Muerte en el US Open: el policial que revela la trama de corrupción que rodea al tenis

“Golpe de efecto” (RBA) es la segunda novela de la exitosa Serie Myron Bolitar, un policial negro heterodoxo, cargado de humor e ironía

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Harlan Coben es el autor de la serie Myron Bolitar, que lleva más de 10 novelas
Harlan Coben es el autor de la serie Myron Bolitar, que lleva más de 10 novelas

Los libros de Harlan Coben llegan a la Argentina con un delay considerable. Considerando que son novelas policiales que han vendido más de ¡70 millones! de ejemplares en todo el mundo, el retraso es un interrogante sin respuesta. Golpe de efecto (RBA), la segunda novela de la serie del "detective" —las comillas son adrede— Myron Bolitar, fue publicada en 1995: hace 23 años. De hecho, fue traducida al español en 2007 y la edición de RBA que llega este mes a las librerías de Buenos Aires se imprimió, según consta en la página de legales del libro, en junio de 2015. Golpe de efecto es la novela que le siguió a Motivo de ruptura, que también hemos comentado aquí.

Esta demora, por supuesto, modifica la manera de leer el libro. El primero es un efecto positivo: la serie de Myron Bolitar es capaz de soportar el paso del tiempo. El segundo, es paradojal: se lee como el eco de un mundo pasado, previo a la caída de las Torres Gemelas, donde el ámbito detectivesco tenía, si no cierta candidez, sí, al menos, cierta elegancia. En estos 23 años el mundo se ha vuelto un lugar más agresivo y las novelas policiales lo reflejan con un tono hard boiled cada vez más cortante y efectivo. Terry Hayes, Lee Child, Don Winslow, incluso Benjamin Black: hoy no hay —o parecería que hay cada vez menos— lugar para el humor en las novelas negras norteamericanas.

Por eso, Harlan Coben y su creación, Myron Bolitar, son tan peculiares. Myron es absurdamente divertido. Además, tiene un origen heterodoxo. Myron fue una gran promesa del básquet que quebró prematuramente por una lesión en las rodillas. Después estudió abogacía en Harvard y trabajó un tiempo para el FBI. Hoy se desempeña como agente deportivo de figuras de segunda línea. Como en la novela anterior, está acompañado por Jessica, su novia, una escritora exitosa con una figura descomunal, Win, su socio aristócrata que es campeón en artes marciales, y Esperanza, su secretaria, que, en una vida anterior, había sido luchadora profesional. Una liga disparatada de súper amigos.

Cada novela está dedicada a un deporte. Motivo de ruptura estaba vinculada con el fútbol americano; Golpe de efecto se desarrolla durante el US Open, el cuarto Grand Slam del año. Aquí Myron representa a Duane Richwood, un tenista que surgió de la nada y que está a punto de convertirse en el sucesor de Agassi —recordemos que la novela es del 95—, si es que gana la final. Por ahora están en primera ronda, pero Duane ya se muestra como un firme candidato: le está pegando un baile al decimoquinto cabeza de serie, "Iván Algoterminadoenokov", con un 6-0, 6-2, 5-0. Pero en el momento en que Duane está sacando para partido, un disparo suena en el interior del estadio y Valerie Simpson, una tenista que estaba volviendo al ruedo y que iba a ser patrocinada por Myron, cae muerta.

“Golpe de efecto”, segunda novela de una serie que lleva vendidos más de 70 millones de ejemplares
“Golpe de efecto”, segunda novela de una serie que lleva vendidos más de 70 millones de ejemplares

QUIEN PARA EL JUEGO

Hace muchos años, un amigo muy aficionado al tenis me dijo: "Hoy la criticamos todos, pero los argentinos no tenemos idea de lo que vamos a extrañar a Gabriela Sabatini". Recordé aquella frase cuando Harlan Coben perfila a Valerie Simpson: una jugadora talentosa que podía jugar de igual a igual con Martina, Steffi y Gabriela. Los apellidos sobran. Valerie había sido una gran figura pero que había sufrido un colapso nervioso que la había alejado del deporte y ahora, algunos años después, intentaba regresar. ¿Quién la mató? ¿Por qué la mataron? Myron no puede dejar de pensar en ella y así comienza la historia.

Lo más interesante del libro no es la investigación en sí. Eso funciona y funciona bien, cumple con las expectativas. Pero lo que realmente atrapa es cómo el mundo del deporte continúa su ritmo habitual. Después del asesinato, por ejemplo, el partido se sigue jugando —gana Duane, claro—, el público sigue yendo al torneo y los anunciantes siguen preocupándose por colocar sus marcas donde mejor se vean y más convoquen. Hay una subtrama en la novela, que probablemente Coben no haya buscado, que desenmascara el cinismo que rodea al deportista profesional.

En momentos en que la sociedad está sacudida por la denuncia de abuso de menores en distintos clubes de fútbol, esta novela nos convoca a la reflexión sobre nuestro rol más allá de considerarnos meros espectadores.

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