La obra de Neil Gaiman es una especie de Aleph de estilos, pero él no hace mejunje. Es como si fuera muchos autores en uno, y a su vez cada uno de ellos preserva lo mejor de los otros. Tiene libros para chicos, para jóvenes, para adultos y para todos sin que importe la edad. Escribe series, novelas, novelas gráficas, cuentos, comics y hasta poemas. Es un maestro de lo fantástico, el terror y las leyendas. Tiene un sentido del humor finísimo y una práctica hermosa de lo macabro. Sabe y usa mucho el pasado, pero también es moderno. Le gusta la música, es fan. Ama la literatura, los clásicos, y también lo extraño que pocos leen. Es ñoño y, tal vez, el nerd más cool de la narrativa actual.
Un poco de todo esto es Material sensible, su tercer libro de cuentos que acaba de publicar en español Ediciones Salamandra. Antes vinieron Humo y espejos, en 1999, y Objetos frágiles, en 2006. Esta nueva entrega no es muy diferente de las otras: en todas hace una recopilación caprichosa y adorable de textos que publicó en revistas y antologías con algún que otro inédito y corona el combo con un prólogo detallado y muy "stephenkinguesco" en donde le cuenta al lector (sí, a cada uno, le habla directo) cómo y por qué escribió cada texto.
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El resultado, siempre, es esa mezcla tan particular que sólo él puede hacer de terror, melancolía y fantasía un poco naif, pero a la vez cruda. Y no, no es un mejunje. Aunque parece imposible que ese mix funcione, lo hace. Y con creces. Siempre es un buen viaje entrar a una recopilación de cuentos de este autor, célebre por Coraline o The Sandman, por poner apenas dos ejemplos de su pluma y mente fértiles.
Cada uno de sus tres libros de cuentos es como una charla, pero Material sensible resulta una conversación aún más estimulante que las otras. Se acabó el precalentamiento, ya no hay rodeos. Tiene cuentos, poemas, juegos que hizo en Twitter y un prólogo adorable. El ir y venir, entre el resultado y su relato de cómo, por qué o para quién lo escribió, es casi como hacer un taller de narrativa con Neil Gaiman, en donde además recomienda lecturas, música y cuenta anécdotas entretenidas. Y es mejor ahora que antes porque tiene mucho más para decir y todo lo que dice está entrelazado con el mundo de una forma indivisible, tan mágica como real.
El libro se publicó en inglés en febrero de 2015 y su título original es Trigger Warning: short fictions and disturbances. Material sensible, su traducción (de Laura Fernández), sirve para lo mismo: es el aviso que aparece en internet en muchos sitios que advierten que el contenido puede herir o perturbar. Pero alterarse no es siempre para mal. Es sólo y simplemente salir del sopor diario. Un poco de miedo, algo de inquietud, una leve tristeza, cierta incomodidad, alguna nostalgia. El viaje a través de las 25 historias del libro es turbulento, pero estable. Como una montaña rusa moderada. No hay peligro de caer, aunque reine el vértigo.
"Hay cosas que nos alteran. Eso no es exactamente de lo que hablamos aquí, sin embargo. Estoy pensando en esas imágenes o palabras o ideas que se abren como trampillas debajo de nosotros, arrojándonos fuera de nuestro mundo sensato y seguro hacia un lugar más oscuro y menos acogedor. Los corazones nos saltan a un ritmo como de martilleo en el pecho, y nos cuesta respirar. La sangre huye de nuestro rostro y nuestros dedos, dejándonos pálidos y sin aliento y estupefactos", explica Gaiman en el prólogo y finalmente advierte: "hay cosas en este libro, como en la vida, que pueden alterarte". Y cumple.
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En la charla de Gaiman hay muchos homenajes y reescrituras de clásicos que son fáciles de detectar, como el relato breve El hombre que olvidó a Ray Bradbury, una oda triste y hermosa al escritor de Crónicas marcianas, o El caso de la muerte y la miel, una ingeniosa revisita al universo de Sherlock Holmes. En la misma línea está Laberinto lunar, un guiño inquietante y hermosamente aterrador a la saga El libro del sol nuevo, de Gene Wolfe. Otra joyita de admirador es El retorno del delgado duque blanco, el relato corto dedicado a David Bowie, en donde el autor se apropia de la canción Station to Station, de su protagonista y de su universo para contar un cuento melómano y precioso.
Hay más música en Jerusalén, que en realidad es una reescritura del poema And did those feet in ancient time, de William Blake, pero que muchos tal vez conocen por la canción de Emerson, Lake & Palmer. Y para los seguidores de Doctor Who está La nada en punto, que conmemora los 50 años de la serie británica de culto para la que además Gaiman escribió dos capítulos.
blockquote class="twitter-tweet" data-width="550">"Todos llevamos máscaras. Eso es lo que nos hace tan interesantes."
Neil Gaiman en "Material sensible". pic.twitter.com/mAiKMEXkGN— Ediciones Salamandra (@Salamandra_Ed) December 21, 2016
¿Más series? Hay. Ante la inminente llegada en 2017 a la pantalla del canal Starz de American Gods, Gaiman cierra su libro con la casi nouvelle Black Dog, un relato inédito ambientado en el mundo de su gran libro de 2001. Y con el mismo ánimo de revisita, está Una historia de aventuras, un cuento que tiene bastante relación con El océano al final del camino, su novela de 2013.
Y hay más, porque la charla, como cualquiera que sea buena, es larga. Un conjuro contra la curiosidad le habla un poco a La Tierra moribunda, de Jack Vance. Y llora, como Alejandro, bromea con Cuentos de la taberna del Ciervo Blanco, de Arthur Clarke. Un calendario de cuentos, que en cierto modo homenajea a Harlan Ellison, son doce minificciones que surgieron de ideas que Gaiman le pidió a sus seguidores de Twitter. Los poemas se pierden un poco, tal vez por la traducción, pero igual construyen historias que inquietan (Mi última casera) o divierten (Como montar una silla).
Todo es hermoso, cada texto tiene un mundo interesante que ofrecer, pero vale destacar dos, que sobresalen bestialmente del conjunto. Lo que pasa con Cassandra es un reloj de ingeniería perfecto, redondo, y tan angustiante como maravilloso que coquetea caballerosamente con Las ruinas circulares, de Jorge Luis Borges. "La verdad es una cueva en las montañas negras…" es una pieza maestra que juega con dos leyendas escocesas para construir un mundo apenas distinto, levemente corrido de lugar, que inquieta y habla de la condición humana mientras relata una aventuras repleta de suspenso.
La vida es "inmensa y complicada", dice el escritor en el prólogo y agrega que "no avisa antes de hacerte daño". Si hay algo sobrenatural en Gaiman, podría asegurarse que logra charlar de verdad con cada lector, sobre el filo de un año que fue arduo y, para tantos, doloroso. Entonces, como un bálsamo, ofrece casi 400 páginas de historias. Sus universos, ricos y atrapantes, resultan ideales para usarlos de portal a otros mundos. Porque Material sensible es una conversación que aunque asuste un poco y entristezca a veces, acelera y repleta el corazón de poesía y la cabeza de fantasía.
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