y otra orilla es complicado. Ni hablar del sueño de muchos de nosotros por trabajar que más no sea temporalmente en la madre patria. Allí estamos dispuestos a cualquier tarea cosa que en nuestro país resulta impensable. La nostalgia lo impregna todo. Será imprescindible contar con "¿Don de Gentes?" (Franco Chiaravalloti).
Internet y los juegos on line son "quebradores" de distancias por así decirlo. Mapas aleatorios en video juegos como GTA, Minecraft y hasta Sim City "por que también vivimos en la infinitud del híperespacio" (Martín Castagnet; "La pasión de la jugadora de videojuegos").
De noche en algunos barrios de Buenos Aires te encontrás con gente tenebrosa. "Pienso que si alguien te está por robar deberías mirarlo fijo, que quizás si saben que los reconocés se van corriendo (o te matan), pero no me salió o no llegué". Tamara Tenebaum, "Villa Crespo"
Los argentinos somos un pueblo de inmigrantes y de emigrantes (a veces). Hijos o nietos (como en mi caso) de personas que llegaron "con la vida en una valija" nos dice Maripepa. "Perseguidos, cansados, la gloria machucada", yo creo que por eso somos una extraña mescolanza de lo heredado con lo propio.
Y así podría seguir enumerando escritores, todos los cuentos de este volumen valen la pena. Palabras mágicas e inventadas como Oixagalanga de Mariana Travacio en una historia escrita según confesión de su autora en la parte de atrás de la cuenta de un bar (escribir se escribe en cualquier lado y circunstancia). Tenemos en común y somos diferentes desde el Borne a San Telmo, desde la Sagrada Familia de mi adorado Gaudí hasta la Basílica de Luján, desde el barrio gótico a Congreso, o desde el Paseo de Grazia a Recoleta. Todo un viaje, te invito a agarrar la valija.