Stephen King, a lo largo de su obra, está escribiendo esa gran novela (norte)americana que comenzó a pretender John William De Forest en el siglo XIX y luego intentaron desde Philip Roth y John Updike hasta Ernest Hemingway y William Faulkner, entre otros. El canon actual pone a Jonathan Franzen como el número uno para tomar la antorcha, pero es el Rey, y sólo él, quien realmente lo viene logrando.
Si la intención es divulgar la cultura de los Estados Unidos en un momento determinado de su historia, no hay nada más acertado para narrar eso que con el terror como género. Ese horror sobrenatural pero también real que hace King cuando revisa y repasa los miedos actuales. En su obra, el espanto del capitalismo está presente tanto como los fantasmas, y de plus regala un retrato adorable de la cultura, las películas, la literatura y, por supuesto, la música.
Ya hay canciones en su primera publicación de 1974, Carrie ("Let the Lower Lights Be Burning", de Tennessee Ernie Ford y bastante Bob Dylan, con "Just Like A Woman" y "Tombstone Blues"). Por supuesto también suena música en su último libro, del año pasado, Revival, que recorre la vida de Jamie Morton, un guitarrista que comienza como niño prodigio en los 60 y termina como sonidista en la actualidad. Hay temas de Tina Turner, blues viejo y todo un universo rock con giras, moteles, rutas y su banda, Gage Creed, nombre que (nada) casualmente es un homenaje al niño de Cementerio de animales, a donde llegaremos en un par de párrafos.
En las novelas, cuentos y relatos de King hay rock, blues, punk, heavy metal, clásicos y casi desconocidos, igual que en su vida. Él tiene una relación fuerte con la música, que influye en su trabajo y viceversa. Dijo una vez que sus libros favoritos sobre el tema son Mistery Train y Lipstick Traces, de Greil Marcus, y Rednecks and Blueneck, de Chris Willman. Parte del mito de su momento de escritura es que escucha AC/DC a todo volumen mientras aporrea el teclado en su estudio, que está fuera de su casa, y lo tiene insonorizado.
Desde principios de los 90 tiene una banda, donde —suele decir— toca "pésimo", pero es "muy feliz". Son todos escritores o periodistas; entre otros, está Matt Groening, el creador de Los Simpson. Se llaman Rock Bottom Remainders y hacen covers. En su repertorio cubren "These Boots Are Made for Walkin", de Nancy Sinatra o "The House Is Rockin", de Stevie Ray Vaughan y "Rockaway Beach", de los Ramones, banda con la que King tuvo una estrechísima y adorable relación que coronó en Cementerio de animales. Y acá viene el párrafo prometido.
La novela está plagada de canciones, desde "Instant Karma!" de John Lennon (que también fue la inspiración para el título de El Resplandor con el estribillo "We All Shine On"; en donde ya que estamos vale decir que Jack Torrance escucha "Bad Moon Rising", de Creedence Clearwater Revival) y muchas, un montón de los Ramones, entre otras "Sheena is a punk rocker". Para cuando se hizo la película, en un acto de mutuo de amor, la banda le escribió "Pet Sematary", que sale en los títulos.
Aunque "Hey Jude", de los Beatles, es casi la banda sonora de la saga La Torre Oscura (donde también hay un poco de Rolling Stones) y en Desesperación canta Tom Waits, King suele optar por el rock and roll más tradicional, y a la hora de las referencias prefiere bastante los años 50 y 60. Encuentra tal vez su punto máximo en 22/11/63, una novela que está repleta de baile y lindy hop, y, por ejemplo, hay canciones de Roy Orbison en Corazones en la Atlántida, donde también se escucha una radio que trasmite a Jackie Wilson. Y ahí el Rey despunta su gusto por los años 30, porque también hay mucho blues en sus libros: en Un saco de Huesos, la temible Sara Tidwell era una cantante tipo Sarah Vaughan.
Le gusta también el country, y ahí está John Denver con "Thank God I'm a Country Boy" en La zona muerta. Ama a los Grateful Dead, que cantan "Sugaree" en Cujo. It es casi un disco, con un compilado que va desde Neil Young y Bruce Springsteen hasta Jerry Lee Lewis y Little Richard. Sin prejuicio, pero con humor, en Misery hace sonar "Girls Just Want to Have Fun", de Cyndi Lauper, y "50 Ways to Leave Your Lover", de Paul Simon.
No se puede hacer un repaso breve por toda la música que hay en la obra de King porque está repleta, es sonora. Sus libros bailan en los estantes de las bibliotecas. Si no, recuerden que el nombre del pueblito que inventó en Maine en donde transcurren muchos de sus relatos se llama Castle Rock. Ahí vive el Rey: en el castillo del rock.
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