Luz Gabás llevaba apenas unos meses como alcaldesa de Benasque, un pequeño municipio español en los Pirineos, cuando una editorial se interesó por su primera novela: Palmeras en la nieve narraba una historia de amor enmarcada en los años 50 en el África española. El libro salió en febrero de 2012 y se convirtió en un bestseller extraordinario que se mantuvo en la lista de los rankings de ventas durante todo ese año.
Desde entonces, sostener el doble rol de figura pública fue un fino equilibrio. Y lo fue más aún cuando dos años después salió su segunda novela histórica-romántica: Regreso a tu piel, situada en el siglo XVI, estuvo entre los diez libros más vendidos del 2014. "Fue una época en la que estaba dividida entre alcaldesa y escritora", recuerda Gabás. "Intentaba que una faceta no interfiriera con la otra. Era muy estricta al tratar con los medios de comunicación para no mezclar los dos ámbitos".
La escritora visita Buenos Aires por primera vez, presentando su nuevo libro: Como fuego en el hielo. La trama nos lleva al siglo XIX, tiempo en que, entre guerras y revoluciones, comenzaba a prefigurarse el Estado español moderno. Como fuego en el hielo (Planeta) narra la trágica historia de amor imposible entre Attua y Cristela, dos personajes que vienen de mundos diferentes.
Gabás habla con un claro acento español, aunque no tan marcado como los madrileños. Los del norte, explica, no pronuncian con tanta fuerza la jota y la zeta. Habla rápido, pero es muy amena. Parece de esas personas que le gusta conversar. Y responde todas las preguntas pese a que no le interesa hablar de su carrera política. "Fue una experiencia muy corta", dice. "Estuve cuatro años y ya. Cuando dejé de ser alcaldesa entendí que no tenía sentido seguir como concejala porque tenía que dejar que entrara gente nueva". Militante del Partido Popular (PP), su gobierno coincidió con el primer mandato presidencial de Mariano Rajoy.
—¿Cómo es su relación con la política actualmente?
—Evidentemente quien ha estado en política siempre lo está. Es una cuestión de querer saber cómo funciona tu país y el mundo. Quizás he recuperado la libertad de análisis y de observación. Cuando estás dentro no siempre puedes decir lo que piensas. Como escritora he recuperado esa libertad, que es muy necesaria. Y colaboro en el municipio en lo que puedo. Ya que soy una persona pública, si puedo colaborar en cuestiones de promoción turística o cultural, lo hago encantada. Es mi valle, es mi tierra: siempre voy a ayudar en lo que pueda.
—Por el contexto histórico de cada novela, uno podría pensar que no hay demasiado espacio para la política actual. Sin embargo, las tres novelas tienen una clara mirada política.
—Siempre me ha gustado el romanticismo y uno de los géneros favoritos dentro del romanticismo —aparte de la poesía— es la novela histórica, que, por un lado, te permite evadirte porque estás viajando al pasado, pero también te permite una reflexión sobre el momento que estás viviendo. Gracias a los viajes que he realizado al siglo XVI, al siglo XIX y a principios del siglo XX, yo también aprendí sobre mi contexto.
“Podemos” es muy romántico
—Hace muy poco, en la presentación de Como fuego en el hielo, dijo "Vivimos en un momento absolutamente romántico". ¿Podría profundizar en esa definición?
—Vivimos en un momento muy romántico, primero porque somos herederos de esa corriente político-cultural del siglo XIX, cuyos efectos se vivieron a lo largo del siglo XX, y luego porque hay una especie de revival, en el sentido de que es un momento muy apasionado, de derroche de pasiones. Antes de comenzar me preguntabas sobre la irrupción de "Podemos" en el escenario político: es muy romántico, eso ya se vivió en las revoluciones del XIX, en la "Primavera de los Pueblos". También está la idea de lo romántico como una tensión permanente entre el progreso, la tecnología y la naturaleza. Y en el miedo existencial ante la desdivinización del mundo, que nos hace sentir como náufragos.
—El paisaje de los Pirineos aparece en las tres novelas, pero en cada una gana más preponderancia. En Como fuego en el hielo deja de ser telón de fondo y se convierte en un personaje más. ¿Por qué la convoca escribir sobre eso?
—Es un territorio que conozco bien, es un territorio inspirador por muchas razones. En la primera novela, Palmeras en la nieve es el lugar de origen, aunque la acción sucede sobre todo en África; en la segunda novela está presente también pero no tanto como alta montaña, sino como un lugar real donde suceden los hechos reales. Como fuego en el hielo es el homenaje que me faltaba a los Pirineos, como lugar descubierto por los viajeros del siglo XIX y como lugar romántico por excelencia.
—En los personajes de Como fuego en el hielo hay una dimensión dramática, que tiene que ver con cómo se definen: ella está tironeada por dos realidades, él está frente a un amor imposible. ¿La novela pone al honor por encima del amor?
—No sé si por encima, pero muy a la par. La novela es sobre la vida y la vida es una pelea continua entre lo que deseamos y lo que tenemos que hacer. Hoy en día utilizamos la palabra "libertad" a la ligera. No siempre es posible "ser tú mismo". En ese sentido soy determinista. Dependiendo de dónde has nacido puedes tener derecho a unas opciones o a otras. Efectivamente el honor es una prueba vital. ¿Puede más que el amor? Yo creo que él lleva el amor adentro y que es consciente de que nunca amará a nadie como la ama a ella, pero debe priorizar sus obligaciones morales.
—¿Esta novela, que se da en el siglo XIX, podría darse en el siglo XXI?
—Yo pensaba que no, pero me sorprendo con la recepción por parte de los lectores. En el sentido de que muchos se están identificando con este héroe mártir. Esto me hace pensar que realmente estamos más condicionados de lo que nos creemos. Una cosa es la teoría, la ficción que vemos en las películas, por ejemplo, y otra cosa es la realidad, que sigue siendo una batalla.
Yo no elijo mis lecturas porque el autor sea hombre o mujer y doy por hecho que el buen lector hace lo mismo.
—Me sorprendió la cantidad de lectores masculinos de la novela. En un género que uno podría creer que les interesa más a las mujeres, hay muchos hombres que se sienten conmovidos por sus libros.
—Eso significa que son buenos lectores, porque yo al lector le presupongo una sensibilidad y, de igual modo que yo no elijo mis lecturas porque el autor sea hombre o mujer, confío y doy por hecho que el buen lector hace lo mismo. No entro en cuestiones de género; para mí la literatura no tiene género.
—Una cuestión importante en las novelas es su dimensión épica.
—Sin épica las novelas se convertirían en otra cosa. Intencionadamente hay épica porque engrandece. Estoy hablando de héroes cotidianos, pero el lector —y yo como lectora— espera que los protagonistas se engrandezcan. Son tan normales como tú y yo, pero tienen que tener algo más. Por eso los elevo, los romantizo y los coloco en una gran gesta. Porque para mí la gran gesta es sobrevivir, no irte a encabezar un ejército.
>>> Registrate en Grandes Libros y descubrí la red social de lectores más grande de América Latina.