62.2 puntos de rating hizo Pepe Biondi en 1962. Hoy, con tantas plataformas y opciones a nuestra disposición, tal cifra es utópica. Pero había que concitar, cada viernes a las 21.30 por el Canal 13 de Goar Mestre, a tamaña audiencia. Ese éxito –el de Viendo a Biondi– continuó hasta 1971, cuando se retiró. Ya el empresario cubano no estaba al frente de la emisora de Constitución, y no le renovaron el contrato. Entonces, el viernes 26 de octubre 1973, hizo un programa más, a modo de despedida, por Canal 11. Fue su última aparición televisiva. Dos años más tarde, el 4 de octubre de 1975, falleció a causa de sus problemas cardíacos y una salud endeble, producto de maltratos en sus primeros años de vida.
A menudo, quienes fueron pioneros de nuestra televisión suelen ser olvidados. No sucedió eso con Biondi. Leonardo Mauricio Greco, un contador de 50 años, escribió su biografía –Pepe Biondi, el campeón del humor–, y la presentó en los salones de la Alianza Francesa de Buenos Aires.
Junto a él estaban Margarita (84), la hija del cómico, y sus nietos Marcelo y Jorge, fruto de su matrimonio con el actor cubano Pepe Díaz Lastra, integrante de la troupe de Biondi.
"Estoy contenta, se lo recuerda y se lo quiere –dice Margarita–. Fue un gran padre, bueno y trabajador. Se ocupaba sobre todo de los chicos. Este es el premio que tengo: nadie puede hablar mal de él. Siempre me decía que había sido muy desgraciado, pero que cuando tuvo un problema, se le cruzó un ángel bueno".
Entre el público que colmó la sala también estaban Silvio Soldán y Mariquita Gallegos, contemporáneos del cómico, y muchos fans que aún se deleitan viendo sus capítulos por Volver, o en Youtube.
–¿Greco, cómo nació tu admiración por Biondi?
–Es de toda la vida. Era volver del colegio y verlo a él. Y también, coleccionar sus figuritas. Después, con los años, me empecé a interesar por su vida. Y fue lo mas atractivo. Descubrí que fue mejor persona que artista. Y eso que fue uno de los principales cómicos argentinos. No tan valorado. Es que a diferencia de otros, como Olmedo, lo que se ve de él es en blanco y negro, no hay nada a color.
–¿Cuál fue su récord en tevé?
–Su medición más alta fue 62,2 puntos de rating, en 1962. Van a decir que había cuatro canales nada más. No importa. Pero estaban Marrone, Balá, Sandrini y él se destacaba. A tal punto que cuando tenía que firmar contrato todos los años con Goar Mestre, en Canal 13, éste le preguntaba: "¿Cuánto quiere ganar?". Y Biondi respondía: "Usted sabe lo que valgo". Le terminaba haciendo un cheque por más plata de la que pensaba.
Cuenta Margarita, en un párrafo del libro de Greco, que "Alejandro Romay, dueño de Canal 9, lo tentó con un cheque en blanco para que él pusiera la cifra que quisiera, para hacer teatro en 'El Nacional'. Papá nunca aceptó porque su salud era débil y no le permitía trabajar más allá de lo que hacía en televisión, y por gratitud a Goar Mestre, que lo había traído a la Argentina".
–¿Tuvo una vida muy sufrida, verdad Leonardo?
–Si. Nació en una familia pobre, los padres eran inmigrantes italianos, de Nápoles. Vivían en Barracas, de ahí se fueron a Parque Patricios y más tarde a Remedios de Escalada. A los siete años, frente a su casa, se instaló un circo. Y un payaso (el brasileño Juan Bonamorte, conocido como "Chocolate") le enseñó acrobacia. Pero a un precio muy alto: lo golpeaba para que aprenda. Estuvo cinco años así, hasta que la pareja del payaso lo vio y le dijo "a este chico no le pegás más". Ella buscó a la familia, que se había mudado, la encontró, y volvió con sus padres. Pero éstos estaban aún peor que antes. Biondi empezó a trabajar como lustrabotas y vendiendo diarios. Un día se encontró con otro payaso que había trabajado con él, y volvió al circo. Siempre fue un buscavidas.
