Como tantos escritores nacidos a comienzos del siglo XX, la biografía de Zygmunt Bauman es a la vez la historia de una Europa convulsionada. Nació en 1925 en Poznan, Polonia, en el seno de una familia judía que vivía la estrechez de la postguerra. Siendo todavía un niño emigró a la URSS para escapar de la invasión nazi. Regresó convertido en un héroe de guerra: en 1945 recibió la Cruz Militar al Valor por su participación en las batallas de Kolberg. Pero ocho años más tarde fue dado de baja con deshonor, luego de que su padre solicitara la visa de emigrante en la embajada de Israel. Estudió Sociología —carrera que el Estado cerró por considerarla un foco de la burguesía— y Filosofía. En 1968, con una situación cada vez más apremiante debido a la persecución política, sin poder dar clases ni trabajar, debió seguir los pasos de su padre y exiliarse en Tel Aviv. En 1971 emigró a Leeds, Inglaterra, ciudad que sería su hogar hasta su muerte.
Bauman es autor de 57 libros —36 publicados en español— en los que se destaca el abordaje al movimiento obrero inglés, los movimientos sociales y sus conflictos, las relaciones entre modernidad, nazismo y comunismo postmoderno. Trabajó el concepto de "liquidez" de la sociedad desde ensayos como La modernidad líquida, Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Tiempos líquidos, Vigilancia líquida, La cultura como praxis, Libertad.
La metáfora de lo "líquido" le fue útil en contraposición con la rigidez de los "sólidos", propio de los totalitarismos que sufrió en su juventud. El poder pone en práctica métodos más sutiles de dominación. Los líquidos se transforman, fluyen. En esa característica, para Bauman, se cifra la naturaleza de la modernidad: es el momento de la desregulación, de la flexibilización, de la liberalización de todos los mercados. Cuando lo público ya no existe como sólido, el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen total y fatalmente sobre los hombros del individuo.
"Hoy la cultura", decía Bauman, "no consiste en prohibiciones sino en ofertas, no consiste en normas sino en propuestas. Tal como señaló antes Bourdieu, la cultura hoy se ocupa de ofrecer tentaciones y establecer atracciones, con seducción y señuelos en lugar de reglamentos, con relaciones públicas en lugar de supervisión policial: produciendo, sembrando y plantando nuevos deseos y necesidades en lugar de imponer el deber."
Entre los muchos reconocimientos que obtuvo, se pueden mencionar: Premio Europeo Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales (1989), Premio Theodor W. Adorno de la ciudad de Fráncfort (1998) y, junto con Alain Touraine, el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (2010).