Subir a un tren y encontrarse con un hombre que lleva un balde de escorpiones, mirar un corte de pelo en plena calle, saber que hay una nueva legislación sobre la limpieza que establece que en los baños públicos de la ciudad no puede haber más de dos moscas a la vez, descubrir que un primer ministro, alrededor del 200 a.C., ocultó la muerte de un emperador e hizo suicidar a su sucesor, y que, según la acentuación, un vocablo como "ma" puede significar caballo, mamá, anestesia o sésamo. Son algunas de las cosas que cuenta Berti en La máquina de escribir caracteres chinos (Tusquets).
Aquel periodista, que 30 años atrás, con sus intrépidos 23, supo hacerse muy cercano Luis Alberto Spinetta mediante las entrevistas que le realizó y que dieron por resultado Crónica e Iluminaciones, un libro con más de 6 ediciones, continúa con su variada y premiada trayectoria literaria.
Es un autor diverso y de amplio recorrido. Desde su nacimiento en Buenos Aires, en 1964, vivió rodeado de bibliotecas y obras de arte. Tenía dos tías que eran maestras de literatura, un padre rumano exiliado de la Segunda Guerra Mundial que había intentado escribir la biografía de El Greco y su madre había estudiado Bellas Artes. En este entorno, con aproximadamente 8 años, creó su primera historieta, "Mic, el marciano", que hacía circular entre sus compañeros de colegio. Más adelante se volcó definitivamente hacia las letras y empezó a escribir cuentos.
Desde entonces se desenvuelve con mucho éxito como novelista, cuentista, periodista cultural, traductor, antologador, editor, guionista, tallerista y en tantas otras aristas del mundo de la escritura. Ganó importantes premios en todo el mundo y sus libros fueron traducidos a varios idiomas. Vive en París desde 1998. Recientemente fue invitado a formar parte del prestigioso grupo de experimentación literaria OULIPO, por el que han pasado artistas como Ítalo Calvino y Marcel Duchamp.
El escenario elegido del nuevo libro es la República de China, ese país de una cultura milenaria, que queda "del otro lado del mundo" y tiene, sobre todo, un idioma sumamente complejo. La máquina de escribir caracteres chinos es una suerte de crónica del viaje que hizo a Pekín junto a su mujer y su hijo. Era la segunda vez que visitaban el país y, sin embargo, les seguía generando mucha extrañeza. Es justamente es eso mismo lo que busca transmitir en el libro: una incontable cantidad de situaciones y sensaciones excelentemente narradas, a veces durante varias páginas, a veces en párrafos breves de 2 líneas. Anécdotas que lo sorprenden cada día, una precisa cantidad de datos históricos, geográficos, culturales, económicos, referencias literarias y descripciones. Incluso algunas fotos y un dibujo.
En medio de estas interminables listas sobre la población y diferencias culturales, Berti se obsesiona con conseguir una exótica máquina de escribir caracteres chinos, una especie de armatoste antiguo parecido a una fiambrera que le llama la atención en una feria, pero que no va a ser tan fácil de poseer.
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