En la obra de teatro "Salerno", Bibiana Ricciardi recorría la Italia del padre en busca, no sólo de la historia familiar, sino también de su propia identidad. Si la patria es la tierra de los padres, para quienes "descendemos de los barcos", la nación es una idea en tensión permanente.
En su nuevo libro, Cautivas (IndieLibros), Ricciardi vuelve sobre esa tensión al revisar uno de los mitos constitutivos de la literatura argentina —y de la Argentina— del siglo XIX: los secuestros de mujeres durante los malones.
La nouvelle se plantea como el monólogo de una mujer europea —de quien cuanto más habla menos sabemos— que se dirige a Lirupé, la nativa que la escucha con un cuchillo en las manos. Es un punto crucial en la vida de ambas: han compartido al mismo hombre ("Ni mío, ni tuyo. El hombre se comparte, la mujer es la que se disputa."), que ahora ha muerto, en mano de los blancos que avanzan sobre los indios. En pocos momentos rescatarán a la cautiva y asesinarán a la india. O tal vez la india mate a la cautiva y consiga escapar.
Con la sangre como rumor de fondo, el texto se va destejiendo en el amor, el deseo y las contradicciones que operan sobre ambas mujeres, que se alternan en la posición de la civilización y la barbarie: quién riega el territorio de violencia, quién conquista, quién cautiva.
"Claramente se trata de un juego de dobles", le dice Ricciardi a Grandes Libros. "Por momentos creo que son la misma persona desdoblada. Un positivo y un negativo pueden componer a un personaje".
Es a través de esa imagen espejada que se quiebra el mito. "Me gusta jugar con la polisemia del término", sigue Ricciardi. "¿La mujer blanca que llega al territorio americano es cautiva por un rapto o se cautiva porque se encanta con el lugar y entonces se modifica y por fin se libera?"
Cautivas forma parte de la colección "Grandes autores para tramos cortos" que dirige Patricia Kolesnicov.
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