"El año pasado, durante cinco meses, hice cuarenta y cinco minutos de precalentamiento antes de cada función de Sunset Boulevard y en el intervalo, justo antes de salir medio en pelotas, me mataba levantando pesas a lo loco y trabajando con las bandas de goma para salir marcado al escenario. Es que yo interpretaba a un sex symbol ¡y quería que fuera creíble!", cuenta Mariano Chiesa (38), el artista que vive desde hace dieciocho años de la locución comercial –hizo las voces de cientos de personajes emblemáticos– y que en 2018 se llevó los premios Hugo y ACE por su rol en el exitoso musical presentado en el teatro Maipo.
"Fue justo después de una función que me llegó la propuesta de estar en Monzón (Space). Uno de los encargados del casting vio el musical y me invitó a hacer una prueba para un personaje de pocos días de filmación, el boxeador Nino Benvenuti. En el casting me pasó algo muy gracioso: al verme me dijo: '¡Ah, no estás tan marcado! Cuando te vi sobre el escenario pensé que lo estabas… Es una tranquilidad verte así, porque ése no era el cuerpo de aquella época'", recuerda entre risas el actor.
–¿Y cómo fue que pasaste de ser un tano a encarnar a Lectoure?
–Cuando le mandaron el casting al director, Jesús Braceras, él dijo: "Che, pará… Este tipo es muy parecido a Tito Lectoure". Y ahí me lo ofrecieron. Fue una experiencia maravillosa, porque yo nunca había hecho ficción a ese nivel.
–Contanos el primer día de grabación.
–¡Fue vertiginoso! Estaban todos filmando hacía como un mes y medio, y yo entré como el nuevo. Para colmo, ese mismo día me pidieron que haga mi primera escena en italiano… ¡y yo no lo hablo!
–También cambiaste el look.
–Sí. En el set me hicieron muchos chistes por eso. Para generarme las entradas que él tenía, yo debía andar todo el tiempo con un jopo que me caía sobre la frente y dos pincitas a los costados. Para joderme me pusieron un gracioso apodo, que no voy a decir porque va a ser título y me va a destrozar la carrera (ríe). Pero sí te digo que había un clima re lindo en el ambiente. De tan buena onda, empezamos a lanzarnos frases que repetíamos todo el tiempo: yo a Mauricio (Paniagua) le decía "¿vo'shosh Monzón?"… Y Celeste (Cid) a mí me decía "hola Ti-tiii-to".
–¿Estudiaste a Lectoure para interpretarlo?
–Sí. Me bajé en la compu todas las entrevistas que conseguí, para copiar cosas físicas de él. Me devoré un libro sobre su historia y la del Luna Park y me junté con Cacho Fontana y Lino Patalano para que me cuenten más… Me dejó flasheado que cuando Cacho perdió todo, Tito le dio un departamento y le dijo: "Hasta el campeón más grande puede tener una derrota". Y Lino me contó que los dos tienen el pelo igual porque le recomendó a su peluquero.
–¿Pensás que podría haberlo ayudado más a Monzón?
–Yo creo que lo ayudó un montón, porque le dio una gran oportunidad sabiendo que había sufrido raquitismo, que estaba mal alimentado y que tenía las manos quebradas. Igual, obviamente, debía ser una bestia peleando. Sin dudas, él y Amílcar Brusa fueron sus dos pilares.
–¿Te hubiera gustado conocer a Carlos?
–No, no es un personaje que yo hubiese admirado. Ni siquiera por cholulo, porque no lo soy.
–¿Hay algún argentino que quisieras interpretar?
–Sí, a Luis Sandrini, porque hacía personajes muy bonitos.
"Uno de los baños de mi casa lo transformé en mi estudio de grabación. Está forrado en Sonex (un aislamiento acústico), tiene una puerta súper pesada y ahí es donde grabo todas las voces que se escuchan en muchas publicidades de empresas muy conocidas", cuenta el locutor, que le puso voz a Gaturro, a Barney y a cientos de personajes que están en la memoria nacional. Al respecto cuenta: "Mucha gente que lo descubre a través de las redes sociales me dice: 'No lo puedo creer. Vos estás en mi vida hace mil años y yo no lo sabía…'".
–Seguramente pasa lo mismo con todos los chicos que te escucharon cantando Ciclo sin fin en la película El Rey León.
–(Ríe) ¡No creí que iba a salir! Estaba bañando a mi hija Matilda (un año y once meses) y me preguntaron si me salía el "Nants ingonyama bagithi baba", así que lo canté con la ducha de fondo, lo mandé y gustó. Pero pensé que no iba a llegar hasta el final.
–¿Un poco de negatividad?
–No, es que me gusta estar preparado en caso de que algo salga mal. Hace cuatro meses no lo estaba y recibí una piña muy dura, que me dio bronca y desilusión: llevaba tres meses entrenando tres veces por semana para protagonizar un musical, y me enteré de que un mes atrás habían contratado para hacer mi rol a un famoso que no voy a mencionar… y mientras, yo seguía entrenando como un boludo y mandando referencias de lo que hacía.
–Una falta de respeto.
–Absolutamente. Yo lo califico con una palabra que usaba Fernando Peña cuando algo era muy pedorro: es algo muy "argenteino".
–¿Sentís que tu carrera sería totalmente diferente en España o en otro lado?
–Sí, claro. A fin de año me voy a vivir a Estados Unidos con mi mujer (Eliana Pani Trotta, dueña de la cadena Pani, 36), porque a ella le surgió la oportunidad de abrir un local cerca del Aventura Mall de Miami. Voy a vivir de mi mujer… (ríe). Nah… Ya empecé a hablar con estudios de allá y estoy generando contactos para intentar llegar a la televisión y así cumplir mi sueño de ser conductor.
–En algún momento dijiste que querías ser el nuevo Jimmy Fallon. Quizás allá lo logres…
–¡Ojalá Dios te escuche y el Universo se apiade!
–¿Se van sin fecha de regreso?
–No. Es por seis meses, sabiendo que podemos volver cuando queramos. O sea, si hay acá una ficción o alguna propuesta televisiva que esté buena, lo revemos.
–¿Y tus voces?
–Van a viajar por Internet.
–¿Qué otros proyectos laborales tenés?
–Este 15 de agosto voy a dar una master class con un poco de todo: técnica vocal, cómo conformar voces en capas y credibilidad de la voz, algo que me parece fundamental; y ahora estoy trabajando en comprar los derechos de One Man Show, una obra que se hace en Broadway y es muy interesante, porque un solo actor encarna treinta y ocho personajes.
–¿Vas a hacerlos?
–¡Si me sale…! (ríe). Calculo que el año que viene lo sabremos.
Por Kari Araujo.
Fotos: Gentileza Fabián Morassut y Pampa Films.
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