Chris Pueyo, el poeta millenial que quería ser feliz

El escritor español visitó Buenos Aires invitado por la Feria del Libro, donde presentó su nuevo libro de poemas, "Aquí dentro siempre llueve" (Planeta).

El escritor Chris Pueyo muestra su libro “Aquí dentro siempre llueve”

Miércoles al mediodía. El español Chris Pueyo bajó del avión hace un par de horas y ya está en un bar de Recoleta, almorzando con quince personas, de las cuales solo conoce a una. Chris, de 23 años, llega a Buenos Aires como parte de la gira de presentación de Aquí dentro siempre llueve (Planeta), su segundo libro y primer poemario.

El grupo que tiene adelante está compuesto por bloggers, booktubers, autores juveniles, periodistas, trabajadores del Grupo Planeta y su inseparable amiga Loreto, que lo acompaña desde el inicio de la gira en España y que, tras visitar la Argentina, continuará en Chile.

Si no conocieran su historia, muy pocos habrían creído que este veinteañero que tan rápidamente genera un ambiente cálido pudo haber escrito versos tan impactantes y marcados por un fuerte dolor. Y es que Chris sufrió durante gran parte de su infancia y adolescencia: sufrió el bullying de sus compañeros de escuela, el rechazo de su madre por su orientación sexual, la decepción ante su primer amor

Sin embargo, mientras más entra en confianza, más se notan las marcas, a veces sutiles, que aquella experiencia dejó en él, pero también se ve claramente que no deja que su pasado lo defina ni que la tristeza lo domine.

Chris Pueyo en el almuerzo con booktubers y periodistas

Así escribe

"Se abre el telón"

Escrivivir y otros deshielos
sobre la belleza de los chicos tristes,
los que concentran en el fervor de sus pupilas
un atentado terrorista,
sobre quien no sabe escoger entre dos
caminos y se convierte en preso en la mitad,
sobre una boca de sal
y llantos para recordar el mar,
sobre una boca que de no volver escuece,
desde dentro
y para dentro,
esa es la única manera que conozco de escribir.
Recoge tu corazón roto,
y sopla:
hazles el amor a tus guerras
sumérgete en la poesía
como el impostor que aguanta la respiración
en un mundo de anfibios,
júrate (y por consiguiente, el más digno
de todos los amores) la libertad eterna.

Aquí dentro siempre llueve

El amor después del desamor

Tanto la novela juvenil autobiográfica El chico de las estrellas (Planeta) como el poemario ya mencionado se nutren de su experiencia y allí es donde hace catarsis y vuelca el dolor, creando una respuesta literaria plena de emociones que empuja al lector a sentirlas con él.

Sus poemas son, casi sin excepción, de verso libre (sin métrica ni rima), pero abundantes en metáforas y comparaciones como en la poesía clásica. Las usa para contar mucho con poco, impactando con frases inteligentes y profundas ("Quien te hace sentir pequeño no merece verte crecer").

Hay dos grandes temas que, de una forma u otra, tocan su poesía: el amor y el desamor. Los poemas de amor suelen poner el foco en momentos y en sensaciones, la mayor parte de las veces con una mirada algo nostálgica. Un par de ellos mencionan el sexo de manera explícita y profundamente romántica. "Los jóvenes tienen sexo", dijo durante el almuerzo, "no hay nada malo con que la literatura juvenil también lo tenga".

Pueyo junto a su amiga Loreto

Título

Los poemas de desamor, por otro lado, están teñidos de desilusión, de dolor y de tristeza, pero dejan moralejas esperanzadoras y empoderantes. Se hace evidente la intención de Pueyo de dejar un mensaje en sus lectores adolescentes.

Aunque estos poemas están mayormente orientados hacia el amor romántico, hay uno, en particular, que habla del amor maternal. Es un poema que tiene como destinataria a la madre del autor, aquella madre que lo repudió, que le cortó las alas, una carta conmovedora de un niño que no tuvo infancia y que ya de adulto intenta llenar ese vacío, disculpándose con ella casi irónicamente por no considerarla una madre de verdad. Al mismo tiempo, homenajea con sus versos a su verdadera figura materna, su abuela, que lo acompañó y ayudó siempre.

Aquí dentro siempre llueve es uno de esos ejemplos no muy abundantes en los que la poesía no es del autor, sino que es el autor. Un viaje totalmente personal que permite que más de uno, adolescente o no tanto, se sienta identificado.