Historias de hoteles: entre la aventura y el sueño de libertad

Grandes escritores de la literatura universal han escrito sobre la vida en los hoteles. Eduardo Berti, lector exquisito, reunió muchísimos de estos textos en la antología “Vidas de hoteles” (Ed. Adriana Hidalgo). En esta nota cuenta cómo fue su trabajo.

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Eduardo Berti es el compilador de "Vidas de hotel" (Ed. Adriana Hidalgo)

Los hoteles, como los libros o como la ficción en general, ayudan a que en nosotros se dispare la ilusión de aventura y de libertad: la ilusión de diversas vidas posibles. Cada viaje (sea real o por medio de la ficción) nos propone otras realidades, otras perspectivas, otras formas de ver; y todo eso realimenta nuestros sueños de cambios y nuevos inicios.

Los hoteles aparecen íntimamente ligados a estos sueños: en los hoteles se suelen celebrar fiestas para recibir el año nuevo, conferencias de prensa con anuncios importantes, lanzamientos o presentaciones de novedades; en los hoteles se suelen instalar los presidentes recién electos a la espera de su asunción; en los hoteles se inician romances y, más tarde, a ellos suelen ir las parejas de recién casados antes de partir de luna de miel; a los hoteles acuden los admiradores de las celebridades con el anhelo de obtener una foto, un autógrafo o apenas un atisbo del ídolo; a los hoteles van los aficionados del equipo local para no dejar dormir al equipo visitante que ahí se aloja y así cumplir la improbable fantasía de influir en el resultado. Tras las puertas de los hoteles también rondan las muertes, las disputas, las infidelidades o hasta los más inquietantes fantasmas.

“Vidas de hotel” (Ed. Adriana Hidalgo) incluye cuentos de grandes autores de la literatura universal
“Vidas de hotel” (Ed. Adriana Hidalgo) incluye cuentos de grandes autores de la literatura universal

Pocos ámbitos permiten, por otra parte, que en ellos se crucen personajes de edades, nacionalidades, profesiones y orígenes sociales tan distintos. No sorprende, por lo tanto, que los escritores hayan elegido tantas veces los hoteles (y sus múltiples variantes: pensiones, albergues, etcétera) como marco para sus novelas o sus cuentos.

Vidas de hotel es tan solo una posible antología de las muchas que podrían armarse en torno a este tema. Me llevó un tiempo elegir los relatos, en los que quise que imperase la variedad: autores clásicos, pero también actuales; autores más o menos conocidos; relatos de diferentes lenguas y géneros; historias con diferentes situaciones narrativas en las que el hotel pueda aparecer como refugio o escondite, pero también como negocio, como escenario de una noche de pesadilla o como sitio donde ocurre un imborrable encuentro amoroso.

Un amigo me ha dicho el otro día que, más que como "compilador", debería yo figurar como "conserje" del libro. No es mala idea. En cierto aspecto, una antología tiene algo de hotel porque hace que convivan textos que normalmente no forman parte de un mismo lugar. Un viejo chiste cuenta que un periodista llama a un hotel de lo más distinguido, digamos el Ritz de Nueva York, y pide hablar con el rey. "¿Con cuál de todos ellos?", responde el telefonista. Las antologías son algo así… Libros con varios reyes, sobre todo si los autores (gracias, en buena medida, a las gestiones de derechos que hizo la gente de Adriana Hidalgo) van desde Piglia, Saer y Cortázar hasta Henry James, Chejov y Pirandello. Confío en que los lectores que viajen a esta antología se sientan muy bien hospedados.

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