"Vine por segunda vez a la Argentina, de vacaciones, porque me encantan este país y sus costumbres", admite Kilian Mongey (24), el gimnasta francés que viaja por el mundo interpretando a un grillo en el mega-espectáculo internacional Cirque du Soleil OVO.
Lejos de los reflectores, los aplausos y las camas elásticas que suelen acompañarlo –su régimen laboral es de diez semanas de trabajo y dos de descanso–, llega a la nota acompañado por un amigo que conoció acá a través de un colega del circo. "Con Nico nos hicimos amigos en la época de Séptimo Día. Desde entonces, cada vez que vengo a Buenos Aires me invita a quedarme en su casa", cuenta.
–¿Qué vas a hacer en nuestra ciudad hasta el 28 de mayo, cuando retomes la gira?
–Visitar amigos, salir los fines de semana de fiesta por la Costanera, comer asados, tomar mate y charlar. Acá es muy fácil encontrar gente interesante con la que conversar. ¿Sabés cómo aprendí el idioma español? Charlando con mi ex novia y con mis amigos.
–¿Tenés una ex novia argentina?
–Sí. Se llama Dana. Es de Lanús, de mi edad, y salimos tres meses. Nos separamos porque es difícil estar en serio con alguien que vive de viaje.
–¿Por eso de "un amor en cada puerto"… o aeropuerto?
–Digamos que ella tenía una vida acá y yo encontraba muchas tentaciones en cada país… (risas)
–¿Tuviste parejas en distintos lugares?
–Novias formales, sólo acá y en Colombia. Es gracioso, porque mi mamá siempre me dijo que iba a terminar casado con una latina. Sucede que siempre me gustaron las chicas de cabello negro y largo, con carisma y un poquitito locas. Va pasando el tiempo y creo que ella va a tener razón.
UN SUEÑO, UNA LUCHA. "Mi familia vive en Francia y no tiene nada que ver con el mundo artístico. Papá es ingeniero; mamá, licenciada en Recursos Humanos, y mi hermana mayor, secretaria. Yo, no obstante, sueño desde los 12 años con formar parte del circo", cuenta con mirada centelleante el joven parisino. "Comencé a practicar gimnasia a los tres y por una tontería: mi madre quería que gastara la gran energía que tenía. Pero con el tiempo mi entrenador vio que era bueno en acrobacia y me recomendó practicar tumbling. Comencé a los ocho años y llegué a estar seis –de los 15 a los 21– en el seleccionado de mi país", memora.
–¿Dejaste la selección por el circo?
–Sí, así es, pero no fue fácil entrar. A los 19 años empecé a mandarle videos al Cirque du Soleil, postulándome. Me respondían que no había posiciones para mí, pero que siguiera entrenando. Cada mes, durante dos años y medio, les enviaba un mail con un nuevo video. Hasta que hace tres años…
–… finalmente te llamaron.
–Exacto, para ofrecerme un puesto de cuatro meses en OVO y avisarme que en dos semanas tenía que estar en los Estados Unidos. Yo, que venía haciendo un curso de manager para una tienda de muebles, acepté y dejé todo. Hoy puedo decir que fue la mejor decisión de mi vida. Ahora soy feliz. Viajo por el mundo descubriendo culturas y aprendiendo idiomas, y me encanta ver a la gente sonreír después de cada show.
–En Instagram subiste un video haciendo flamear la bandera argentina y pidiendo que te adoptemos. ¿Por qué?
–Lo hice en uno de los últimos shows de Séptimo Día, la obra del Cirque du Soleil inspirada en la música de Soda Stéreo, en la que trabajé hasta el final. Yo encarnaba a Gustavo Cerati cuando sonaba De música ligera. Admito que era un momento en que me emocionaba hasta las lágrimas. Sentía lo importante que era para el público argentino.
–¿Te gustaría vivir en nuestro país?
–Obvio, quiero vivir acá. A mis familiares les adelanto que es posible que me quede en la Argentina y no me creen. Acá soy feliz. Cada vez que me voy pienso: "¿Cuándo será la próxima vez que esté acá?". ¡Extraño mucho!
–En unos días, después de pasar por Paraguay, regresarás con OVO. ¿Cómo vamos a verte en el show?
–Como un grillo –espero que de la suerte– que hace mortales desde gran altura. Formo parte de un equipo de trece grillos locos y divertidos que transmiten alegría. Y estoy convencido de que los vamos a sorprender con el acto final, porque hacemos una mezcla de cama elástica y tumbling que es impresionante.
–¿Tenés miedo cuando hacés grandes saltos, o esa sensación se fue perdiendo?
–Sí. Aunque tengo el privilegio de entrenar todos los días con el campeón mundial de tumbling (Mikhail Kostianov), que es el capitán de mi equipo, todavía tengo miedo como cualquier ser humano, pero intento superarme cada día. Si no lo intentás, nunca vas a llegar a ningún lado.
Por Kari Araujo.
Fotos: Alejandro Carra, gentileza Maximiliano Yoguel (@yoguelph) y Punto Tiff.
Make up: Sofía Gadea (@sophiegadea).
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