Esta nota la escribirá Paul McCartney (76), en castellano. Apenas contará con alguna aclaración indispensable, pero poco más. Porque no siempre uno de los mejores músicos de la Historia se desafía a comandar un concierto desde una lengua que no domina. Y el caballero lo hizo.
Ocurrió el sábado 23 de marzo de 2019, a lo largo de dos horas y media y 38 temas. Un gesto inusual que merece reverencias hacia sir James Paul McCartney. O, acaso, para nosotros, ya Jaime Pablo McCartney… "Hola, Argentina, qué buena onda. Hola, Buenos Aires. Estoy 'felice' de volver", arrancó en español, anunciando que lo iba a seguir utilizando a lo largo de la noche:
"Voy a tocar unas canciones viejas, otras nuevas y algunas del medio…, e intentar hablar en español". Entonces, inició un raid entre nostálgico y contemporáneo, que incluyó repertorio de su banda Wings (1971-81), de los Beatles (1962-70) y flamante, como Who Cares, "tema que estrenaré aquí", aclaró antes de contar que aprendió nociones de nuestro idioma a los 11 años, cuando iba a la escuela en Londres.
Pronto recitó: "Tres conejos en un árbol,/ tocando el tambor,/ que sí, que no,/ que sí lo he visto yo". Y continuó entregando My Valentine: "Se la escribí a mi hermosa esposa, Nancy. Ella nos acompaña esta noche". Una cortina metálica descendió, dejó el escenario a la mitad y le dio el pie para anunciar In Spite of All the Danger, "la primera canción que grabamos los Beatles".
La magia no mermó en minutos y minutos. Antes de ofrendar Here Today a "mi hermano John (Lennon). ¡Arriba, John!", interpretó los hits From Me to You, Dance Tonight, Love Me Do y Blackbird ("sobre los derechos civiles"). El recital avanzó con Lady Madonna, en homenaje a las mujeres, con el inclaudicable Eleanor Rigby y con la versión en ukelele de Something, "destinada a mi amigo George (Harrison)".
Sonarían Being for the Benefit of Mr. Kite!, Band on the Run y Ob-La-Di, Ob-La-Da. Live and Let Die envalentonaría los primeros fuegos artificiales y a Back in the USSR, de 1968. Hey Jude (que paralizó el tránsito de la Avenida del Libertador e hizo descender a la gente de los autos para bailar y entonarlo) inspiró en el británico la idea de dividir al público entre hombres y mujeres y luego invitarlos a corearlo "todos juntos".
"Llegó el momento de irnos", anticipó acelerando Birthday, Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, Helter Skelter y Golden Slumbers, Carry That Weight y The End, pertenecientes a Abbey Road, el último disco que grabó el eterno cuarteto de Liverpool. Agradeció a sus técnicos ("el mejor equipo del planeta"), "a mi banda fantástica" y a los espectadores.
"Ustedes son grosos, copados… Nos vemos la próxima", lanzo en castellano bajo los últimos fuegos de artificio, abundante papel picado y la sensación de que una leyenda siempre puede reinventarse.
Por Leonardo Ibáñez.
Fotos: Julio César Ruíz, Patricia A. Callebaut y @calicoradio.
Agradecemos a Natasha Tieffenberg (.TIFF).
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