El miedo no se puede domesticar. Mientras el amor y el deseo están "entrenados" por el cine y la publicidad, la respuesta que provoca el miedo es única para cada uno de nosotros: el miedo es intransferible. Tal vez allí esté la clave de por qué nos gustan tanto los libros de terror, porque es una manera de conocernos. Un libro de terror se lee con todos los sentidos puestos sobre él.
Te proponemos aquí un recorrido por aquellos grandes clásicos que han asustado al mundo.
Frankestein o el moderno prometeo
John Polidori, Percy y Mary Shelley visitaron a Lord Byron en Suiza durante la erupción de un volcán que puso en crisis a toda Europa. Con tal realidad dominando la escena, los escritores se retaron a escribir una historia de terror. En aquel momento, sólo Polidori consiguió hacerlo con Ernestus Berchtold o el moderno Edipo. Pero en Mary el tema quedó resonando y poco después publicó Frankestein o el moderno prometeo, que sería la primera novela de ciencia ficción y terror gótico de la historia.
Drácula
Demonio gótico de fin de siglo —la historia llegó por primera vez a las librerías el 26 de mayo de 1897—, Drácula disfruta de generar pensamientos malignos en la gente, no soporta verse al espejo, nunca come ni bebe, es insensible a la música. (Comparte ciertos puntos con el Dorian Grey de Oscar Wilde). El origen de Drácula estaría en una pesadilla que Bram Stoker tuvo en 1890. Aquella vez escribió en su diario: "Joven sale, ve unas chicas, una intenta besarle, no en los labios sino en la garganta. Viejo conde interfiere, cólera y furia diabólicas, este hombre me pertenece, lo quiero para mí".
El caso de Charles Dexter Ward
En tiempos antigulos, la Tierra estaba poblada por otras razas, pero fueron expulsadas por practicar magia negra. Ahora viven en el Exterior y están dispuestas a volver. Este es el principio que rige el mito de Cthulhu, con el que H.P. Lovecraft la de un vuelco al terror gótico de fantasmas. El caso de Charles Dexter Ward es un relato policial atravesado por el ocultismo y fuerzas desconocidas. Stephen King se inspiró fuertemente en Lovecraft para Revival.
La caída de la casa Usher
"¿Qué era —me detuve a pensar—, qué era lo que me desalentaba al contemplar la Casa Usher?" Un joven caballero visita a su amigo de la infancia, Roderick Usher, que vive recluido en compañía de su hermana. Usher sufre de una enfermedad indefinible, pero quien muere es otra persona y sus huesos… Mejor no arruinar esta historia clásica, tal vez la más lograda de Edgar Allan Poe.
Siempre hemos vivido en el castillo
Shirley Jackson tenía once gatos y a cada uno le había puesto el nombre de un demonio. Murió muy joven, apenas 48 años, víctima de un ataque al corazón que, se cree, fue provocado por el tratamiento que seguía para combatir las enfermedades que sufría: neurosis, depresión, ansiedad, agorafobia. Justamente en la novelita gótica Siempre hemos vivido en el castillo explora sus complejos claustrofóbicos: dos hermanas junto a su tío intentan que "todo siga igual" en una familia en la que los integrantes mueren envenenados.
It/Eso
Hace 21 años, Stephen King publicaba una de las mejores novelas de terror de todos los tiempos. No, no era Carrie ni El resplandor ni Cementerio de animales (todas podrían haberlo sido, claro), sino It. En esta novela enorme, un grupo de chicos —luego adultos— se enfrentan a un monstruo sin nombre, al que le dicen "Eso" y que se alimenta del miedo que provoca. "Eso" es capaz de cambiar de forma, la más icónica es la del payaso demoníaco Pennywise. Y es que no debe haber nada más diabólico que un payaso.
La semilla del diablo
La semilla del diablo —o El bebé de Rosemary — fue llevada al cine con dirección de Roman Polansky y protagónico de Mia Farrow y John Cassavetes. Ruth Gordon ganó el Oscar a mejor actriz secundaria y Polansky fue nominado por guion adaptado. Casi 35 años después, Ira Levin dijo sentirse culpable por escribirla, ya que luego de ella vinieron otras como El exorcista: "Hay toda una generación que ha sido expuesta y tiene más fe en Satanás. Yo no creo en Satanás. Y pienso que el fundamentalismo que tenemos no sería tan fuerte de no haber tantos de estos libros".
El mal menor
Se fue muy rápido, demasiado rápido: tenía apenas 36 años. Y aunque la enfermedad se le había presentado a los 20, Charlie Feiling no dudó en desarrollar un ambicioso proyecto literario que requería de un tiempo infinito para completar. Quería escribir todos los géneros. Llegó a un libro de poemas (Amor a Roma) y tres novelas, El agua electrizada (policial), Un poeta nacional (aventuras) y El mal menor (terror). De esta última, la que ahora nos convoca, decía Ricardo Piglia: "Feiling toma una decisión muy sagaz: en su novela el terror es del orden de los personajes y no incumbe a los efectos de la narración. El mal menor no es un relato de terror sino un relato sobre el terror. Algunos protagonistas inolvidables de la novela son los que se mueven en un mundo aterrador y ven lo que otros no ven, y sufren las consecuencias de su sombría clarividencia."
Los peligros de fumar en la cama
Con un volumen de cuentos que abordan lo siniestro, Mariana Enriquez (Chicos que vuelven, Las cosas que perdimos en el fuego) se convirtió en una autora insoslayable del género. Los peligros de fumar en la cama (2009, recientemente reeditado por Anagrama) hace foco en el la infancia y la adolescencia para visitar los distintos tipos de terror que aparecen en una sociedad crispada como la argentina. Cabe señalar, además, que el cuento "Cuando hablábamos con los muertos" fue el primero en tematizar a los desaparecidos en la clave del género.
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