Profesor: ¿Vos querés ser actor profesional?
Fernán: Nunca lo pensé. ¿Puedo?
Profesor: Creo que sí… Hagamos una prueba.
La conversación se dio cuando Fernán Mirás (49) tenía diecisiete años, y derivó en su primer rol actoral para la obra Cuba y su pequeño Teddy. "Debuté con un protagónico junto a Lito Cruz y, como era una obra que hacía Robert De Niro en los Estados Unidos, ¡con él y Christopher Walken en la platea! Un hijo de puta, yo…", rememora entre risas el actor, quien desde entonces participó en diez obras teatrales, treinta y ocho ficciones televisivas y veintidós películas.
Hoy, "pisando los cincuenta años", y estando al frente de Terapia amorosa (teatro Picadero), Argentina, tierra de amor y venganza (eltrece) y El mundo de Mateo (Televisión Pública), reflexiona sobre su carrera, y dice: "A mí las cosas se me dieron antes de fantasearlas. Retrospectivamente, pienso que tuve muchos golpes de suerte".
–¿No considerás que fue tu talento y no la suerte el que trazó tu carrera?
–Siento que tenía una capacidad que desarrollé mucho, ¡pero porque me daba vértigo! Me provocaba miedo y angustia que en las clases de teatro me dijeran que tenía talento, porque no entendía por qué una escena me salía bien y otra no. Así que empecé a anotar todo mi proceso: para descubrir qué era eso que gustaba y cómo mejorarlo. En ese sentido trabajé mucho, aunque al mismo tiempo tuve una dosis indudable de suerte, ¡porque protagonicé Tango feroz a los veinte años! Y eso podría no haberme pasado.
Hijo de una maestra y un técnico de televisores, Fernán creció junto a dos hermanos –un hombre y una mujer– en una casa de Floresta sin mascotas en la que se disfrutaba mucho del arte: "Mis viejos hablaban de cine en la mesa y nos hacían escuchar música. Además, tenían hobbies artísticos: él tocaba el piano y el violín, y ella, el piano y la guitarra, y escribía cuentos", recuerda el estudiante de Bellas Artes y maestro de teatro y plástica.
Ahora sus alumnos son sus hijos: Santiago (11) y los mellizos Sofía (7) y Sebastián (7). "Pasan la mitad de la semana conmigo, y los estimulo a que disfruten del arte con todos sus sentidos. Incluso, juntos filmamos películas: la última fue mi versión casera de Star Wars, y ahora me están pidiendo una de cowboys", cuenta Mirás.
–¿Creés que alguno va a seguir tus pasos?
–Si bien los tres tienen una inclinación artística, no lo sé. Hace poquito, en el colegio, los melli arrancaron a decirles a sus compañeros "mi papá es famoso", ¡y eso es raro!, porque a mí me gusta mi trabajo, pero cuando empecé no buscaba ser famoso. Es algo que vino.
–Y aceptó.
–Que la gente me observe ya me es natural, pero me preocupa cómo pueda afectarles a mis hijos, porque ser conocido no necesariamente genera cosas buenas. Igual, el otro día les bajé línea: "Yo soy famoso porque me gusta actuar y por eso soy actor, pero ser famoso no es ni fu ni fa". Qué sé yo, ¡sólo espero que no les joda!
–¿Les cocinás?
–Pizza, patitas, esas cositas que puede preparar un padre separado. Y a Sebas verduras, porque salió vegetariano.
–De eso podés charlar con la China Suárez, tu compañera en Argentina, tierra de amor y venganza, que tiene hijas vegetarianas.
–¿De verdad? No sabía… ¡Le voy a pedir recetas! Te confieso que estoy sorprendido de mí mismo, porque cuando en mayo del año pasado me separé de su mamá, María Amelia, no sabía cómo iba a resolverlo, y fue bárbaro descubrir que puedo hacer muchas cosas solo.
–Volviste a la soltería luego de veinte años de casado. ¿Cómo fue?
–Me gustaría tener algún día libre para salir y respondértelo, pero todavía no sé bien cómo es. Acepto que este año tengo tachado el ítem "Amor", porque con la obra y la tira se me juntó mucho trabajo y no me dan los tiempos para el ocio. Ahora, en el 2020 la historia será otra…
–¿El año que viene no te vamos a ver en la tele?
–Me parece que no. Según mis cálculos, termino la tira en noviembre-diciembre y dos días después tengo un ACV (ríe)… Fuera de broma, creo que si no paro me voy a morir. Pero mis vacaciones no llegarán tan pronto, porque estoy trabajando con Rodrigo Vila en un proyecto que me súper entusiasma: dirigir a fin de año mi segunda película (la primera fue El peso de la ley). Mucho no puedo decir, pero es una comedia con algo de humor negro adaptada de otra cosa.
–¿Pensaste alguna vez en ser director de televisión?
–No sé si podría trabajar a esa velocidad. Sí me gustaría dirigir teatro.
–Trabajás con Benjamín Vicuña. ¿Cómo se llevan?
–Bárbaro, nos cagamos de risa. Y seguro lo veo más que la China. Es más, muchas veces le comento a ella: "¿Querés que te cuente cómo anda, cómo le fue hoy?". Hubo un día en que los dos estacionamos casi al mismo tiempo en un campo cargado de niebla en el que rodábamos temprano. Al bajar del auto yo le tiré un texto de la obra de la noche. Él me lo contestó y empezamos a reírnos a carcajadas, porque seis horas antes habíamos estado juntos sobre el escenario. ¡Un re loop!
–¿Qué te dice cuando hay escenas fuertes con la China?
–Nada. Pero cuando filmé la escena de la violación –que me pareció un horror– le dije: "El otro día, cuando estaba violando a tu mujer…", y seguimos hablando. Nos divertimos. La verdad, los dos me caen bárbaro.
–¿Pensás que de viejito vas a seguir trabajando como actor?
–Creo que sí, para contar cosas que hasta ahora no conté porque todavía no lo viví.
Por Kari Araujo.
Fotos: Maximiliano Didari y gentileza Consuelo Opizzi, Idealismo Contenidos y SMW.
SEGUÍ LEYENDO: