Juan Solá es un secreto a voces, de esos autores que cuando nos enteramos ya vienen arrastrando un público a mansalva. Solá es escritor y guionista entrerriano-chaqueño de 28 años. Escribe desde los 10 años y tiene tres libros publicados; a finales de año sale el cuarto. Dirige la editorial independiente Arbol Gordo y es admirador de Saramago, Cortázar y Pizarnik. En Facebook lo siguen más de 130.000 personas. Allí publica textos breves de actualidad, de experiencias personales y ajenas; la mayoría son compartidos más de setecientas veces y suman tres mil megustas. ¿Quién es este chico que está en las listas de más vendidos de las librerías y cuya novela va a ser llevada al cine y al teatro?
Hace unos meses salió su novela La Chaco (Hojas del Sur), que agotó dos ediciones. La historia sigue en Ximena, una travesti chaqueña, en su viaje a Buenos Aires. Dueño de una sensibilidad cruda, Solá escribe sin prejuicios ni tabúes historias difíciles de digerir, que duelen y escandalizan. Le da voz a los que están al margen. Les da protagonismo y les devuelve la dignidad. No hay bajada de línea ni condescendencia, hay empatía, lucidez y humor que hace que sus lectores crezcan día a día y lo sigan con fervor.
Hablamos con él sobre su relación con la escritura, sobre las redes y sobre el tema que toca su libro, la violencia y la ternura en la vida de las travestis.
–Tus textos tienen muy buena recepción en las redes sociales. Los lectores te siguen, te escriben, están pendientes de lo que subís. ¿Pensás en ellos al escribir?
-Empecé a escribir para mí, para mis amigos, para mi vieja, para algún que otro amor, pero me había separado completamente de la idea del lector, del pensamiento de tener a alguien esperando un texto mío. Tantos años después sigue siendo reconfortante el gesto amable y las palabras de las personas que leen lo que hago y es un gran motor para continuar apostando a una profesión que es más arriesgada de lo que parece, especialmente en tiempos donde los libros no pueden ser prioridad si no están hechos de harina o carne. Hoy en día elijo escribir historias que generalmente están basadas en hechos reales, cosas que la gente que me escribe, me cuenta, y que tienen tanta magia (y a veces tanta oscuridad) que ninguna ficción pareciera poder superarlo.
–La Chaco es una historia muy fuerte, que cuenta situaciones de mucha violencia que suceden con frecuencia, pero de las que no se habla. ¿Qué te interesó de la situación de las travestis para retratarlo en el libro?
-Andrés Mego, de la editorial Hojas del Sur, me dijo que quería un libro mío para el sello que dirige y que podría escribir sobre lo que más quisiera y acepté. Hacía tiempo que quería hablar de la identidad y la vida trans, tan ignorada, que ocurre en las sombras. Sobre todo en las ciudades más pequeñas donde las nuevas leyes muchas veces no alcanzan para que los vecinos tomen conciencia de que lo trans existe y respira. Lo trans lucha para estar a salvo y para sobrevivir, y ama, ama como cualquiera de nosotros o a veces inclusive mejor que nosotros, porque en lo trans pocas veces hay lugar para sentimientos hipócritas, porque en el dolor compartido se descubren lxs hermanxs.
–¿Cuál fue tu desafío? ¿Qué cosas querías mostrar?
-Viviendo en Resistencia había militado para Unidos por la Diversidad, una asociación civil formada poco antes de la aprobación del matrimonio igualitario y en la cual me desempeñaba en la comisión transgénero (decidí trabajar ahí para poder aprender más, para quitarme los prejuicios y me encontré con un mundo que para mí era completamente desconocido). Quería mostrar personajes cercanos a la calle pero lejos de la delincuencia. Quería recuperar la esencia humana, la imaginación, todo aquello de lo que el discurso social despoja constantemente a las travestis para asociarlas inmediatamente a las drogas y al sexo por dinero, como si las prostitutas no soñaran, como si las señoras paquetas no tomaran drogas.
–En un momento de la novela mostrás cómo un noticiero recibe y comunica de manera nada inocente una situación de violencia. ¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación en la imagen que tiene la gente sobre las travestis?
-Los medios de comunicaciõn tienen hoy la obligación de subsanar los errores cometidos por colegas de la vieja escuela. Por periodistas como Mauro Viale que entrevistaba personas transgénero y se reía de ellas en el programa. O por reporteros de canales de televisión que ridiculizaban expresiones culturales drag y queer, incapaces de entender el arte performático como una herramienta de resistencia.
–¿Cómo fue tomado el libro por la comunidad trans y en general?
-Por el momento recibí críticas muy amables del libro y estoy muy contento por eso, no sé cómo lo tomo "la comunidad", pero sí puedo decir que ha sido muy bien recibido en muchos espacios, inclusive en aquellos destinados a la enseñanza secundaria y universitaria, y eso me hace sentir mucho orgullo.
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