Diez novelas policiales para conocer el género y todos sus estilos

Un viaje por la historia del policial a través de 10 clásicos que son pilares fundamentales del género

Las novelas policiales tienen, entre muchos otros beneficios, la característica de garantizar siempre un momento de lectura entretenido, atrapante. Si alguien no sabe qué libro comprar, y además tiene poca plata, el policial suele ser la mejor opción. La oferta es amplia y una apuesta segura. Nunca falla.

Ya en tema, y más allá de los thrillers psicológicos de John Katzenbach como El psicoanalista o la Saga Millennium de Stieg Larsson -por poner dos mega sucesos de este siglo-, el policial es un género repleto de gemas y aristas, con muchos estilos, escuelas y un mundo de diversión y diversidad para explorar.

Proponemos un viaje por la historia del policial a través de 10 clásicos que son pilares fundamentales de un género mal llamado menor y que incluye obras maestras de la literatura universal.

Edgar Allan Poe es el primer padre del género

1. Los crímenes de la calle Morgue, de Edgar Allan Poe

Si se aplicara la teoría del Big Bang al género policial, habría que decir que el origen de la expansión de ese universo fue el genio sin igual de Poe. Específicamente con estos cuentos, publicados en 1841. Después siguió con El misterio de Marie Rogêt (1842-1843) y La carta robada (1844), tres clásicos indiscutibles, aún originales con el paso de los siglos.

El protagonista en todos es Auguste Dupin, el primer investigador de ficción que resuelve crímenes a través de pistas con las que llega a deducciones brillantes. Así, el lector sigue el caso hasta la explicación extraordinaria del final. No es detective, sólo es muy inteligente. Vive en París con un amigo, que es el narrador anónimo de sus aventuras. El formato, claramente, fue el modelo en el que se inspiró poco después Sir Arthur Conan Doyle para crear a Sherlock Holmes.

Los crímenes de la calle Morgue, en donde tiene que resolver el asesinato de una madre y una hija cuyos cuerpos aparecen en un departamento en París es, también, el primer misterio de "habitación cerrada", que luego llevaría a su pico de gloria Agatha Christie.

Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, prtagonistas de la serie “Sherlock”

2. Estudio en escarlata, de Arthur Conan Doyle

Las aventuras de Sherlock Holmes y su compañero, el doctor John Watson, fueron una saga, pero no tan larga como podría suponerse al ver la huella que dejaron en el mundo. Al escritor escocés le alcanzó con cuatro novelas y cincuenta y seis relatos compilados en cinco libros para irrumpir en la escena del crimen.

Esta, la primera historia, de 1887, tiene dos partes. En una se narra cómo se conocen y quiénes son los protagonistas, el investigador excéntrico y su secuaz. En la otra, se relata el primer enigma a resolver: un hombre asesinado en una habitación repleta de sangre, pero sin ninguna herida.

Eran los inicios absolutos del género, así que algunas veces la increíble genialidad del detective resulta un poco inverosímil, o saca conclusiones gracias a datos que el lector no tuvo, pero no deja de ser siempre genial. Lejos de cualquier pacatería, además de un asesinato, hay una trama que incluye poligamia y venganza. Todo regado de la finísima ironía británica de Holmes. O, mejor dicho, de Conan Doyle.

Agatha Christie era la clásica narradora del método deductivo

3. El misterioso caso de Styles, de Agatha Christie

La actualización siglo XX de la corriente inglesa del policial tiene una reina absoluta: Agatha Christie. Ella llevó al máximo el esquema de la resolución puramente intelectual de un crimen, que sucede en habitación cerrada y a primera vista parece imposible. Christie es la creadora de Hércules Poirot y de Mrs. Marple, dos de los personajes recurrentes del policial más famosos del mundo.

Publicada en 1920, la novela plantea el enigma de una millonaria encontrada muerta en su habitación, de un infarto o por envenenamiento. Todos los habitantes de la mansión tienen un motivo para querer matarla, ¿quién fue? Es la primera historia del, un poco insoportable pero siempre efectivo, Poirot, que llega para resolver el caso. Dato curioso: su última aparición fue en Telón, de 1975, donde él muere. Fue justo un año antes del fallecimiento de su autora. Poirot, además, es el único protagonista de ficción que tuvo su propio obituario real en el New York Times. El 6 de agosto de 1975, el prestigioso diario publicó: "Hércules Poirot está muerto; afamado detective belga".

