Graciela Ocaña: “En cada jubilado veo a mis abuelos, que me criaron cuando quedé sola”

La diputada del espacio Confianza Pública –que forma parte de la coalición oficialista Juntos por el Cambio– habla de su trabajo con la tercera edad. Dice que esta franja es la que más apoya al gobierno de Mauricio Macri, porque “se hizo cargo de la histórica deuda que la Anses tenía con ellos”. Define a Miguel Ángel Pichetto como “un hombre razonable” y asegura que en el caso de Cristina Kirchner “el Congreso no puede ser un aguantadero”.

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Ocaña, en una visita a jubilados de Pompeya. Y a la izquierda, su abuela María. Foto: Fabián Uset/GENTE
Ocaña, en una visita a jubilados de Pompeya. Y a la izquierda, su abuela María. Foto: Fabián Uset/GENTE

"La tercera edad me apasiona desde que conduje el PAMI, de 2004 a 2007. Hicimos una transformación en esa obra social, generando más prestaciones y superávit. Cuando lo dejé, ese dinero se perdió, como otros tantos", sostiene Graciela Ocaña (58) en su despacho del anexo del Congreso.

Minutos antes, el televisor informaba que José López, el funcionario del gobierno kirchnerista sorprendido mientras revoleaba bolsos con nueve millones de dólares, había sido condenado a seis años de prisión. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de la diputada de Juntos por el Cambio. Ya se referirá al tema.

Ahora es momento de hablar de su trabajo con la tercera edad, algo que tiene un origen muy íntimo: "En el PAMI me reencontré con mis propios abuelos. Mi madre falleció cuando era muy chica (su padre la abandonó poco después) y ellos, María y Eduardo, me criaron. Entonces, los veo en cada jubilado".

–¿Por qué cree que, con crisis económica y todo, los jubilados son quienes más apoyan al gobierno de Mauricio Macri?

–Por las medidas que tomó. El Presidente se hizo cargo de la deuda histórica que tenía la Anses con ellos, a partir de los fallos de la Corte. Y permitió a quienes no habían hecho juicio que tuvieran un ajuste sobre la mínima. Le reconocen eso y la recuperación del PAMI luego de la devastación que sufrió. Hay dificultades, como las tienen otras obras sociales, pero el licenciado (Sergio) Cassinotti, de muy buena gestión, redujo los costos en medicamentos, retomando muchas cuestiones que habíamos hecho nosotros.

–Lo que más le impacta al jubilado es precisamente eso, el precio de los remedios…

–Mientras otras obras sociales tienen un 50 por ciento de cobertura en medicamentos, el PAMI llega al 70 y hasta al 80 si son de uso crónico. Los afiliados pagan el 30 o el 20 por ciento. Y quienes no pueden hacer frente a ese coseguro, los reciben en forma gratuita: hay un millón doscientos mil jubilados en esta situación. Son más de diez millones de cajas de medicamentos por mes. Pero dejame abrir un paréntesis: más allá de los jubilados, veo con preocupación que muchos aumentos de medicamentos se dan por costos de publicidad, visitadores médicos o incentivos a los profesionales, como congresos. Hay una cuestión que roza las normas éticas. Se debe transparentar.

–¿Cuál es su propuesta?

–Hice un proyecto para ese fin. Como pacientes tenemos derecho a saber si el médico tuvo incentivos para indicarme la marca de una prótesis o un medicamento.

Ocaña, en una reunión con jubilados en Pompeya. Foto: Fabián Uset/GENTE
Ocaña, en una reunión con jubilados en Pompeya. Foto: Fabián Uset/GENTE

–Vuelvo a los jubilados. Mano a mano con ellos, ¿qué le piden?

–Cuentan sus problemas, por ejemplo, con las prestaciones médicas. Trabajamos para mejorar la cobertura de algunas instituciones y la entrega de turnos. Debemos buscar que la atención se haga no sólo en hospitales, sino en centros de salud y hasta en instituciones privadas. Y también expresan problemas del barrio, como el estado de las veredas. Nuestro apoyo también es en lo social: tienen talleres para la memoria, gimnasia, yoga, entregamos cien mil tablets y pusimos Internet en los Centros de Jubilados. Todo complementado con el trabajo que en la Ciudad hace Horacio Rodríguez Larreta. Son cosas que pueden parecer pequeñas, pero que cambian la vida de las personas.

