Hay un milagro de todos los días que nos permite poder decir lo que sentimos. Ese milagro, que a veces sentimos lejano, y quisiéramos motivar con música, droga o compañía, es la oportunidad. Para mí, este libro habla de eso.
La lectura me produjo un efecto tan impactante que no me dejó pensar bien qué me provocaba. Cuando empecé a pensar en lo que quería decir sobre este libro, se me vino a la cabeza la idea de la oportunidad, que era algo sobre lo que venía pensando últimamente.
Así que busqué la palabra "oportunidad" en Un beso perdurable y la encontré tres veces. Me entusiasmó que existiera una conexión tan directa entre el libro y algo que me preocupa. Por un segundo me sentí un poco traidora. ¿No será que estoy aprovechando esta oportunidad solo para comentar un tema que me importa a mí? Qué importa, pensé. Es mi oportunidad. Además, ¿cómo sé que esta inquietud por el tema de la oportunidad no surgió a partir de la lectura que hice del libro? Y si no fuera así, en la literatura no hay casualidades. Podés preguntarle algo a un libro y al abrirlo en cualquier página, te responderá. Los libros saben, y dicen lo que saben.
Siempre me pregunto qué nos mueve a levantarnos de la cama un domingo. Nadie se levanta de la cama porque se hace pis encima. ¿En qué momento dejamos de posponer levantarnos? Hay un pensamiento o sentimiento que nos mueve a levantarnos: algo del mundo nos llama. Es algo positivo, algo que nos motiva. Sentimos que el mundo no está completo sin nosotros o que nosotros no estamos completos si no vamos a buscarlo al mundo. Esa energía vital es la que mueve este libro.
Levantarse de la cama es fácil; escribir un libro no lo es. Le pregunté al libro: ¿Por qué será que a Gaby escribir este libro le pareció oportuno? El libro me respondió con tres citas.
La sobrevida
En el cuento "Dar a luz", Gaby cuenta cómo nació su hijo:
"Ah, la peridural… Al fin se había diluido el dolor insoportable. Ondulaba mis brazos, sonreía, estaba bien drogada y canturreaba chocha. No tenía filtro, dicen que es la droga de la verdad. Lloraba diciendo: ¡estoy tan agradecida de que me hayan dado esta oportunidad! Hablé de mamá. Hablé de papá. Y también dije en un momento: nunca estuve tan drogada".
El cuento también comienza con una oportunidad: "Quiero contar el nacimiento de Cosme, aunque no voy a olvidarme nunca. Tecleo con él a upa, tiene cuatro semanas y media. Está dormido en la guagüita, por eso puedo escribir con las dos manos".
En ese cuento encontramos una oportunidad dentro de otra oportunidad. Los doctores le dan la oportunidad de tener un parto natural, de atravesar con el saber independiente del cuerpo la experiencia de traer un chico al mundo. Seguramente ella hizo mucho esfuerzo para conseguir esa oportunidad, porque no es tan simple tener un parto natural. Quiere decir que la oportunidad te la dan, pero también la pedís, pedís "otra oportunidad". "Otra oportunidad" significa un espacio para poder desplegar algo que pensamos que nos va a salir bien.
Después, para poder escribir este cuento, Cosme, el bebé, al dormirse, le dio la oportunidad de escribir con las dos manos. A un bebé no se le puede pedir nada, pero hay aquí hay un matiz del deseo que me parece fundamental. En el cuento se dice "por eso puedo escribir con las dos manos", lo cual nos da la pauta de que, si Cosme no se dormía, Gaby hubiera escrito con una sola mano. Ahí es donde descubrimos que ella podría haber escrito un poema hasta en un pañal encontrado en la mochila del bebé. Ahí es donde se ve que Gaby hubiera escrito a toda costa, y entendemos que la escritura es necesaria y no le pide oportunidades a nadie.
Creo que por el hecho de nacer mujeres venimos al mundo con un potencial muy negativo
Ese gesto, a nosotras como escritoras y como mujeres nos significa mucho. Creo que por el hecho de nacer mujeres venimos al mundo con un potencial muy negativo, y nos parece natural vivir con la idea de que en cualquier momento nos pasan o podrían pasarnos experiencias terribles todo el tiempo. Esa presión a la que estamos sometidas es completa y existe en todos los planos imaginables. Cuando nacemos, nuestra vida no es una vida, parece más bien una sobrevida. Y ocupadas en agradecer las oportunidades que se nos dan, pedimos muy poco. Hay momentos, hay huecos, en los que se nos da, por deseo o por ventura, una oportunidad, y la tomamos con urgencia, nos aferramos a esa oportunidad con uñas y dientes. Escribimos, trabajamos, amamos, nos divertimos, criamos hijos, y en todo momento intentamos, con la palabra y con la acción, que esas oportunidades se agranden, y no tener que pedirle a nadie ninguna oportunidad.
Sabemos, como escritoras, lo importante que es tener un espacio y un momento para escribir.
