Lo que no mata fortalece.
Y este parece ser el caso del multipremiado pianista autodidacta James Rhodes. Con una historia oscura de abusos y violaciones (que según el autor son cosas bastante diferentes a las que hay que llamar por su propio nombre), enfermedades mentales, intentos de suicidio y cultura pop aplicada a la música clásica; la historia detrás de la publicación del libro Instrumental: memorias de música, medicina y locura es tan complicada como aquello que narra.
La ex esposa del joven pianista había iniciado demandas judiciales para prohibir la publicación de un libro que, según ella, podría afectar la vida privada del hijo que tienen en común y del que Rhodes ya perdió la custodia. Al final de un largo camino judicial, iniciativas mediáticas de actores y escritores famosos que apoyaban la publicación, entrevistas y declaraciones públicas, en el 2015 le fue otorgado el permiso para publicar su historia. En estos días llega Instrumental, la versión en castellano de Blackie Books, distribuida en la argentina por el sello Del Nuevo Extremo.
"La música clásica me la pone dura" es la primera línea de una autobiografía que, como en una montaña rusa diabólica, no te dejará respirar hasta el final. Dividida en tracks que hacen las veces de capítulos, cada una de las piezas musicales que inician el nuevo relato marcan, por así decirlo, un tempo, un clima, que a medida que avanza el libro se vuelve un concierto complejo y variado, réquiem y oda a la vez de una vida llena de altibajos y que, lejos de buscar aleccionar o adoctrinar, intenta dar cuenta de uno de los puntos más atractivos del libro: el don, el arte y la creación surgen a pesar de la tragedia y no gracias a ella. Y también que el arte cura. Si hay un hilo conductor que une todo el libro es ese. El arte, en cualquiera de sus formas, puede sanarnos. Una actividad creativa, constructiva y divertida sobrevuela el horror, lo apaga, lo amedrenta y lo esconde en un lugar de nuestra mente o corazón donde ya no puede atormentarnos.
Lejos de ser un libro sobre abuso infantil, esta autobiografía de Rhodes viene a contarnos con mucho humor e ironía que se puede salir parado de los lugares de dolor. Habla de la infancia del artista pero también de su paternidad, de sus enfermedades mentales, de su matrimonio fallido, de su camino como músico, del rol de los agentes musicales y de cómo intenta desde su lugar, quitarle el polvo presuntuoso al mundo de la música clásica. Todos los temas que separan los capítulos se encuentran en una lista de Spotify y la experiencia de acompañar la lectura con la música que Rhodes propone y en cuya historia basa cada capítulo, se vuelve un placentero viaje hacia adentro y hacia el autor.
Y así, como en una montaña rusa diabólica, llegamos al final de una autobiografía de la misma manera que el final de la montaña: la velocidad aminora, se nivela el suelo, el viento es menos dramático en nuestro rostro y podemos bajar a tierra firme, un poco mareados, aterrados frente a la idea de no poder caminar y con la ¿casi? certeza de haber vivido una experiencia única que queremos repetir.
Un libro denso, complejo y bello, como la música clásica.
Esta noche, seguramente en jeans y remera, charlará con el público que pueda ir a verlo a la Usina del Arte. Les contará sobre sus días en Buenos Aires y los hará reír mientras interpreta a Bach o Chopin, o cualquier otra pieza que encuentre en su mente y le ayude a compartir la experiencia artística compleja y bella de la música clásica.
Rhodes tocará hoy, viernes 17 a las 20 horas, en La Usina del Arte, Agustín Caffarena 1 y Pedro de Mendoza, con entrada gratuita. Se entregan dos entradas por persona y comienzan a repartirse dos horas antes del concierto.
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