La canción habla de una pérdida, de alguien que ha sido despojado de todo excepto de sus recuerdos: le quedan demasiadas pocas cosas. De eso habla "El corazón sobre todo", incluida en Sistema Nervioso Central, el disco con el que los Estelares pegaron el gran salto. Allí también estaban "Aire", "Ella dijo", "Un día perfecto": un hit atrás de otro.
El creador de estas canciones —y, salvo por cuatro o cinco, de todas las canciones de la banda— es Manuel Moretti, que, además, es el cantante del grupo. Moretti es uno de esos tipos que viven casi en un estado poético permanente. Antes que una pasión, la escritura es para él una necesidad primaria: la forma de enfrentarse a los fantasmas y salir victorioso.
Gracias a una propuesta de Juan José Becerra (autor de El espectáculo del tiempo y El artista más grande del siglo, entre otros títulos), Moretti compiló textos, poesías, canciones y algunos dibujos —estudió Bellas Artes antes de dedicarse por entero a la música— en un volumen que lleva el muy sugerente título de Demasiadas pocas cosas. Dice Becerra en la contratapa: "Letras inolvidables, poemas perdidos y encontrados, relatos, pensamientos en voz baja, confesiones y —hundiendo sus raíces blancas en la tierra negra— una percepción ideológica del universo donde caben, hermanados en la misma voz, el nihilismo y la dicha".
Demasiadas pocas cosas es la continuación de Estelares por otros medios: una batalla melancólica donde lo que queda expuesto es siempre el corazón sobre todo.
Moretti habló con Grandes Libros de este, su primer libro [la entrevista completa puede verse en la fanpage de la red social de lectores]. Lo más llamativo en él es la imagen inesperada: cuesta pensarlo como el frontman de una banda que llena estadios. Gentil, sereno, dispuesto a pensar cada respuesta, y especialmente tomado por una timidez imprevista. "Tengo una timidez extrema que conseguí acomodar en el escenario", dice.
—Algo que se ve en el libro es cómo, de alguna manera, la poesía y las canciones son una forma de tu autobiografía.
—Muchas de esas letras fueron exorcismos. Yo tuve épocas graves de adicción y, de a poco, la palabra y la melodía me devolvieron un espejo para ir limpiándome, lo que sigue siendo aún hoy. Hace poco un amigo me preguntó por qué seguía enunciando eso que pasó hace tanto. Fue una paliza de entre los 18 y los 24, fue hace mucho tiempo. Supongo que las sigo enunciando porque es una manera de exorcizarlas, porque no te abandonan nunca.
—¿Cómo saliste?
—No sé, las cosas se dan. Salí, acá estoy. Es el exorcismo. Siempre hay que trabajar en función de lo que te gusta, lo que te emociona y lo que te llama a dar un paso más hacia tu deseo más cierto.
—Están quienes dicen que las letras de las canciones no pueden separarse de la música y quienes dicen que sí. Vos, obviamente, estás entre los segundos. Pero: ¿es distinto escribir un poema a componer una canción?
—En el universo de la canción primero tengo la melodía y después juego con la palabra. Me tiene que dejar satisfecho porque quiero mucho a la palabra. Yo tenía miedo de que las canciones, al sacarles la melodía, no sortearan el papel y, sin embargo, vi que no están tan mal.
—¿Por qué el amor aparece, en general, como un hecho melancólico?
—Tengo una concepción extraña sobre el amor. Nunca lo he pensado como amor de pareja. Voy a decir algo muy tonto, pero el amor de pareja lo vinculo con una idea adolescente. Lo más honesto que me dio el amor fue el hacerme cargo de mis miserias. Estoy muy feliz con mi familia, con mi mujer y mis hijas, pero mi concepción del universo amoroso es la búsqueda, justamente por estar tan perdido. El amor es el deseo, la identificación de qué querés hacer con tu vida.
—En esta idea de autobiografía que te decía antes, ¿ves un arco, un camino que se hizo con las letras?
—Sí, el libro es como el registro temporario de mi ecosistema emocional. En el último tiempo siento que también me solté un poco más y que hay cosas que funcionan mejor, incluso en el ejercicio de mi oficio. Las cosas se traban menos, el registro de las imágenes funciona mejor. Hace poco empecé con un ejercicio de prosa para ver si tendremos segundo libro: me copé un poco.
—En los poemas, en las canciones, incluso en los dibujos, hay una elección por la simplicidad: ¿por qué?
—Trato de que lo que hago primero me emocione a mí. Necesito que me toque, que me emocione, que me ponga en un lugar un poco mejor que el de mi vida fea y rutinaria. Supongo que eso me fue llevando a la síntesis y a no usar elementos muy variados. Son como ejercicios. Vas buscando lo que mejor te representa y entonces hay canciones que son sencillas —que son las comerciales—, hay otras canciones no tan sencillas y hay otras, como "Los lagartos mueren en familia", que no son para nada sencillas y que tienen un dramatismo que, como me gusta decir, me lo da mi italiano. ¿Por qué escribo de esta manera? Porque lo necesito. Hay una representación artística… [Piensa] Necesito que todo mi arte se parezca al de Leonardo Favio.
—¿Cómo es eso?
—Es mi artista. Es el artista. El Favio que me conmueve es más el director de cine que el compositor de canciones, aunque tiene seis o siete canciones extraordinarias: "Ella ya me olvidó" es una. Leonardo Favio es uno de los diez mejores directores de cine de la historia. Del mundo, no solo de la Argentina.
—Vivís en La Plata, que es una ciudad con una movida muy grande cultural y que hoy vive un renacer del rock. ¿Estelares es padrino de alguna banda?
—Es cierto, La Plata tiene una gran vida cultural, que es un abono extraordinario para que crezcan cosas nuevas. No creo que seamos tutores ni padrinos de nadie. Hay gente a la que le gusta Estelares y gente a la que no. Mientras podamos hacer nuestro trabajo de la manera más feliz y honesta posible, ya está.
—Hace muchísimos años le preguntaron a Fito Páez si le gustaba que sus canciones se cantaran en un fogón y él dijo que sí o que más o menos, pero que le gustaba mucho que las cantaran en la cancha. ¿Qué preferís: el fogón o la cancha?
—El trabajo, el amor a las canciones y la fortuna han hecho que visitemos los dos rubros. Me gustan los dos. Lo que ha pasado, como gran novedad, es que nos hicimos amigos de la canción popular. Antes no daba dos mangos por la canción popular y el haberla descubierto me pone muy contento. Me alegra que una canción como "Ella dijo" se cante no sólo en las canchas de la Argentina, si no que también la canten los hinchas de Tigres, de Sao Pablo, de Colo Colo, incluso del Barcelona. Es glorioso. Fue una canción que se me ocurrió cruzando la calle Corrientes, pero hace tiempo que ya no es nuestra.
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