Aunque es ciego, corrió 110 kilómetros entre montañas y a beneficio

Se llama Miguel Ángel Manríque y perdió sus ojos en accidentes. Sin embargo, impulsado por una frase de su hija, terminó convirtiéndose en especialista en carreras a campo traviesa. Secundado por un guía, a los 53 acaba de recorrer la Patagonia Run 2019 en 27h 30m. “Sólo perdí la vista, no el resto de mi cuerpo”, desafía desde San Martín de los Andes el representante de CASATUYA: proyecto de la Asociación Civil Puentes de Luz que busca desarrollar un programa de viviendas para que personas con discapacidad puedan vivir de manera autónoma con pares.

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Miguel y su guía Cristian
Miguel y su guía Cristian surcando la zona montañosa neuquina.

"NO ME QUIERE ACOMPAÑAR, MAMÁ…" Le escuchó susurrar Miguel Ángel Manríquez (53) a la pequeña Solange aquel día en que ella le pidió salir a correr juntos. "Era chiquita, de apenas cuatro pirulos. Yo acababa de quedar ciego y me negué. 'No te puedo cuidar… ¿Y si tropezás y te lastimás?', le expliqué."

"Sin embargo, al instante la escuché decirle eso a su mamá (Ruth), y el 'no me quiere' me hizo reaccionar: '¡¿Sigo siendo su papá o no?!', pensé. Entonces cambié para siempre el enfoque y empecé a honrar semejante vínculo", memora Migue en la meta, luego de abrazar a su hija (hoy de 11), quien le hizo entremezclar sudor y lágrimas al confesarle: "Me emocionás mucho, pa". Izquierda: En pleno desafío cordillerano, orientado por Cristian Barreiro.

El abrazo en la meta
El abrazo en la meta con su hija e inspiradora: Solange.

PUENTES DE LUZ EN LA OSCURIDAD. "Siento la necesidad de ayudar", señala quien naciera un 15 de mayo del '66 en Centenario, la segunda ciudad más grande de la provincia del Neuquén, Argentina.

"Me pongo en el lugar de aquellos padres preocupados por el futuro de sus hijos discapacitados cuando no estén ellos", resume Miguel su activa participación en Puentes de Luz, la organización civil sin fines de lucro creada en 2006 en San Martín de los Andes, cuyo fin es mejorar la calidad de vida de personas en similar situación, a través de programas y asesoramiento familiar.

En pleno avance a campo
En pleno avance a campo traviesa.

Allí además desarrollan actividades recreativas relacionadas con la cocina, las manualidades, la danza y la radio, talleres de equinoterapia y un emprendimiento llamado Sabor Natural, orientado a la producción de huerta orgánica y granja y a aprender oficios para potenciales empleos genuinos.

El proyecto CASATUYA, que también forma parte de los objetivos de Puentes de Luz (cuya dirección pertenece al licenciado Luis Rodríguez), lleva recaudados –a partir de la Patagonia Run en la que participara Manríquez– once mil de los 200 mil dólares necesarios para adquirir el terreno y los materiales que permitirán construir una primera casa autónoma para personas con discapacidad.

Manríquez, guiado por el bastón
Manríquez, guiado por el bastón de Barreiro, avanzan también en las aguas.

"ELLA SABE QUE SU PADRE JAMÁS VA A ENTREGARSE". A lo largo de los 110 kilómetros de carrera, Manríquez transitó los pasos de Colorado, Quilanlahue, Quechuquina, Pas Mallín y Bayos.

"Cristian, su compañero, lo motivaba: 'Hay que llegar, más allá del tiempo y del dolor, Migue'". Él doblaba la apuesta y le reclamaba: "Dale, poneme al límite". Prosigue el protagonista:

Entre troncos, de los obstáculos
Entre troncos, de los obstáculos más complicados aún para los corredores sin discapacidad.

"Pero casi no hablábamos. Nos comunicábamos por medio del bastón que unía nuestras manos. Afrontábamos a full los obstáculos que aparecían –piedras, vegetación, troncos…–. Si bien soy tornero mecánico, siempre viví en el campo, al estilo chacarero. Mi cuerpo guarda memoria de los terrenos pisados. Se me facilitan los complicados. Mientras algunos tropiezan con las ramas, yo las abordo y las dejo atrás sin enredarme. Transito con firmeza los resbalosos mallines (tierras bajas inundables de la Patagonia)".

La inmensidad como escenario de
La inmensidad como escenario de una hazaña inolvidable.

Y continúa: "También aprendí a disfrutar el olor a brisa fresca, pasto seco y bosque. Mis ojos marrones han perdido su color hasta aclararse, aunque mis otros sentidos ganaron en intensidad", define de manera poética. "Al trotar siempre se me cruzan las imágenes de mi hija –ella sabe que su padre jamás va a entregarse– y la de mi primer guía, Gaby Soto, que alguna vez me inspiró al grito de '¡Hay que llegar como sea! ¡¡Somos corredores, carajo!!'".

La meta, ese sueño consumado.
La meta, ese sueño consumado.

ABRAZOS QUE VAN A QUEDAR.  Cruzó la meta a las 23:00:27, culminando 294º entre 395 hombres y 368º entre 550 inscriptos. Le agradeció a Cristian "la ayuda y amistad de tres años". Posó con su orgullosa hija y con "mi nueva compañera, Antonia".

Y al instante recibió el reconocimiento justamente de Solange ("¡Ahora salimos juntos a correr competencias de tres y cinco kilómetros!") y una frase estimulante de Barreiro, su incondicional compañero: "Tiene aptitudes de un atleta de ultra maratón. Sí, 50 por ciento físico, y el resto, cabeza".

MIguel entre su hija Solange
MIguel entre su hija Solange y su pareja, Antonia.

Manríquez, por su parte, nos contará que se encuentra "enterito después del desafío", y que celebró "tomando mate amargo a las 3AM". Y se despedirá desde su 1,70 metro y sus 69 kilos (apenas 600 gramos menos que en la largada, ya que ingirió bastantes calorías) solicitando un favor:

"¿Podrás incluir en la nota el site www.casatuya.org? Es lindo el recibimiento de la gente; es genial que las personas puedan inspirarse en historias como la mía, pero, te aseguro, nada es tan maravilloso como poder colaborar en este tipo de causas", cerrará… Y el lector sabe que sólo nos faltaría aplaudirlo.

Por Leo Ibáñez.
Fotos: Diego Costantini, Marcelo Tucuna, Martín Papalia, Mariano Paz y Leo Koller (para Fotos de Aventura).

Agradecemos a Luis Rodríguez y a Nicolás Catsoulieris (puentesdeluz.org.ar).

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