"Realmente es una experiencia muy grata. La entrega tipo folletín es algo nuevo para mí. Tengo una personalidad conservadora y a veces uno se resiste, pero hay que adaptarse porque me doy cuenta de la llegada que tiene."
Quien habla es Mabel Pagano, una escritora que pasó los setenta pero que se mantiene joven y movediza en lo que respecta a la experimentación con formas y contenidos. Autora de más 35 libros por los que recibió la asombrosa cantidad de 102 premios —entre ellos los del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, de Córdoba y de San Luis, el Emecé y el del Fondo Nacional de las Artes—, esta es la primera vez que publica una ficción por entregas. Todos los jueves —¡hoy!— sale un nuevo capítulo de Espejos de sal (IndieLibros). Se consigue en Bajalibros.
La novela se centra en un hecho real de la historia latinoamericana: la guerra que se desató en el desierto de Atacama entre Chile, Bolivia y Perú promovida por intereses ingleses:
"Es un conflicto", dice Pagano en diálogo con Grandes Libros, "que, oh casualidad, se desata ni bien termina la Guerra de la Triple Alianza. Europa tenía las tierras exhaustas y les hacía falta el guano y el salitre de América. Los yacimientos eran ingleses y se produjo una invasión en la zona. Chile respondía al imperialismo, pero Perú y Bolivia no, y ahí es donde se desata la guerra."
—Tan acostumbrados estamos los argentinos a mirarnos fronteras adentro, ¿por qué te interesó contar un conflicto en el desierto de Atacama?
—Me interesan las guerras. Me interesa Latinoamérica como un continente donde todos deberíamos ser hermanos. Un "deberíamos" que, por supuesto, siempre está pendiente, porque los intereses del imperio hacen que los países latinoamericanos se desunan. El tema de esta guerra me pareció mágico, me pareció alucinante el escenario. Por eso lo cuento con elementos de realismo mágico.
—¿Se puede contar la historia de Argentina y América latina desde la épica?
—Sí, claro. Tengo una novela donde rescato a Martina Chapanay, una montonera sanjuanina que lucha en las guerras de la independencia contra el centralismo porteño que reunía en su ejército hasta a mercenarios uruguayos. A ella, que era mestiza, no le importaba qué caudillo levantara bandera siempre y cuando fuera para defender a San Juan. Tenía las virtudes del mejor caudillo sin renunciar a sus virtudes femeninas. Es un gran personaje y yo rescato la épica en ella. Y lo hago con varios otros personajes. Como la historia la contaron los liberales, queda una parte de la historia sin contar. Yo he tratado de encontrarla: ahí es donde está la épica.
—Cuando decís que la historia la cuentan los liberales, lo que es cierto, quiere decir que en tus libros uno no va a encontrar la mirada de Mitre, por ejemplo.
—Indudablemente no. Yo siempre estoy con los caudillos nacionales, populares, heroicos, que combatieron y perdieron.
Como la historia la contaron los liberales, queda una parte de la historia sin contar. Yo he tratado de encontrarla: ahí es donde está la épica.
La mujer que narra a las mujeres
Dice Pagano que desde hace 25 años se dio cuenta que la historia ha postergado a muchísimas mujeres determinantes y que por eso la mayoría de sus libros hacen foco en la figura femenina.
Tiene un libro sobre Lorenza Reynafé, la hermana de los asesinos de Quiroga. También escribió sobre Elisa Lynch, la irlandesa que fue compañera del presidente paraguayo Francisco Solano López durante la Guerra de la Triple Alianza. En Manuela Sáenz, la señora de Paita cuenta la vida de la amante de Bolívar. En 1979, plena dictadura militar, escribió Eterna, una biografía novelada sobre Eva Perón. Contó nada menos que con el asesoramiento del padre Hernán Benítez, el cura jesuita que fuera el confesor de Eva. Entre sus mujeres destaca también a Felicitas Guerrero de Álzaga: "no es un personaje heroico", dice, "pero es una bella historia de amor y tragedia que la mayoría de las mujeres que la leyeron la han disfrutado".
—¿En Espejos de sal hay amor y tragedia?
—No vamos a contar el final.
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