Humphery Bogart en la piel de Sam Spade

4. El halcón maltés, de Dashiell Hammett

Por acá comienza la escuela estadounidense de novela negra, forjada en los días de la Gran Depresión. El subgénero que abrió el juego a otros puntos de vista, también el del criminal en varios casos, fue inventado por Raymond Chandler con su detective Philip Marlowe (hecho ícono en el cine representado por los durísimos Humphrey Bogart y Robert Mitchum), Carroll John Daly con su Race Williams (menos popular, pero sin dudas el más imitado) y Hammet, con su inigualable Sam Spade, a través del cual puso en la mesa el realismo y la psicología de los personajes para contar, además que un enigma, un realismo descarnado que funciona, también, como denuncia social.

Esta novela, publicada en 1930, sucede en San Francisco, donde un puñado de delincuentes busca una estatuilla cara, una joya perdida o robada, y es una lucha de bestialidades inteligentes. El detective privado Sam Spade se mueve en ese mundo hostil con pericia, a pedido de una cliente tan sensual como misteriosa. La historia llegó al cine por John Huston en 1941 y se convirtió en un clásico de inmediato. El protagonista, por supuesto, fue el recio Humphrey Bogart.

Patricia Highsmith le dio vida a Tom Ripley en cinco novelas

5. El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith

La divina y talentosa escritora estadounidense fue de gira por Europa gracias al éxito de su primer libro, Extraños en un tren, de 1950, que Alfred Hitchcock llevó al cine un año después. Durante ese viaje ideó a Tom Ripley, su personaje tan encantador como fuera de la norma de la moral de la época, con el que armó una de las mejores sagas de misterio del mundo, en apenas cinco novelas. La primera de la serie es de 1955 y ganó el Gran Premio de Literatura Policíaca, además de haber sido nominada al Edgar.

Ni detective ni policía ni investigador, Ripley es un ladrón encantador, un estafador inteligentísimo y, ocasionalmente, si no tiene más remedio, un asesino. Tiene su propio sistema de valores y es fácil entrar en su lógica, encariñarse, acompañar la trama desde su punto de vista. Por primera vez en la literatura policial, el público palpita página a página para que no atrapen al criminal y termina el libro con una pregunta leve, pero persistente: ¿es "la ley" siempre "el bien"?

“El espía que surgió del frío”, de John Le Carré, está considera como la mejor novela de espionaje de todos los tiempos

6. El espía que surgió del frío, John le Carré

El maestro británico indiscutible del subgénero especifico con espías, amo absoluto del suspenso y la intriga, le sacó brillo a los relatos de espionaje ambientados en la época de la Guerra Fría, muchos protagonizados por el agente George Smiley, que en esta novela de 1963, es solo un personaje secundario. El protagonista es un espía inglés, Alec Leamas, que tiene que llevar adelante una operación contra el jefe del contraespionaje de Alemania Oriental.

En 2006, la revista Publishers Weekly la eligió como la mejor novela de espionaje de todos los tiempos. Y tiene, por supuesto, su adaptación para el cine, con una película de 1965 de Martin Ritt y Richard Burton en el papel principal. Una joyita repleta de premios que vale la pena ver, eso sí: después de leer la novela.

Henning Mankell le dio vida al detective Wallander

7. Los perros de Riga, de Henning Mankell

El inspector Kurt Wallander es uno de los protagonistas modernos de novelas de intriga más atrapantes y su autor, el sueco Mankell, uno de los pilares del tan boga del policial nórdico.

Son doce novelas negras impecables, con un caso en cada una, que conforman una unidad preciosa, a lo largo de la cual se va conociendo y develando, cada vez más, a un personaje que, al contrario de los duros norteamericanos, atraviesa el noir con sensibilidad, un poco abatido, cansado ya de tanto trabajo y con ganas de jubilarse.

