Black out, el fascinante e inclasificable libro de María Moreno, que entrecruza memorias, crónicas y crítica literaria, fue elegido como libro del año por un jurado de notables convocados por la Feria del Libro. Ayer, en una ceremonia sencilla en la que participaron Oche Califa (director de la Feria), Juan Ignacio Boido (director editorial de Penguin, por donde salió Black out) y Héctor Pavón (en representación del jurado), la escritora recibió una plaqueta y un cheque por 20.000$.
"Lo escribí para quienes ya no pueden leerlo", dijo Moreno. "Es con el recuerdo de mis amigos muertos que recibo este premio. Es preciso hacer volver a sus queridos espectros para que sus legados no se esfumen con el olvido de sus textos, mediante la sustitución vertiginosa que impone el mercado."
El Premio de la Crítica no sólo consagra un libro, sino que celebra una trayectoria: Black out viene a sumarse a una serie de títulos imprescindibles de Moreno como El affair Skeffington (1992, reeditado por Mansalva), Banco a la sombra (2007, Sudamericana), La comuna de Buenos Aires (2011, Capital Intelectual), Subrayados (2013, Mardulce).
Un pasado mítico en la literatura
Antes de convertirse en editor, un joven Juan Boido compartió la redacción de Página/12 con una experimentada María Moreno. "Ahí la vi escribir, desgrabar, esconderse de los editores que preferían que entregara antes a que entregara bien", recordó.
Con un texto muy emotivo, Boido destacó el carácter legendario de Moreno: "Parecía venir de un lugar de leyendas, de un pasado mítico hecho de redacciones, bares, whiskeys, madrugadas. María venía de ese lugar donde ya se había hecho todo antes y mejor. Lo conocía a Briante de antes, lo conocía a Charlie Feilling de otro lado, desarticulaba las provocaciones de Fogwill con la liviandad y la agudeza de una maestra benévola ante un niño revoltoso pero bueno, y hacía eso porque lo conocía de antes de ser Fogwill."
Para Boido, Black out es "un artefacto emocional y cultural mucho más complejo que unas memorias" que le da voz a aquel pasado mítico y lo obliga a decir algo, a decirse. "Al escribirlo", cerró, "María lo desmitifica, lo devuelve al mundo de los vivos y lo hace entrar a la literatura".
"¿María Moreno está desnuda?"
El periodista Héctor Pavón fue uno de los 17 integrantes del jurado de premiación. "Black out es el libro del año no sólo porque es una lección de escritura sino también porque es realmente disruptivo", dijo. S bien el título remite a la amnesia, Black out no trata de lo que queda en la inconsciencia de la borrachera, sino se construye como "una versión singular de la 'Amarcord' de Fellini, donde el pasado se vuelve biografía colectiva".
Pero: ¿hasta dónde llega a Moreno con su lista descarnada de bochornos en las que el alcohol es a la vez motor y centro? "Dicen que María se desnuda después de cada botella vacía", siguió Pavón, "y, sin embargo, hay un resto que queda, algo que no se cuenta. Uno sospecha los límites de la vergüenza, pero no puede deducirlos." (Más tarde, Moreno diría que "Héctor reconoció algo fundamental: que ninguno de mis secretos está ahí").
Black out tiene un matiz comparable con el ambiente de las novelas de Francis S. Fitzgerald, donde el presente es el único tiempo posible, en donde se resume lo que queda del día. En palabras de Pavón, el libro "da una identidad de perpetuidad, la adicción es un invento, el alcohol es fiesta, amor de amigos, celebración, resaca, esquina del desorden armónico".
La necesidad de un acto simbólico
Con mucho humor, María Moreno comenzo diciendo que le escribió con apuro a Oche Califa para recordarle que su nombre no es ese, sino Cristina Forero. "Por un momento me imaginé la escena del papelón de recibir un cheque a nombre de María Moreno delante de todos ustedes y yo, observando con angustia, el papel con el nombre de otra. Y debiendo lo que debo de tarjeta de crédito".
Entonces hizo el recuento de los premios que fue recibiendo a lo largo de su carrera: el premio Loco Chávez que le dieron en la discoteca Paladium, el premio de la revista Nexo a la labor periodística contra la discriminación de género que tenía la forma de "un gran órgano sexual masculino que se me cayó durante una limpieza y, por las rajaduras y fracturas, quedó convertido en una especie de premio a la castración", la escultura de una mujer gordísima a la que ve como una profecía desagradable y otro más, que parece un esqueleto y, por eso, lo imagina como un premio póstumo. "En cambio", dijo, "esta estilizada placa de acrílico tan minimalista en su diseño —al igual que el cheque— me hace gritar como Marta Minujín: ¡Arte, arte, arte!"
"Recibir un premio", continuó, "implica que te saquen de una serie, la de los otros candidatos, y que te coloquen en otra, en este caso con Carlos Gamerro, Tamara Kamenszain, Diana Bellessi, Martín Kohan, por nombrar a otros premiados por la crítica en ferias anteriores. Es un honor formar parte de esta serie. Black out, además, habla de otra serie de escritores: Norberto Soares, Miguel Briante, Jorge Di Paola, Charlie Feilling, Héctor Libertella, y de sus posturas estéticas en vida y obra. Ellos representan un modo de intervenir intelectual y políticamente hoy casi extinto, el de dialogar desde una crítica del poder, el de tener como proyecto una disrupción en el establishment, el de querellar con los medios desde los mismos medios sin aceptar jamás sus condiciones complacientes."
Como todo premio, este no pasa de ser un acto simbólico, pero, señaló, "estamos necesitados de toda clase de actos simbólicos como motor de la resistencia y de la acción. Sobre todo con el arrasamiento simbólico y negacionismo político que constituye el fallo del 2 x 1, una fórmula numérica que esconde el deseo de aniquilación de los derechos de quienes, entre otros grupos militantes, dijeron '5 x 1 no va a quedar ninguno'. Fórmula discutible, pero a través del juicio justo y del debate colectivo, y no con una vuelta atrás mediante un ardid jurídico que borra la realizado y pretende devolver, como en el juego de la oca, al primer casillero".
Y si de fórmulas numéricas se trata, María Moreno cerró su discurso con la frase insignia de la lucha contra la violencia machista: "Vivas nos queremos, ni una menos". Los aplausos del final estallaron en la sala Villafañe.
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