Felipe Colombo: "Armé mi pequeña nación Argen-Mex: como asado con tortillas y le meto chile al bife de chorizo"

Hace poco más de dos décadas que el actor de 36 años, nacido en el DF azteca, vive en Buenos Aires. Hoy está en televisión (Bailando por un sueño, eltrece), teatro (Camarera, en el Metropolitan Sura) y radio (Alimento balanceado, radio Nacional). La historia del hombre que por herencia y amor, adoptó Argentina como su hogar.

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A los 36 años, Felipe
A los 36 años, Felipe Colombo vivió más tiempo en la Argentina (llegó a los 15) que en México

Se sienta a almorzar pollo con puré antes de la charla, y de su mochila saca un envase de chile piquín para rociar la comida, y un tupper con maíz frito. A los 36 años, Felipe Colombo vivió más tiempo en la Argentina (llegó a los 15) que en México, su tierra natal, y es un mix perfecto entre ambos países.

"No soy de aquí, ni soy de allá", dispara quien a esta altura sólo conserva un leve vestigio de su acento azteca. "Ahora, mi papá (el actor argentino Juan Carlos Colombo, exiliado en el DF al comienzo de la dictadura), habla como un mexicano y yo, más como un porteño… ¡No sabés lo que es cuando estamos juntos! Armé mi pequeña nación Argen-Mex, donde como asado con tortillas y le meto chile al bife de chorizo. Hay una salsa, que se hace con un hongo llamado huitlacoche, que le crece alrededor al elote –como le dicen acá al choclo–, y se lo pongo a las pastas; o preparo polenta con mole, otra salsa mexicana que lleva chocolate, maní, tomate, chile… Con papá solemos hacer esas mezclas. Igual, yo recién el año pasado me sentí muy seguro con mi porteñidad".

–Y habían pasado dos décadas…

–Sí. Es que la mayor parte de las emociones las adquirimos de chicos. Y yo adquirí las mías en mexicano. Entonces, me enojo y me alegro en mexicano, por ejemplo.

–¿Puteás como allá?

–Ése es el punto: ya casi que no. Hace mucho que no voy a México, y siendo padre tendría ganas de ir por un tiempo un poquito más largo que unas vacaciones… Quizás a actuar.

TEATRO, RADIO Y TELEVISIÓN. Hoy, el actor se divide entre su participación en Bailando por un sueño, su programa en radio Nacional (Alimento balanceado) y su papel en el musical Camarera (teatro Metropolitan Sura), que inicialmente quiso esquivar: "Hacía mucho que no hacía musicales, así que dudé de ir al casting. Pero me insistieron, investigué de qué se trataba la obra y fui. Tengo un personaje complicado, la energía más amarga de la historia: un tipo que maltrata a su esposa. Cuando me dijeron que quedaba y vi el elenco, dije ¡guau!".

–Además, toca un tema muy actual: el maltrato a la mujer.

–Sí, y además en la forma en que está abordado. Esa es la historia central, pero se abren muchas líneas dentro de la obra. Por ejemplo, habla de cómo te salva encontrar una vocación, como pasa con la protagonista.

–No hiciste demasiados villanos.

–Claro. Y a mi personaje le buscamos colores: pasás de decir "mirá, pobre tipo", a ver que es un psicópata. Nos damos cuenta de algo que no siempre notamos. ¡Cuántas veces decimos de esa gente: "Pero si es simpatiquísimo"! Alguien a quien la ira lo desborda y luego le llega la culpa.

A propósito, vos viviste el boom de Rebelde Way, un éxito juvenil junto a Luisana Lopilato, Benjamín Rojas y Camila Bordonaba, con giras multitudinarias. ¿Cómo eran las de ustedes y cómo viviste la denuncia de Thelma Fardin contra Juan Darthés, que sucedió en una obra similar?

–Nosotros estábamos muy contenidos. Como éramos adolescentes, sentíamos que hasta demasiado… Cris (Morena) se ocupó de tener siempre un psicopedagogo, un manager personal, Macana, que era como un hermano mayor, alguien para hacer los deberes de la escuela. Y a las giras venían papás. Lo que pasó con Thelma me sorprendió y fue devastador.

“Lo que pasó con Thelma
“Lo que pasó con Thelma me sorprendió y fue devastador”, confesó el actor

–Este año hay muchas comedias musicales, ¿a qué creés que se debe?

–Es cierto. Me alegra, porque le da trabajo a mucha gente. En Argentina gusta mucho. Buenos Aires es un polo muy importante a nivel mundial.

–De hecho, Camarera se estrenó aquí al mismo tiempo que en Londres.

–Exacto. Y hay una cantera de talentos increíble, y muy jóvenes. En el resto de Latinoamérica no hay tanto ni tan buen teatro como aquí. Es algo que me maravilló no bien llegué.

–Al mismo tiempo que personificás a ese personaje oscuro, estás en el Bailando. ¿Te costó aceptarlo?

