Un colaborador de Axel Kicillof entra a la sala de reuniones –donde tendrá lugar la entrevista y la temperatura ronda la del Caribe–, mira la estufa desenchufada (algo que hizo este periodista) e intenta reconectarla.
–Hace mucho calor– esbozamos la queja, y por suerte deja todo como está. Se nota que el invierno no es la estación favorita del candidato a gobernador por el Frente de Todos, aunque los días previos a las PASO vengan bien calientes.
Enseguida aparece el ex ministro de Economía, en camisa, contradiciendo los consejos del oficialismo en materia de vestimenta invernal. Dos mates (uno será para él, el otro para la ronda) y medialunas son toda la escenografía del lugar, en realidad un estudio de fotografía.
De 47 años, casado con Soledad Quereilhac (43), papá de León (10) y Andrés (7), el economista se sienta, coloca una carpeta –que consultará a lo largo de la hora de charla– y, sonriente, hace la primera pregunta: "¿Cómo están viviendo la campaña?". Después, sí, arrancan las de GENTE.
–¿Sos de leer muchas encuestas?
–No. Como economista me acostumbré a ver números más precisos.
–¿No les creés?
–Y… la mayoría me dan que gano, otras dicen que hay empate y otras que pierdo. Es como "elige tu propia aventura". Yo no hago encuestas propias. Recibo a montones y un poco marean; te pueden moldear el ánimo. Mirá lo que pasó con Trump, Bolsonaro, el Brexit, Colombia, incluso acá en 2015… Se equivocaron.
–A propósito de eso, ¿viste el documental Nada es privado, donde hablan de la influencia de la consultora Cambridge Analytica sobre los votantes a través de una campaña sucia con datos privados de Facebook?
–Lo empecé a ver.
–¿Ustedes usan esos métodos de Big Data?
–Yo no. Soy más antiguo, tradicional. Por eso, mi campaña fue recorrer la provincia en el autito de un amigo. Además, la manipulación de la gente a través de las redes está generando hartazgo. Cuando mis hijos juegan en la tablet les aparece propaganda de Vidal. Buscan moldearle la cabeza a todos. Tienen una ingeniería muy sofisticada para llegar al voto a través de mentiras. Están gastando una millonada. Yo no creo en eso, ni en instalar fake news en las redes y los medios, como hicieron contra mí.
–¿Te afecta? Hubo un ida y vuelta con Federico Pinedo por un tuit del senador, atribuyéndote una frase que no dijiste sobre Venezuela.
–¡Que una persona del Gobierno tan importante como él lo haga…! Ahora fue la senadora Gladys González, cuyo esposo fue presidente de la Cámara de Diputados, que colgó un video espantoso asociándome con el narcotráfico y luego lo bajó. Es una campaña sucia, y claro que me afecta. Tengo familia, hijos y van a la escuela.
–De Vidal también tiraron una noticia falsa sobre la internación de la hija…
–Me parece repugnante, y lo lamento. Pero que vengan de funcionarios de alto rango del oficialismo no lo entiendo, no me gusta. Yo no lo hago, ni llego en helicóptero con cámaras a todos lados.
–Vos también vas a usar el helicóptero si sos gobernador.
–No para hacer campaña. Cuando era ministro iba a todos lados muy suelto y sufrí algunos episodios incómodos.
–El escrache del Buquebús.
–Claro. Es lo contrario del Gobierno, que se encierra y arma puestas en escena… Y los han descubierto.
–¿Que pasó en tu casa después de ese episodio volviendo del Uruguay? ¿Te pidieron que te corras de la vida pública?
–Mis hijos eran muy chiquitos, y no volvió a ocurrir. Eso no expresa a la mayoría de los argentinos. Es una práctica reprochable. Mi familia me banca en lo que hago. Tengo una vida normal.
–¿Qué es una vida normal en tu caso?
–Que cuando no estoy de viaje llevo a mis hijos a la escuela, por ejemplo.
–¿Van a una escuela pública?
–No, van a una cerca de casa, pero el secundario lo harán en el Buenos Aires, como yo. Les hago el desayuno porque mi esposa, Soledad, va muy temprano al gimnasio. Tiene una disciplina envidiable para eso.
–¿Vos cero deporte?
–Hago una rutina diaria de 15 minutos de gimnasia en casa. Soledad es cinturón negro de taekwondo, mucho más deportista que yo.
–La podés llevar de guardaespaldas.
–(Ríe) Bueno, es doctora en Letras, profesora universitaria, tiene otro oficio (ríe otra vez). Pero está entrenada. Y cuando los llevo a la escuela, te decía, me quedo charlando con los padres, tengo el grupo de WhatsApp de papis y mamis, lo normal. Cuando estoy de papá no soy candidato. Hay un pacto de preservar a los chicos de la vida pública. Días atrás fuimos al teatro, al Cervantes. No le avisamos a nadie, pagamos la entrada.
–Al principio de la campaña, la gobernadora Vidal dijo que no respondés sobre narcotráfico, uno de los éxitos de la gestión de seguridad de Cambiemos con Bullrich y Ritondo. ¿Qué harías con ese tema?
–El oficialismo está desorientado en esta campaña. Ellos no quieren discutir de desempleo, empresas que cierran, el precio de tarifas y alimentos, ni de futuro: como no cumplieron las promesas de 2015, no pueden. Yo sí puedo hablar de narcotráfico y voy a luchar contra eso. Cuando aparecen las estadísticas oficiales, las del Poder Judicial de la provincia, son malísimas en seguridad y narcotráfico. No es un éxito, no mejoró. Hay más propaganda que hechos. Me lo dicen en los propios barrios: empeoró. Son expertos en falsear datos. El gasto en seguridad, en términos reales, es un 30 por ciento menos que en 2015. Hubo un ajustazo, ahí y en obra pública.
