Claudia Lapacó: "Me llevó años comprender que soy una mujer completa aun estando sola"

A los 78 años, la consagrada actriz protagoniza Madre Coraje en el teatro Regina, bajo la dirección de José María Muscari. En su departamento de Colegiales (un monoambiente, en rigor), habla sobre la llegada de su familia al país escapando del nazismo y revela las alegrías y dolores que vivió junto a sus dos grandes amores, Rodolfo Bebán y Sergio Velasco Ferrero.

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Claudia Lapacó en su monoambiente
Claudia Lapacó en su monoambiente de Colegiales, con algunos de sus muchos premios como actriz. Foto: Fabián Uset/GENTE

No debe haber muchas primeras figuras que vivan en forma tan sencilla como Claudia Lapacó (78). Y eso que en su monoambiente de Colegiales se acumulan sus medallas: cuatro Martín Fierro, seis ACE (incluido el de Oro), el Konex, el Trinidad Guevara, el Podestá, el Florencio Sánchez… Curioso: todo lo que cosechó fue en los últimos veinte años de los más de cuarenta que tiene de trayectoria. Hoy sobresale con el protagónico de Madre Coraje en el teatro Regina. Mientras ofrece té y pan dulce, habla de tal presente luminoso: "Estoy muy feliz de trabajar con (José María) Muscari. Nunca había hecho nada con él. Me había llamado cinco veces y siempre estaba ocupada. Esta vez lo hizo con tiempo y pude liberarme".

–¿Qué encontró en Muscari?

–Es un gran trabajador, un gran creativo. Me dio mucha libertad y me acompañó al mismo tiempo. El de la violencia y la crueldad no son roles que transité mucho. Y me exigió. Es el personaje más importante que hice en mi vida.

–Madre Coraje es un alegato antibélico tremendo. Sus padres y su hermana llegaron al país un año antes de su nacimiento, en 1939, escapando del nazismo. 

–Claro, mi padre era judío ruso, y mi madre hija de un pastor protestante. Papá, en 1917, cuando estalló la revolución en Rusia, era pupilo en un colegio de curas en Constantinopla, aún siendo judío. Y quedó solo. Cuando llegaba un barco de Rusia iba al puerto y gritaba: ¿Conocen a Slapacoff?!"… Vino acá porque tenía familiares. La guerra es algo terrible.

Lapacó encabeza el elenco de
Lapacó encabeza el elenco de Madre Coraje, la obra que se da en el teatro Regina y dirige José María Muscari. Foto: Gentileza Carlos Furman

–¿Cómo fue su infancia en ese contexto, con una familia que ni siquiera sabía el idioma?

–En casa se hablaba únicamente francés. Teníamos prohibido hacerlo en castellano. Papá decía que lo íbamos a aprender en el colegio y en la calle. Hoy se lo agradezco. Con el ruso no pudo hacer lo mismo, porque mamá no lo hablaba. Tan fuerte fue el mandato que aún ahora, cuando estoy con mi hermana, sólo hablamos francés.

–¿Desde siempre tuvo la vocación de ser actriz?

–Sí, aunque no estaba muy bien visto que una chica lo fuera. Mis padres me acompañaron en la decisión; en eso fueron maravillosos. Lo único que me pidieron fue que me destacara. A mamá a veces le decían: "¿Cómo la deja en ese ambiente?". Y ella respondía con un proverbio hindú: "No busques un camino limpio, límpialo tú". Es triste para mí encontrar mujeres de mi edad que vieron truncada su vocación artística porque no las dejaron.

–De joven se fue a París. ¿Pensó que era para siempre?

–No. Yo era profesional desde los 18 años. Estaba haciendo teatro en francés, con Mónica Cahen D'Anvers y Marikena Monti. La directora era Elisa Richard, y en el '61 decidieron becar a una estudiante de teatro para estudiar en Francia: me eligieron a mí. Era por diez meses y me quedé un año y medio.