–Esta carrera es rara. Yo tengo la teoría de que uno tira una piedrita, se arma un oleaje y alguna vez vuelve y te agarra. Se dio que trabajé en Pol-ka con Flor Vigna. Justo necesitaban a alguien para la Salsa de 3, y cuando empecé a ensayar lo disfruté mucho. A mí me gusta bailar. Así que fui, vi toda esa parafernalia, se tejió la posibilidad, conocí a Stefi Roitman y a mi coach, Quique Pérez… ¡y acá estamos!

Junto a su pareja Stefi
Junto a su pareja Stefi Roitman y su hija Aurora de siete años.

–¿Y cómo es esa adrenalina estando al aire?

–Mirá, yo hace tiempo que hago ejercicios de relajación y respiración. No sigo una línea específica de yoga, pero me armé un kit para bajar el estrés. Así que antes de salir hago como una hora de silencio. Porque cuando se abre la pantalla explota una bomba: está Marcelo (Tinelli), es la previa, todavía estás masticando la coreo, cosas que aún desconozco…

–No tenés el perfil del escándalo o la pelea. ¿Cómo vas a hacer cuando lleguen?

–Con alguien me voy a tener que pelear, ja ja. No sé cómo lo podría manejar. Lo que necesitaba por ahora era romper la primera vez.

–¿Cuál puede ser tu límite? ¿Qué no bancarías?

–Siempre trato de salvaguardar a mi círculo íntimo, lo personal. No es que no hable de mi familia, porque es fantástica. Pero si ese lugar se ve herido, o desestabilizado, o si hay una falta de respeto gratuita, ahí no lo aceptaría. Yo no soy ni mejor ni peor, pero que haya un trato cordial. Si me van a decir que bailé mal, que me digan eso.

–Flavio Mendoza le dijo a Fede Bal que tenía diez kilos de más, por ejemplo. ¿Ese tipo de cosas las soportarías?

–¡¿En serio le dijeron eso?! Bueno, esas cosas… Igual, Fede conoce ese juego mucho más que yo. Soy tranquilo, ¿pero viste cómo es la gente tranquila cuando se enoja? Igual, vamos… Estoy muy contento de estar ahí, muy sorprendido.

–¿A qué edad viniste al país?

–A los 15. Se hizo Chiquititas para México y me vine con mi mamá (Patricia Araceli Eguía), que es de allá. Eran tres meses, se hicieron tres más y así me fui quedando. Durante tres años, cada diciembre tenía las valijas listas. Igual, desde que vivía en mi país natal quería venir a conocer la patria de mi padre.

–¿Sabés por qué se tuvo que exiliar tu papá?

–Sí. Lo hablamos muchas veces. Él era abogado, trabajaba en una cárcel. Había un sistema donde la policía te llevaba preso y al otro día te soltaba, pero salías y te chupaban. Mi viejo ayudó a gente y escondió a otros, hasta que un día lo llamaron y le dijeron: "Andate mañana". Consiguió una beca y se fue a México. Llegó y la agregada cultural lo mandó al CUT (Centro Universitario de Teatro) y así empezó, porque él acá también era actor amateur. Ahí la conoció a mi mamá. Además, en el colegio tuve que preparar clases sobre Malvinas y la dictadura militar. Allá tenía amigos, hijos de argentinos exiliados, un profesor hijo de desaparecidos… Incluso hay una filial de HIJOS allá.

Planeamos ser padres y le
Planeamos ser padres y le dimos a Aurora (su hija, 7) la posibilidad de encontrarnos. Es la aventura más maravillosa que viví.

–¿Esa historia de tu papá no te daba cierto resentimiento con Argentina?

–También lo hablamos mucho. Yo lo sentía más resentido a él. Y si bien tenía ese background, me tocó venir a otro país, a otro momento. Hice mi propio vínculo con Argentina y eso generó cruces con mi viejo. Además soy hijo único y me preguntaba si iba a volver, mientras me iba enamorando cada vez más de Buenos Aires.

–¿Qué incidencia tuvo la familia que formaste en tu arraigo acá?

–Conocer a Cecilia fue algo físico, inmanejable. Un día le dije: "Me pasa esto con vos". Y ella me respondió que le sucedía lo mismo. Los dos estábamos como asustados. Pero lo que sentíamos fue creciendo. Planeamos ser padres y le dimos a Aurora (su hija, 7) la posibilidad de encontrarnos. Es la aventura más maravillosa que viví.

–¿Y qué sucede cuando hablás de tu viejo amor con Luisana Lopilato? ¿Provoca celos?

–No. Todos tenemos una historia. Me sorprendió lo que pasó cuando lo dije. Pero en nuestro núcleo no afecta. Entre los dos aprendimos a ser pacientes. Sabemos estar juntos hasta sin un porqué.

Por Hugo Martin.

Fotos: Alejandro Carra y gentileza LaFlia y prensa Camarera.

Estilo: Cecilia Coronado.

Agradecimientos: Silvana Bono, Morena López Blanco, AY Not Dead, Zapatos Giardini y Orso Bianco.

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