Almendra, la primera banda de Luis Alberto Spinetta, en la que también tocaban Emilio del Guercio, Edelmiro Molinari y Rodolfo García, es un clásico insoslayable en la historia del rock nacional. Pero: ¿por qué? ¿Qué hace que sus canciones sigan tan presentes, tengan tanta actualidad?
En el ensayo Tu tiempo es hoy (Eterna Cadencia), Julián Delgado rastrea a través de diferentes fuentes —que lo llevan incluso a la primera participación de Spinetta en la televisión a los 14— las respuestas a estos interrogantes, a la vez que propone una interpretación de la banda ligada a la historia argentina.
—El libro se titula Tu tiempo es hoy —dice, invitado por Infobae para hablar de su libro—. Una frase fuerte, que algunos reconocerán como un verso de "Muchacha". En esa frasecita hay una clave. "Tu tiempo es hoy": por qué me interpela, qué me está diciendo. La potencia de Almendra está relacionada con la voluntad de estar en su tiempo, de hacer una música que hable de su tiempo.
—¿Por qué el seguimiento de la banda analiza especialmente el contexto histórico?
—Yo soy historiador y mis preguntas vienen por esas áreas. La historia de la banda es muy singular —como todas las historias— y tiene que ver con el momento histórico. Almendra se forma en el '68 y se separa en el '70. Cómo puede ser que estos tipos armaran algo tan potente en tan poco tiempo. Mi indagación vino por ver qué pasaba en ese momento para que surgiera un grupo de estas características. Los años '60 y '70, como todos saben fueron años de grandísima agitación, años híper dinámicos donde las cosas cambiaban casi día a día o mes a mes. Almendra está en un momento muy fuerte, que es el de la irrupción del Cordobazo, la irrupción de la movilización popular masiva, también el de la radicalización política. Esa coyuntura de cambios repentinos, abruptos y decisivos, a partir de los cuales es bastante perceptible, para los propios actores del momento, que hay un antes y un después. Eso que estaba pasando me permitía entender un poco el proyecto musical de Almendra.
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—En un capítulo hablás del verso "Tu tiempo es hoy" como una frase que hasta podría tener una reverberación de la revolución rusa. Pero Spinetta nunca tuvo la intención de intervenir políticamente con sus canciones.
—Ese es otro elemento que hace muy interesante indagar en la historia de Almendra. Salvo por algunos casos muy puntuales, detalles, alguna mención en una canción, alguna frase que dijo uno o el otro en aquel momento, está claro que no hay referencias políticas explícitas abiertas. Sin embargo, Almendra, como proyecto musical, es profundamente político en el sentido más amplio de la palabra. Es una apuesta por intervenir en su presente a partir de construir un lenguaje musical nuevo.
—Una de las características típicas de Spinetta era no mirar hacia atrás. Por ejemplo, en los conciertos en los que presentaba un disco nuevo, generalmente no tocaba las canciones del disco anterior. ¿Cómo funciona Almendra en esa carrera?
—Sería un error caer en la trampa de adjudicarles a cada uno todas esas características que les conocemos desde el principio. Es más interesante ver cómo surgen y preguntarse por qué surgen. Pero es muy claro que esa actitud aparece casi desde un comienzo en Spinetta y en los otros tres músicos de la banda. Hay crónicas de 1970 que cuentan que Almendra no tocó "Muchacha". Algo se inaugura ahí. Bueno, de nuevo: "Tu tiempo es hoy". La idea de no tocar las canciones no se construye desde un lugar caprichoso sino desde un lugar ideológico.
—¿Ideológico-estético?
—Totalmente, en el sentido más amplio de la palabra. Una idea de cómo intervenir en el presente, de cómo pensar el mundo a partir de la propia trayectoria.
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—Más de una vez, Spinetta dijo que "Muchacha" no le gustaba. ¿Cómo fue trabajar teniendo como núcleo esa canción, que, además, casi no volvió a tocar?
—No sé hasta qué punto ese disgusto no tiene que ver con la actitud que decíamos, la idea de no quedarse con el pasado, y entonces se ensañó con "Muchacha" porque era la que todos los pedían. No sé hasta qué punto tiene más que ver con eso que con una cuestión puntual de la canción. Es muy difícil juzgar a Almendra por una sola canción, porque, justamente, su apuesta musical tenía que ver con la heterogeneidad, con cambiar todo el tiempo. El primer disco, el que todos conocen, el del hombre de la sopapa, empieza con "Muchacha", una canción acústica, una canción de amor, tocada sólo con una guitarra, y la segunda es "Color humano", una canción híper rockera, con una guitarra distorsionada desde el principio, con un larguísimo solo de guitarra: es un contraste total. Ahí estaba la propuesta.
—¿Hay epígonos de Almendra?
—Una cosa es pensar epígonos de Almendra y otra de Spinetta. Me parece que, para muchísimos músicos, Almendra —como Pescado Rabioso, Aquelarre y las bandas que se forman después— es una influencia central, pero la voluntad que tenía el grupo de ser siempre original, la exigencia de ir para adelante y mirar a lo nuevo, lo hace un poco difícil de atrapar. Es muy difícil de imitar Almendra. Uno puede imitar el gesto, puede imitar la voluntad. Hay bandas que han podido leer eso y que siguen haciéndolo.
—En el libro también hablás de la forma en que grababan en el estudio. ¿Cómo hubiese sido la potencia de una banda como esta, que experimentaba tanto, con la posibilidad técnica que tenemos hoy?
—Es difícil de contestar porque uno siempre piensa pura y exclusivamente en la música. Pero yo, justamente, intenté pensar ese proyecto en otras facetas: cómo grababan, cómo se difundía su música. Creo que la tarea creadora y lo que la banda fue no es independiente de todos esos elementos. Almendra hubiese sido totalmente distinto con las posibilidades de grabación de hoy día. Así de simple. Hubiera sido otra banda.
—Spinetta trabaja muchísimo con el rol del artista y el significado del tiempo. ¿Esos dos valores estaban ya en Almendra?
—Almendra era una banda fuertemente intuitiva. Yo no diría que estaban marcados y definidos esos dos valores, pero, que uno puede percibirlos en su música me parece clarísimo. Ellos los estaban buscando y a veces los encontraban con más claridad, otras menos. Pero fue esa intuición la que los llevó finalmente a forjarlos.
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