Dos momentos claves para entender la bonhomía de Biondi, en palabras de Margarita: "Al Payaso Chocolate, aquél que le pegara tanto a papá durante su infancia, lo mantuvo económicamente hasta que se murió. Le llegó a comprar una silla de ruedas. Papá tenía un corazón puro y lo perdonó. Su pareja, Rosita de La Plata, era l'ecuyer del circo y siempre lo encontraba llorando a papá… Un día se puso a observar los ensayos y vio que Chocolate le metía la cabeza entre las piernas, le doblaba las vértebras, lo soltaba en la pista y, con un látigo, le daba y le daba. Papá aprendió el oficio de acróbata porque el miedo lo dominaba. Rosita tomó un arma y amenazó al payaso diciéndole: 'Que no te vuelva a ver pegarle a Josecito, porque te mato'. Así, Chocolate no le pegó nunca más. Pasados muchos años, cuando volvimos a Buenos Aires, en 1961, papá buscó a Rosita en Variedades. Cuando lo vio, ella no podía creer que la recordase. Papá le contestó: 'Cómo no recordarla, si cuando usted llegó a mi vida, mi vida cambió'".
–¿Cuando le empezó a ir bien?
–En la década del '40. En el año '41 tuvo un accidente. Se cayó en plena acrobacia y se quebró la espalda. Ahí quien mantenía la casa era Teresa Moraca, su esposa, que cantaba tangos y fue siempre su sostén. Ya había nacido Margarita, su hija. Entonces empezó una carrera como cómico. Después de un año y medio consiguió una prueba en el teatro. Debutó, fue un éxito. Estuvo en Cuba, Venezuela, España…
En Cuba, donde tuvo un gran éxito en la incipiente televisión (también de la mano de Goar Mestre, que luego de la revolución castrista se radicó en la Argentina y condujo Canal 13), se produjo el hecho que lo convenció de regresar a su tierra natal.
"El 23 de febrero de 1958, el movimiento 26 de julio, liderado por Fidel Castro, que luchaba contra la tiranía de Fulgencio Batista, secuestró al quíntuple campeón de automovilismo, el mismísimo Juan Manuel Fangio. El motivo fue no dejarlo participar en el Gran Premio de Cuba y, de esa forma, dar un buen golpe publicitario ante el mundo, dejando en ridículo al gobierno dictatorial. Veintiséis horas más tarde fue dejado en libertad… Tal fue el impacto que, meses después, ocurrió lo mismo con otra figura pública, pero no del deporte. Esa vez, y tal como se conoció después, fue 'la noche que Cuba no debía reír'. La misma organización política y militar puso los ojos en Pepe Biondi: otro argentino, curiosamente… Biondi, acompañado por Raúl Gómez, su vestuarista, salió de su departamento con dirección a los estudios de televisión CMQ. Caminaban, ya que los separaban sólo unos trescientos metros… Martínez Bello (encargado de la operación) se presentó como miembro del Movimiento 26 de julio y abrió levemente su saco para mostrarle la pistola que llevaba consigo… En todo momento, el astro hizo todo por cooperar con los captores… Se quitó la peluca y se colocó unos anteojos oscuros, al tiempo que relataba algunos chistes para relajar la angustia. Entrada la noche, el comando dejó al artista en manos del sacerdote Rosas, que oficiaba en la Iglesia Arroyo Arenas, situada en las afueras de la ciudad de La Habana. El cura lo recibió con instrucciones de entregarlo en la Embajada Argentina."
–¿Leonardo, tenés alguna anécdota que lo pinte de cuerpo entero?
–El ya estaba retirado, para un taxi y le dice "Biondi, mi abuela es súper fanática y está muy enferma". Su respuesta fue: "Y bueno, si me llevás, la voy a ver". Llegaron, se puso la peluca –porque era pelado– y le hizo un show de 45 minutos. Esta mujer, con el tiempo, le dijo al taxista: "Por mi edad, seguro me voy a morir antes que Biondi. El día que él se muera, llevale de mi parte flores, algo para agradecerle el gesto que tuvo conmigo". Falleció la señora, y cuatro meses después Biondi, a los 66 años. Margarita cuenta que, en el velatorio, este hombre se presentó y ella lo reconoció, porque estaba con el papá cuando sucedió esta anécdota, y lo llevó hasta el cajón para dejarle las flores.
–¿Por qué se retiró?
–Básicamente por su enfermedad (sufría problemas cardíacos). Tuvo catorce operaciones, padeció de grande los maltratos que sufrió de chico. Y cuando estuvo en Cuba fumaba muchos habanos, eso lo afectó. Siempre estuvo en una cornisa: entre el éxito de la televisión y una salud que no era buena. Nunca se terminaba de curar.
–A él se lo ve en Volver y en Youtube. ¿Pero cuánto se conserva de sus trabajos?
–Diría que sólo el 40 por ciento. Investigué entre el 61 y el 71, y la verdad es que es para llorar. Hubo mucho material, no sólo de él, que ya no se puede recuperar.
Por Hugo Martin
Fotos: Enrique García Medina y álbum de Leonardo Greco
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