–Pero ése es otro de los puntos fuertes del oficialismo.
–Escuchá: empezaron diciendo que habían hecho más cloacas que en toda la historia de la humanidad… Se conocieron estadísticas oficiales y de la empresa AySA, e hicieron menos que los gobiernos anteriores. Macri salió con una campaña fuerte con que hicieron más rutas, y los números oficiales de Vialidad muestran que no es así: el gobierno de Macri y Vidal, en rutas nuevas, hizo 460 kilómetros en cuatro años. Nada. Macri dijo 13 mil, después 7.600, la gobernadora 5 mil… Todo mentira. Y salió en Chequeado, en el diario La Nación, eh.
–¿Qué vas a hacer con las tarifas?
–Los bonaerenses tienen que saber que la decisión de lo que pagan es de la gobernadora. Hubo un fallo de la Corte Suprema de Justicia que no atendieron, y dice que las tarifas deben ser razonables: para el consumidor, el hogar, el negocio, la empresa, y para las energéticas. Hoy no lo son: hay pymes que se funden, hogares que tienen que decidir entre comer y pagar la factura de luz. Las empresas tienen ganancias como nunca, y no invierten. ¿No es obvio lo que pasa? El árbitro, el Estado, inclinó la cancha para un lado. Edelap ganó 1.600 millones de pesos y hubo cuatro días de corte en La Plata. En el país tuvimos el corte de luz más grande de la historia argentina: Macri tuvo a 50 millones de personas sin luz. El servicio anda peor.
–Igual que antes…
–Anda peor. O igual, te lo tomo… Pero no. No. Invirtieron menos. Falla el control. No funciona porque quien controla es un ex gerente de una empresa privada, y los dueños –Mindlin, Pagano, Nicky Caputo–, socios del presidente.
–¿Qué sería razonable en materia de tarifas?
–Hay que desdolarizarlas. Porque los sueldos, las jubilaciones, las ventas de una pyme o de un comercio, no están en dólares. Y producir la energía, que en un 90 por ciento es gas y petróleo, tampoco. Se llevó adelante el pedido de las empresas, que quieren ganar en dólares.
–El argumento es que antes se regalaban.
–Cuando yo era ministro de Economía y tratamos de aumentarlas, nos pusieron amparos judiciales. Bullrich, Prat Gay, Sturzenegger, Melconian, decían que fundiríamos a las industrias, que no se podían pagar. En la tapa de un diario salió que era un Rodrigazo. El aumento iba a ser del 30 por ciento. Ellos las aumentaron el 3.000 por ciento (busca en su carpeta y encuentra un dato) Mirá: una pareja de San Nicolás pasó de pagar 150 pesos a 2.500 con mal servicio. El valor de la acción de la empresa de Caputo (Central Puerto) creció 227 por ciento, y el de la de Mindlin (Pampa Energía) 344 por ciento. No emito juicios de valor, pero unos se llenaron de plata y otros no pueden pagar. Algo funciona mal. Hay mucho marketing en la frase de tu pregunta. Para mí, si a una tarifa no la puede pagar un jubilado no es tarifa, es estafa.
–¿Cuánto debería pagar la pareja de San Nicolás?
–Primero, que sea en pesos, no en dólares. Y que la tarifa se mueva según el salario.
–¿Cómo van a cumplir la promesa de Alberto Fernández de destinar 19 mil millones de pesos de intereses de las Leliq a los remedios de los jubilados?
–Mirá las ganancias del sector financiero (mira su carpeta): el Estado les ofrece las Leliq a los bancos con riesgo cero y una ganancia del 60 por ciento anual. Son 660 mil millones de pesos de ganancia para el sector financiero. Prácticamente el presupuesto de la provincia de Buenos Aires. Trump se quejó porque el Banco Central de los Estados Unidos no bajó lo suficiente los bonos del Tesoro, las Leliq de allá. Acá, en el mismo día las subieron. Bajar la tasa permite producir y consumir más. Hoy tenemos la más alta del mundo.
–¿Cómo van a desactivar esa bomba?
–No es un tema provincial. Pero tiene solución. En la provincia hay 140 pymes y 1.240 puestos de trabajo que se pierden por mes. Ellas y los jubilados son la prioridad de Alberto Fernández, más que los bancos.
–No arriesgás una solución.
–No será mi decisión. Si Alberto me pregunta le daré mi punto de vista. Ya voy a tener bastante que resolver en la provincia, donde en muchos lugares no se pueden dar clases porque las escuelas no tienen gas. Vidal prometió 40 mil pesos de salario para los docentes y hoy es de 23 mil.
–El oficialismo eligió a los sindicalistas como enemigos. ¿El de ustedes son los bancos?
–De ninguna manera. En nuestro gobierno tuvieron buena rentabilidad, prestando a las pymes y a los comerciantes para producir. Y los créditos se devolvían. Ahora son un instrumento para endeudar y fugar, una timba financiera.
–¿Te arrepentís de haber dicho que no medían la pobreza para no estigmatizar?
–Nunca lo dije, pero todos piensan que sí. Fue el marketing y la campaña negativa de este gobierno y –lo que por suerte está aflojando– el periodismo de guerra. Lo aclaré cien veces y no se enteró nadie. Dije que medir la pobreza con el mero indicador del ingreso es imperfecto. Participé de un gobierno que hizo todo para bajarla: AUH, Precios Cuidados, Ahora 12, Progresar, universidades públicas, salarios por encima de la inflación… Según la UCA, en 2003 había 25 millones de pobres. En 2015, 12 millones. Hoy, 16 millones. Cuatro millones más.
Por Hugo Martin
Fotos: Fabián Uset
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