Inaugurando la Biblioteca Roberto Bolaño, la editorial Penguin Random House acaba de publicar un nuevo libro del escritor chileno: El espíritu de la ciencia ficción es la cuarta novela que se publica desde su muerte en 2003. Y, tal como sucedió con Nabokov, Fuentes, Nemirovksy y tantísimos otros, un nuevo libro póstumo de Bolaño actualiza el antiguo debate sobre el derecho de los herederos a editar las obras que los escritores decidieron no publicar en vida. Lo cierto es que, más allá de la polémica, las críticas, las reglas del mercado y las voluntades que se respetan o no, hay un nuevo libro de Bolaño —el crítico mexicano Christopher Domínguez Michael da a entender en las primeras líneas del prólogo que no será el último— y es una buena noticia.
"Decir que estoy en deuda permanente con la obra de Borges y Cortázar es una obviedad". En un libro de conversaciones con Cecilia Manzoni de 2002, Bolaño reconocía la influencia que estos dos grandes autores habían tenido sobre él. Es así que, con mayor o menor evidencia, ambos aparecen en sus libros. Por ejemplo: Literatura nazi en América es una versión de Historia universal de la infamia mientras que Los detectives salvajes tiende un puente hacia Rayuela.
“La literatura es ordeñar una vaca y luego tirarle la leche por la cabeza”, Roberto Bolaño
Es curioso que ya en El espíritu de la ciencia ficción ambos estuvieran presentes. La novela, que se recuperó a partir de cuatro libretas, es de 1984 y posiblemente sea la primera que haya escrito. Situada en el DF durante los años setenta, dos amigos, Remo y Jan —una suerte de alter ego de Bolaño—, persiguen el sueño de convertirse en escritores entre aventuras adolescentes, debates en talleres literarios —a los que definen como "pequeñas discotecas para gente tímida y aburrida"— y cartas a sus autores de ciencia ficción favoritos como Ursula K. Le Guin, Robert Silverberg, Alice Sheldon. La ambición estética, la presencia de lo urbano y la búsqueda poética cortazarianas conviven aquí con operaciones típicas de Borges como el simulacro, la intertextualidad, la universalidad de la literatura. Qué es sino una reedición de "El escritor argentino y la tradición" la oposición que Jan le dice a su profesor del secundario: "Si usted opina que no podemos escribir sobre viajes interplanetarios de alguna manera nos deja dependientes de los sueños —y de los placeres— de otros".
Dejo como pregunta si no hay también cierto vínculo con las historias de Manuel Puig, sobre todo en las escenas de los amigos encerrados en una buhardilla contándose sueños y novelas.
Bolaño, máquina lectora y máquina narrativa
El jueves pasado, el Centro Cultural Matta, que pertenece a la Embajada de Chile, fue el escenario elegido para presentar El espíritu de la ciencia ficción. Participaron Matilde Sánchez, Marcelo Figueras, Christian Herbach y Juan Boido, director editorial de Penguin Random House.
Fue una charla muy distendida en la que Boido —que en El último joven (Seix Barral) tiene un cuento donde Bolaño aparece caracterizado como un superhéroe— comenzó rescatando una de las operaciones borgeanas del chileno: "Así como Borges vuelve a Stevenson y no a Tolstoi", dijo, "él vuelve a la literatura de ciencia ficción, ni a Onetti ni al Boom de manera directa. En la búsqueda de la memoria emocional de su propia infancia hay una clave de ese espíritu de iniciación permanente".
“La maldad antes de estrenarse ensaya sus piruetas en pequeñito”, Roberto Bolaño
Matilde Sánchez destacó la capacidad de Bolaño para "construir una narrativa de las discontinuidades, con una prosa que se despegó completamente de las bellas letras, que encuentra una sonoridad y un aliento muy cosmopolita que toma lo latinoamericano desde otro lugar". Marcelo Figueras hizo un análisis exhaustivo de la literatura de ciencia ficción que aparece en el libro y señaló que los personajes de Bolaño tienen la necesidad de encontrar un proyecto vital inseparable del proyecto literario. "De alguna forma reinventa una mística a través de lo literario de la cual todos tendríamos que estarle agradecidos".
El periodista chileno Christian Herbach destacó una de las cualidades más notables de Roberto Bolaño: la asombrosa capacidad de inventar tramas y subtramas. "Es mágico cómo logra meterte en tantas historias, no aburrirte y no perderte". A Bolaño las historias le crecen como hongos. Llama la atención que una novela como 2666, de más de 1100 páginas, tenga tal ritmo vertiginoso. "Ese vértigo no es casualidad", dijo Herbach, "Bolaño parecía que tenía una ametralladora en la nuca dispuesta a disparar si dejaba de escribir".
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— Walter Lezcano (@lezcanowalter) November 6, 2016
Por qué leer El espíritu de la ciencia ficción
Para los fanáticos es una pregunta innecesaria. En todo caso, para ellos la pregunta sería por qué no leerla. Primero, porque en El espíritu de la ciencia ficción está el germen de Los detectives salvajes. Pero luego, porque aquí se lo ve a Bolaño como escritor en formación y se vislumbra el sistema de valores que pondrá en práctica en el resto de su obra. Es muy curioso que en la primera página una mujer diga que desde un balcón puede ver pueblos lejanos y "estrellas distantes". El libro incluye un apéndice con facsímiles de las libretas en que escribió novela. El mundo de la materialidad de la escritura, la letra prolija, los esquemas y los garabatos era un placer reservado para pocos.
Pero El espíritu de la ciencia ficción va más allá de su relevancia como documento. Es una buena novela que da cuenta del diálogo que Bolaño mantenía con la literatura de España y América latina. Como dice Domínguez Michael en el prólogo: "No queda duda de que el gran narrador hispanoamericano del tránsito entre los siglos XX y XXI fue Bolaño, y la progresiva aparición de sus inéditos no hace sino confirmarlo".
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