–¿No es un tema para ellos el monto de sus haberes?

–No el principal. Con la Ley de Movilidad Jubilatoria se les ajusta por inflación. En este trimestre van a recibir más que la inflación que hubo. Además, en una pareja, ambos reciben su jubilación. El plan de inclusión da una cobertura de alrededor del 97 por ciento. El tema de los adultos mayores va a ser muy importante en esta sociedad, porque la mayor expectativa de vida genera problemas de financiamiento.

–¿Habría que aumentar la edad jubilatoria?

–Se debe discutir. Mucha gente de 60 años no se quiere retirar, sino seguir trabajando. Hoy, en la Ciudad de Buenos Aires hay miles de personas que cumplen cien años, o están cerca. Es necesario que este Congreso responda a una de las condiciones que impuso la Ley de Reparación Histórica: una comisión que presente un proyecto para financiar el sistema. En el mundo hay cambios muy profundos en las condiciones de trabajo, y este sistema, atado al trabajo formal, está cambiando.

Ocaña con los legisladores porteños de Confianza Pública María Sol Méndez, Gastón Blanchetiere, Natalia Fidel y Diego García Vilas. Foto: Alejandro Carra/GENTE
Ocaña con los legisladores porteños de Confianza Pública María Sol Méndez, Gastón Blanchetiere, Natalia Fidel y Diego García Vilas. Foto: Alejandro Carra/GENTE

–Usted siempre luchó contra la corrupción. Recién condenaron a seis años de prisión a José López. ¿De acá a las elecciones habrá muchas sentencias como ésa?

–Ojalá. Lo de López es una vergüenza, la muestra de la red de corrupción que hubo en la Argentina. Pero no es fácil. La causa Cuadernos ha tenido una consecuencia económica, pero tendrá muchos beneficios. Es importante que los empresarios midan, antes de pagar una coima, que hay castigo.

–Para muchos, la causa Cuadernos es una persecución política contra Cristina.

–No. Es una causa transparente, que mostró cómo funcionaba el sistema de obras públicas en la Argentina, y cómo se arreglaban las licitaciones. La patria contratista funcionaba antes de los Kirchner, sí, pero entonces era organizada por los empresarios: se ponían de acuerdo en quién ganaba. Pero no había un funcionario del Estado que organizaba esa mafia al que tenían que dejarle algo. Ejemplo: cuando llegamos al PAMI, el pliego de las ambulancias decía que la caja debía ser de una medida determinada, que sólo tenía una marca. Lo cambiamos, y eso redundó en un menor precio. Escucho gente decir: "Antes robaban, pero estábamos mejor". Podíamos haber estado muchísimo mejor sin robo.

–En su caso hizo de la transparencia su capital político. ¿Cómo están las denuncias que le hicieron por enriquecimiento ilícito y aportantes truchos?

–Cuando me acusaron –el señor (Hugo) Moyano a través de (Gustavo) Vera y sus personeros– presenté los elementos para demostrar que es una falsedad. A lo largo de un año el juez investigó y me sobreseyó. Estoy tranquila. Ahora me gustaría que Moyano presentara los elementos, en vez de esperar que prescriban sus causas, o mostrar cómo su esposa es dueña de millones y millones y cómo consiguió sus casas y campos, que seguro no fue con el sueldo de camionero. O que Cristina, en lugar de hacer un alegato político, hiciera lo mismo que yo.

–¿Ahora que Miguel Angel Pichetto se pasó al oficialismo, pedirían nuevamente el desafuero de Cristina?

–El desafuero debe proceder, porque el Congreso no puede ser un aguantadero. No sólo con ella: también con Menem. Pero el tema no es sólo Pichetto, sino la bancada.

–¿Qué binomio la sorprendió más: Alberto y Cristina Fernández o Macri y Pichetto?

–Creo que los candidatos a presidente tienen que elegir a su vice, alguien con quien tengan confianza y puedan ampliar la coalición. Pichetto me parece un hombre razonable que le dará a Cambiemos un volumen distinto, sobre todo en acuerdos parlamentarios: en los últimos veinte años demostró ser eficaz para eso. Lo raro es el partido de Cristina, donde la candidata a vice elige al presidente.

–¿Por qué ningún político resiste un archivo?

–Me parece que hoy la tecnología hace posible mostrar más las contradicciones. Pero sí, reconozco que hoy hay más contradicciones.

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