"Nosotras jamás discriminamos: la prueba está en que dejamos subir a los hombres al colectivo", bromea una de las veintiséis choferes de la línea Transporte Bicentenario de Vicente López, que tiene como característica principal que todas sus unidades son conducidas por mujeres. "Al principio, algunos pasajeros (en especial del sexo masculino) preguntaban apenas subían: '¿Son todas chicas las que manejan?'", agrega otra, y ellas sonríen ante la lente del fotógrafo. "Somos profesionales y coquetas. Una cosa no quita la otra", suma una tercera, en medio de un clima más que cordial.
La idea de este emprendimiento surgió en el Municipio en 2011 con un objetivo de inclusión, como una especie de desafío que demostrara que no existen oficios ni profesiones específicas para uno u otro sexo, con algunos detalles superlativos hoy en día que hacen aún más atractiva la propuesta: el pasaje es gratuito y las conductoras ostentan con orgullo otro par de detalles fundamentales: 1) Es el transporte público con el número más bajo de siniestros en el país. 2) La gente destaca la amabilidad y el muy buen trato recibido.
"Les agradecen que se arrimen al cordón de la vereda y hasta ayuden a bajar a alguna persona que lo necesite. Es que en el recorrido pasan por maternidades, centros de salud, colegios y hospitales, y el público reconoce los gestos que todo el plantel tiene con cada uno", destaca Claudio Lo Iacona, director de Prensa de la Municipalidad de Vicente López –cuyo intendente es Jorge Macri–, acompañado por Micaela Fiamma, fiel colaboradora de su equipo de trabajo.
Entre las choferes –la mayoría reside en localidades del partido– hay quienes se dedican exclusivamente a eso, como también muchas desarrollan otras tareas: desde peluqueras y administrativas, hasta maquilladoras y decoradoras de interiores. Al principio arrancaron con dos micros (hoy casi completan la docena) y trasladaban a personas con discapacidad, adultos mayores y niños. Pero en la actualidad transportan a más de 80 mil pasajeros por mes. El recorrido tiene una longitud de 14 kilómetros: se inicia en la estación Villa Adelina y comprende hasta el sudeste del partido, donde está instalado el Centro Recreativo de la Tercera Edad, sobre la costa del Río de la Plata. Facilita a los vecinos el acceso a las distintas Unidades de Atención Primaria: Burman, Maternidad Santa Rosa, Ramón Carrillo, jardines de infantes y maternales, y las delegaciones de Munro, Carapachay, Villa Martelli y Florida Oeste.
Las chicas se presentan una por una, gentiles y divertidas: Susana Enriquez (45), Itatí Palacio (56), Claudia Benítez (51), Graciela Graiño (56), Laura Fernández (52), Mónica Gallardo (48), María Gómez (43), Ángeles Lauricella (45), Marcela Gayol (47), Natalia Sánchez (44), Andrea Rognone (45) y Araceli Fierro (24) –la más juvenil del grupo–. "¿Cómo nos llevamos con nuestros colegas hombres? Bien, la verdad es que nos respetan. Al principio se asombraban, pero ahora nos saludan y sonríen. No nos llaman 'colectiveras'; ellos dicen que somos conductoras. Nos quieren. Tuvieron que aceptarnos, ja, ja, ja", explican. "A mí el trabajo me lo consiguió mi hijo. Se enteró, me lo comentó, y a los pocos días estaba manejando. Lógico, todas tenemos registro profesional, condición indispensable para la tarea", cuenta Graciela. "Yo manejaba camiones, así que adaptarme al colectivo fue fácil", relata Mónica, quien se enteró de la oportunidad porque se lo comentó Iris, su hermana: "Ella es una militante por los derechos de la mujer. Vio esta chance, pensó que era justo para mí y acá estoy", resume. "Soy chofer de día y atiendo mi peluquería por la tarde. Me ayuda a llegar a fin de mes", completa Claudia.
Sobre el final de la charla les consultamos si sus parejas aceptan el oficio, y varias coinciden: "La verdad es que la mayor parte no tiene problemas… Algunos se ponen un poquito celosos, pero no más que eso", aceptan cómplices mientras aseguran que la relación con los pasajeros es inmejorable: "Nos hacemos amigos, hasta les cantamos el 'feliz cumpleaños'. Cuando alguno no viene un día preguntamos qué le pasó… Nos escriben por WhatsApp para saber si estamos llegando, porque la frecuencia es cada cuarenta minutos", dice María. "Muchos nos traen alguna factura, y como pasamos por la puerta de una fábrica de galletitas nos dejan algún que otro paquetito", completa Susana.
En una de las paradas, una pasajera resume: "Acá el famoso cupo que exige la política se cumple de sobra, y encima nos tratan bien". Y va más allá con la conductora: "Ayer la ayudaste a mi mamá con la silla de ruedas. Mañana te traigo pastafrola". Fin del viaje.
Por Miguel Braillard
Fotos: Diego Soldini
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