En esta, la segunda novela de la saga, publicada en 1992, Wallander viaja a Letonia, en medio de un pico de estrés por problemas personales, para investigar el asesinato de dos hombres, que llegaron muertos en un bote a la costa sueca. Su diatriba es cómo develar este crimen mientras todavía le duele su divorcio, cuando siente que abandonó a su padre anciano, cuando no entiende el mal del mundo. Y es desde esa lejanía, con su mirada extrañada de las cosas, que logra atar algunos cabos. Pero nunca los de su vida.

Camilla Läckberg es una autora fundamental del policial nórdico

8. La princesa de hielo, de Camilla Läckberg

Esta escritora sueca, de sólo 42 años, es una de las piezas fundamentales del policial nórdico y maneja como pocos el suspense. Su primera novela (de 2002) se publicó en más de 30 países, tuvo su traducción al español recién en 2006. Desde entonces lleva 10 libros del género, uno de cuentos, tres para chicos y hasta dos de cocina.

La princesa de hielo tiene elementos autobiográficos, ya que sucede en el pueblo en el que creció Läckberg, y la protagonista es una escritora, Erica. La joven vuelve después de muchos años y termina envuelta en una historia truculenta, en donde los sospechosos son sus compañeros de juegos de la infancia y la víctima, su amiga Alex. En un mix preciso de secretos de pueblo chico con policial, la tensión crece capítulo a capítulo y, realmente, el final es tan inesperado como perfecto. Un reloj de ingeniería.

Manuel Vázque Montalbán es el creador de Pepe Carvalho

9. Tatuaje, de Manuel Vázquez Montalbán

Desde la península Ibérica hacia el mundo, aparece un clásico de clásicos: es el detective Pepe Carvalho, protagonista de muchas novelas y relatos del escritor Manuel Vázquez Montalbán, fallecido en 2013.

Como en otros casos de noir sajón, el personaje es un recio que, mientras resuelve crímenes, le da la perfecta excusa al autor para hacer su crítica social y mostrar la situación política y cultural de la sociedad española de la última mitad del siglo XX.

Esta es la primera novela, de 1974en la que el ex agente de la CIA, que nació literariamente como personaje secundario en Yo maté a Kennedy, es el protagonista. Un gallego escéptico y ácido, que no se priva, de todos modos, de placeres mundanos, sexo y gastronomía sobre todo. El caso a resolver es el de un cadáver con el rostro desfigurado, pero un tatuaje que permite reconocerlo, que aparece en una playa de Barcelona. Es misterio y crónica social. Una novela corta, de lectura rápida, con un final inesperado.

Osvaldo Soriano fue el escritor más exitoso de la Argentina

10. Triste, solitario y final, de Osvaldo Soriano

El policial en la Argentina tiene su gesta de la mano de Borges y Bioy, como un hermoso monstruo de dos cabezas llamado Honorio Bustos Domecq, con varios y buenos relatos detectivescos, más de la escuela británica que estadounidense.

El problema fue, durante mucho tiempo, que no es fácil para el lector local empatizar o ver "el bien" con protagonistas policías. Por el lado de la novela negra se fue encontrando el camino, desde los relatos crudos de Rodolfo Walsh hasta la actual saga de la periodista Verónica Rosenthal de Sergio Olguín o los crímenes privados y los entretelones que teje Claudia Piñeiro, entre otros tantos (muchísimos) autores actuales del género.

En su primera novela, de 1973, el escritor y periodista Osvaldo Soriano hace un juego, que rinde homenaje y a la vez propone un camino, deja huella, sienta bases. La historia tiene una interesante combinación de épica con sentido del humor: un Soriano convertido en personaje, enredado en una trama que incluye a Stan Laurel (el "Flaco" de "Laurel y Hardy") contratando los servicios de Philip Marlowe, el detective privado ficticio creado por Raymond Chandler, para que averigüe por qué Hollywood lo condenó al olvido.. Curiosidad: el título de la novela es un guiño a Raymond Chandler, que en El largo adiós escribió: "Hasta la vista amigo. No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo dije cuando era triste, solitario y final".

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