La escritura es ese espacio anárquico que busca a toda costa esa oportunidad. Sabemos, como escritoras, lo importante que es tener un espacio y un momento para escribir. Le damos la espalda por un rato a ese mundo lleno de presiones que nos convocó a levantarnos de la cama.
La oportunidad de escribir es revolucionaria, porque rompemos con el mundo del deber para devolverle al mundo lo que se nos antoje decir, lo que se nos antoje, y solo lo que se nos antoje. No hay verdad más cierta que ese momento. ¡Es tan fuerte, tan intenso y tan anárquico ese momento de la escritura! Y este libro está lleno de esa energía anárquica.
La estrategia de vivir
La segunda vez que aparece la palabra "oportunidad" es en el cuento "Conesa: (crisis en chino)". Allí también hay otro gesto de dar la espalda al deber. La hija abandona al padre enfermo para salir a pasear.
"No aguanté mucho ver a papá derretido. Cuando le anuncié mi retirada, revivió un poco y me preguntó si lo acompañaba arriba. Me escabullí. Culpable, deposité la tarjeta magnética en su ranura y salí a la calle felizmente lluviosa después de la ola de calor. Entonces llamé a mi amiga, pero como antes le había dicho que estaba en crisis y prefería no ir a almorzar, ahora que yo había cambiado de opinión ella ya había hecho otro plan. Me quedó rebotando en la cabeza el texto de su mensaje: crisis en chino significa oportunidad."
Esa mujer aprovecha un rato libre destinado a visitar su padre enfermo y se va a tomar un café, compra libros, luego sale a pasear por el barrio y se hace nuevos amigos, y gracias a esto, puede dormir tranquila.
Acá hay otro sentido de la palabra oportunidad. Hay un instinto de supervivencia urgente que está latente en todo el libro, en especial en este cuento. En lugar de mirar al padre enfermo, en lugar de deprimirse, tomar aire. Algo mueve a esa mujer a buscar algo afuera. Cuando estamos mal, en crisis, aparece algo dentro nuestro, algo pequeño pero urgente, que nos hace salir al mundo, tratar de hacer lo que nos gusta, sumergirnos en una distracción para olvidar la pena. Cuando nuestros seres queridos están enfermos o se mueren, cuando un amor se termina, algo adentro nuestro se resiste a dejarse llevar por el dolor, y ya empieza a cranear la estrategia de vivir. Entonces pensamos, ya seamos cristianos o chinos: "Dios aprieta, pero no ahorca", "por algo pasan las cosas", o "crisis en chino significa oportunidad". Y empezamos a pensar que este drama me llevará a algo mejor, esta es mi oportunidad para aprender algo, para cambiar. Esa idea de la oportunidad es la contraparte pura del dolor, nos acompaña a transitar el espacio y el tiempo ineludible del dolor. Al fin y al cabo, levantarse de la cama es eso: aceptar que estamos en el mundo, que estamos relacionados con lo bueno y lo malo que nos trae este espacio y este tiempo.
Para una escritora, el sentido de esa oportunidad es grande, porque en los momentos de crisis sabemos que la experiencia de vida irá, tarde o temprano, a la escritura. Este libro es el producto de esa estrategia de vivir.
Levantarse de la cama
La tercera palabra "oportunidad" no la encontrarán en el libro, porque aparece en una nota que Gaby le deja a su editora, Marina Yuszcsuk, comentándole la inserción del cuento: "En la hora feliz".
Gabriela Bejerman, 31 de agosto de 2017: "Marina, a este texto (que era mi oportunidad para decir lo lindo de ser madre) le agregué unas frases de alegría puérpera. ¡Lo que pude! Que es poco en relación con el caudal de felicidad, claro. Si podés, miralo a ver cómo quedó. Espero poder haber dejado un poco más de halo de felicidad que antes."
El cuento empieza así:
"Muchas veces tengo ganas de escribir acerca de qué es estar con un bebé, un bebé que se tuvo, un bebé que tuve. Llega la hora feliz, la happy hour o changüí en que puedo subir a las alturas del estudio donde escribo, al lado de las plantas de la terraza y sus luces amarillas.
Otras veces es temprano de mañana, Cosme todavía duerme y yo empiezo a redactar cosas. Si intento levantarme, entiendo que mi cuerpo pide horizontalidad, un rato más de ahorrar energías para el aluvión del día. Y pasan los días, los meses, y no puedo poner en palabras lo que me pasa, no puedo parar a pensarlo."
Aun cuando el cuerpo de obreras o madres no nos deja movernos, estamos pensando en levantarnos a redactar un libro para darle un halo de felicidad al mundo
En cada una de estas tres citas encontré la palabra felicidad. La felicidad del parto, la felicidad de salir a la calle fresca luego de la lluvia, y la felicidad de escribir para poder decirlo.
Este libro nos habla de eso. Nacimos en una cama, moriremos en una cama. Y cada día, por alguna razón, nos levantamos de la cama, y aun cuando el cuerpo de obreras o madres no nos deja movernos, estamos pensando en levantarnos a redactar un libro para darle un halo de felicidad al mundo.
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