Nos conocimos trabajando (Simona, eltrece 2018) y seguimos conociéndonos todos los días", coinciden Gastón Soffritti (27) y Stefanía Roitman (24), conductores de Pareja o despareja (KZO).
Con un año de noviazgo, se animan a charlar sobre su intimidad. Porque aunque adviertan que "nuestra relación, así tan fresca, es más convencional de lo que se imaginan", darán cuenta de que son tan hot como se muestran. Aun compartiendo proyectos laborales, de modo de derribar el mito del peligro de la rutina. "Porque en realidad nunca dejamos de trabajar juntos", afirman.
–Lo que plantean es casi una convivencia. ¿Hay planes de compartir hogar?
Gastón: No, no. No tenemos apuro. Hoy no es prioridad.
Stefanía: No lo haría por ansiosa, o porque pinta", sino como parte de un gran plan de pareja. Todavía no llegó nuestro momento.
–¿Cada cuánto duermen juntos?
S: ¡Casi todos los días!
G: Ella es muy de venir a casa…
S: ¡Porque él vive solo desde los veinte! Tiene todo más armado, más "hogar". Mi casa (dejó la vivienda paterna hace algunos meses) está en proceso (risas).
–Viajemos al inicio de la historia. ¿Cómo fue ese primer beso?
G: En 2014, en un boliche. Nos habíamos conocido a través de un amigo en común…
S: … que fue conmigo a primaria y secundaria, y jugaba golf con Gastón. Todo quedó ahí, en un chape. Pero nos conocimos mucho antes. Yo era bastante nerd en el colegio, y mi carpeta rondaba por la división. Nuestro amigo se la había llevado para fotocopiar. ¿Y quién me la trae a casa de vuelta? El señor Gastón Soffritti.
G: En 2017 volvimos a encontrarnos en los estudios de Simona (eltrece).
–Y vos, Gastón, dijiste: "Ésta es la mía".
G: No, ahí como que éramos amigos. Los dos estábamos saliendo de relaciones. Cuando cada uno cortó su historia, pasó un tiempo hasta que le dije: "Te invito a casa".
S: Y entonces pensé: "Medio que llegó el momento"
–¿Eligieron cocina casera o delivery?
G: Pedí sushi… y helado.
S: Helado que sobró, porque comí yo sola. ¡No le gusta lo dulce! Había quedado anonadada.
–Stefi, si fuiste a su casa es porque estabas a full…
S: Y sí… fui entregada. Claro que me gustaba… en el buen sentido (risas). Predispuesta. Ya sabía que con él lo pasaba genial. Pero era como abrir otra puerta, dar un paso más.
–Primera cita: sexo, ¿sí o no?
G: ¡Sí!
S: Depende lo que sientas. Lo hablo mucho con mis amigas. Hay mucha cosa cultural muy impuesta y no me gusta, porque uno deja de ser libre, de hacer lo que quiere.
–Ok, Stefi… Fuiste con la idea de "si pasa, pasa"...
S: No fui pensando en eso. Pero tampoco buscando una excusa para decir "no" si se daba.
–Y pasó naturalmente.
S: Sí.
G: Ojo, yo tampoco estaba desesperado. No había nada establecido.
S: Fue raro. Éramos amigos. "¿Quién avanza?". Además, una vez cruzado ese límite…
–¿Hablaron sobre qué pasaría el día después?
G: No hizo falta.
S: De lo que sí hablamos fue de cómo tener una relación súper free.
G: Sí, al principio pensamos tener una relación abierta, pero nos duró un mes.
S: Nos dijimos: "Hacé lo que quieras, yo hago lo que quiero… Somos amigos con derecho". Y en un momento nos dimos cuenta: "Creo que nos estamos viendo tres veces por semana. No me están dando los cálculos".
–¿Cuán importante es el sexo en la pareja?
S: Siempre le di mucho valor al sexo. Y a diferencia de otras relaciones, con Gastón descubrí que no es lo más importante. Por ahí, como en la cama todo funcionaba bien, seguía prendida a vínculos en donde no había amor real. Gastón me enseñó que el amor es prioridad.
G: El sexo es una herramienta de doble filo. Para mí, las relaciones siempre pasaban más por lo sexual. Con los años, advertí que a veces lo usaba como parche. Entonces le tomé un poco de bronca. Decía: "Con esta mierda parece que estás arreglando una situación difícil y en realidad estás escondiendo todo debajo de la alfombra".
S: Todo depende de las conexiones, del día a día.
G: De todos modos, lo ideal es que sea parte de un todo armónico. La intensidad que le damos nosotros a la pareja es similar a la que le ponemos al sexo. Hoy, nuestra energía está puesta en otra prioridad. Quizás en 2020 te digo: "Haceme una nota porque no paramos, somos dos conejos" (risas). Todo depende del momento de una pareja.
–En un año de relación, la intensidad no puede haber variado mucho.
G: Y… Antes lo hacíamos mucho más que ahora…
S: Cada vez que nos veíamos. Ahora que nos vemos todos los días, sería como…
G: Eso es lo que le dije siempre. Si nos encontramos todos los días, de acá a cinco años vamos a aburrirnos. Lo mismo si compartimos todos los laburos y vamos al gimnasio juntos. Si hacemos el amor todos los días, también. ¡Terminaremos odiándonos! (risas). Y los 27 no son los 17. Hay otras prioridades.
–¿Consideran el poliamor como opción?
G: Hoy en día no.
S: No sé. Hoy no. Porque no tiene que ver con mi esencia. No me sentiría cómoda. Pero el día de mañana, en una pareja de más años, o con otra cabeza, en un mundo distinto… No sé, lo pensaría. No me cierro.
G: Ahora no lo veo necesario. Pero no creo en la monogamia como formato natural. Soy consciente de que en un futuro la monogamia no será "la" opción, sino una de tantas. Quien te diga que en 15 o 20 años no le pasó nada con otra persona, miente.
–¿Harían un trío? Ahí, al parecer habría más control…
G: Hoy no creo, pero…
S: No me gustaría hacerlo sólo para complacer el deseo de alguien más. Si es una variante de diversión, que sea consciente… ¡o súper borracha! (risas).
–¿Les ha pasado de derrapar una noche y al otro día despertarse en la cama con alguien sin acordarse?
S: No tomo alcohol. Son contadas con los dedos de una mano las veces que me puse en pedo. Y nunca me pasó de descontrolar tanto.
G: Yo no por el alcohol… Me divertía, fue.
–Por último, ¿cuál es el lugar más raro en el que hicieron el amor?
G: Más que raro, incómodo: en el sauna de un hotel. Era una locura de grande. Los lugares raros son incómodos y para la anécdota. Para el buen sexo, nada mejor que una cama (risas).
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