Orhan Pamuk en la FIL: “Me veo como un solitario que construye un mundo nuevo en una era vacía”

El escritor turco, ganador del premio Nobel en 2006, recibió la medalla Carlos Fuentes en la Feria del Libro de Guadalajara.

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Guadalajara, enviado especial.

Orhan Pamuk recibe la medalla Carlos Fuentes de manos de Silvia Lemus
Orhan Pamuk recibe la medalla Carlos Fuentes de manos de Silvia Lemus

El embotellamiento a esta hora de la mañana, dice nuestro taxista, no es habitual. Somos nosotros quienes lo provocamos. Nosotros: los que vamos a la FIL. Guadalajara es una ciudad en la que casi no se camina y mucho menos en la zona del centro de exposiciones, donde se desarrolla la Feria del Libro. La fila de autos, taxis, camiones y colectivos avanza lentamente. Es un cuento de Cortázar al que sólo le falta el Renault Dauphine.

El sol aun no está alto y algunas nubes borran el perfil de los edificios. "Pero no son nubes", dice nuestro taxista, que puso corridos en la radio, "sino el esmog de la ciudad". Con el calor del mediodía, explica, la bruma va a disiparse y el cielo se abrirá diáfano.

Para ese entonces, nosotros estaremos ya en el auditorio Juan Rulfo, donde se realizará la apertura del Salón Literario Carlos Fuentes. Y Orhan Pamuk, el escritor turco que ganó el Premio Nobel en 2006 —junto con más de treinta galardones internacionales y nueve doctorados honoris causa—, recibirá de las manos de Silvia Lemus la medalla Carlos Fuentes. Esta distinción, que ya han recibido Paul Auster, Nélida Piñón, Sergio Ramírez y Norman Manea, entre otros, es una de las actividades más tradicionales y esperadas de la FIL. El auditorio, de hecho, desbordará de público, con más de 1.500 personas.

Orhan Pamuk junto a Jorge Volpi
Orhan Pamuk junto a Jorge Volpi

Edipo en clave postmoderna

La nueva novela de Pamuk se llama La mujer del pelo rojo y es, a la vez, una exploración sobre la juventud, una alegoría sobre el arte y los parricidios que se cometen en pos de encontrar el propio camino.

Narrada por un hombre que recuerda su adolescencia, la novela rememora el tiempo en que descubrió su vocación: cuando a los 17 años trabajaba para un maestro pocero —una suerte de rabdomante moderno— que abría canales de agua subterránea en terrenos dedicados al cultivo. Con una referencia directa al Edipo de Sófocles, el joven encuentra su destino en el amor de una hermosa pelirroja con la edad suficiente para ser su madre y el odio a su jefe, que juega el rol del padre. Agua, sangre, raki y semen confluyen en una encrucijada que lo van a marcar de por vida porque "nadie puede escapar de su destino".

Agua, sangre,raki y semen confluyen en una encrucijada que lo van a marcar de por vida porque “nadie puede escapar de su destino”

La trama de La mujer del pelo rojo reaparece —con variantes, por supuesto— en otros libros del autor. El peso del destino, la persecución política, la criminalidad, la soledad, el simulacro, son tópicos a los que vuelve siempre. Pero hay un tema que aparece en forma constante: la imagen. Su inclinación a la pintura vuelve no sólo en las descripciones, sino que se manifiesta desde los títulos. Me llamo Rojo, El libro negro, El castillo blanco, Otros colores, La mujer del pelo rojo, se incluso Nieve puede ser un elemento de esta lista.

Antes de convertirse en escritor, Pamuk pensó en ser arquitecto —no es casual, entonces, que el protagonista de La mujer del pelo rojo sea de grande un exitoso agente inmobiliario— y la ciudad de Estambul es otra de sus obsesiones. Pero no la Estambul actual, con más de sesenta millones de habitantes, sino la de su niñez, la que tenía apenas dos millones y medio.

La medalla Carlos Fuentes
La medalla Carlos Fuentes

Un escritor feliz

Esa "memoria urbana" de Pamuk fue la característica que destacó el escritor mexicano Jorge Volpi (Memoria del engaño, Una noche criminal), cuando lo presentó en el Salón Literario. "Pocos escritores se han adueñado como Pamuk de su ciudad", dijo. Y señaló que ha sido capaz de agregarle las dimensiones épica y ética.

Volpi, preciso en su rol de moderador, habló muy poco y rápidamente le dio paso a Pamuk, quien dio una hermosa conferencia siguiendo como guion las preguntas que más frecuentemente responde ante los periodistas. Casi con la intención de responderlas de una vez y para todas.

"Soy un escritor feliz", comenzó Pamuk. "Desde hace cuarenta años, cada mañana me siento al escritorio y me veo como un solitario que construye un mundo nuevo en una era vacía. ¿Cuál es el secreto del escritor? No es la inspiración, sino la terquedad y la paciencia. El secreto es contar tus historias como si fueran de otros y leer la de los otros como si fueran tuyas."

¿Cuál es el secreto del escritor? No es la inspiración, sino la terquedad y la paciencia

"Muchas veces me preguntan cuál es mi religión: no soy un hombre creyente, pero mi religión es la literatura", dijo. También señaló que sus mayores héroes narrativos son Tolstoi, Dostoievski y Thomas Mann, pero que sus modelos son tres "escritores acróbatas": Borges, Calvino y Nabokov. Borges, de hecho, fue quien le enseñó a leer de manera diferente la tradición islámica y a pensar su trabajo desde una visión moderna e, incluso, postmoderna.

En 2006 se comentaba que Pamuk había ganado el Nobel por haber dicho que Turquía había cometido un genocidio contra el pueblo armenio, lo que desató una campaña de odio en su contra. "¿Hay democracia en Turquía?", se preguntó. "No hay democracia sin libertad de opinión y no hay libertad de opinión en Turquía: muchos amigos míos están presos por expresar sus ideas". Fue uno de los primeros grandes aplausos de la jornada.

Orhan Pamuk y Jorge Volpi
Orhan Pamuk y Jorge Volpi

Motivos para escribir

Pamuk cerró su disertación intentando responder a la pregunta que no tiene respuestas. O, al contrario, que tiene muchas. ¿Por qué escribe?

"Escribo porque tengo una necesidad innata. Escribo porque quiero leer libros como los que yo escribo. Escribo porque estoy enojado. Escribo porque sólo puedo tomar parte en la vida real si la modifico. Escribo porque creo en la literatura más que en otra cosa. Escribo porque esperan que escriba. Escribo porque es excitante poner la belleza del mundo en palabras. Escribo porque nunca supe administrar la felicidad y quiero ser feliz".

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