Claudia Lapacó, en la década
Claudia Lapacó, en la década del ’70, su etapa de cotizada vedette. Foto: Archivo Atlántida/GENTE

–¿Qué resolvió cuando terminó la beca?

–Entré en el ballet folklórico de Ángel Elizondo. Hacíamos presentaciones en kermeses. ¡Hasta actuamos en una boite del Líbano! Me decían que tuviera cuidado, que la trata de blancas… Y yo, la verdad, nunca tuve miedo de nada. Soy positiva y creo en el destino. Hasta hoy, la vida me trajo cosas buenas. Tengo trabajo, mis hijos y nietos están bien. ¿Qué más quiero? Y en algún momento partiré, algo de lo que estoy mucho más cerca (ríe).

–Se la ve muy bien…

–Sí, y ojalá siga bárbara. Quiero que la muerte me encuentre bien. Y trabajar hasta el último día. 

–¿Que le toque arriba del escenario?

–No le voy a dar a la gente ese disgusto, jaja. Pero quiero actuar hasta el último día.

–¿Piensa a menudo en la muerte?

–No me asusta. Cuando llegue, será bienvenida. No entiendo por qué hay gente que no soporta ni nombrarla. Yo quiero que me cremen y que no reclamen mis cenizas. Un cuerpo muerto es como un placard vacío. Y se supone que el espíritu, el alma, seguirán vivos.

–¿Es creyente?

–En Dios… y ahí. Rezo mi Padrenuestro todas las noches, pero no entiendo a los que hacen promesas y esas cosas. ¿Vas a negociar con un ser superior? ¿Si me das esto voy caminando a no sé dónde? Dios está para agradecerle. Y si pedimos, que sea siempre lo mejor para los nuestros.

Lapacó con Rodolfo Bebán (en
Lapacó con Rodolfo Bebán (en los ’60) y con Sergio Velasco Ferrero (en los ’80). Fueron sus grandes amores. Foto: Archivo Atlántida/GENTE

–¿A sus hijos (Rodrigo y Diego) les dio libertad de elegir su camino, o quería que siguieran sus pasos? Recordemos que el padre es también un gran actor, Rodolfo Bebán…

–Tuvieron muy poco contacto con él, es una lástima. Ellos gozaron de mucha libertad. Yo les dije que debían ganarse la vida. Los dos son abogados y tienen un estudio juntos. Se abrieron camino solos.

–Hoy es una actriz exitosa. ¿Le tocó alguna época de vacas flacas?

–Sin actuar, lo máximo que estuve fue un año y medio. Pero cuando se me estaban acabando los ahorros apareció trabajo. Mirá, yo tenía un piso sobre Libertador, que me quedó de mi matrimono con Bebán, y una casa del que tuve con (Sergio) Velasco Ferrero. Vendí todo, le compré un departamento a cada hijo y me vine acá, a este monoambiente. Yo quiero ser libre…Teniendo cubiertas las necesidades básicas, lo material no me importa. Cuando está la plata hay que hacerla circular…

Lapacó en su monoambiente de
Lapacó en su monoambiente de Colegiales. Foto: Fabián Uset/GENTE

–¿Y ahora que le va bárbaro, no la tienta mudarse a algo más grande?

–No, me encanta. ¿Vos sabés que cuando compré, el aviso decía "con vista a la piscina"? ¡Lo que no decía es que tengo que sacar medio cuerpo por el balcón para verla, porque es la de una casa vecina! Pero nunca me arrepentí. Lo único que me costó es la falta de bañera, y yo adoraba darme baños de inmersión. Pero me acostumbré, y además ya no tengo edad para hacer equilibrio, jaja… 

–Me dijo recién, como al pasar, que Bebán no fue un padre presente. ¿Los crió sola?

–Sí. Pero estuve diez años en pareja con Velasco Ferrero, y él fue una presencia muy importante para ellos. Cumplió el rol de enseñarles a jugar al fútbol, ir a buscarlos al colegio, a las fiestas… Yo le estoy profundamente agradecida.

–Habla con mucho cariño de Velasco…

–De los dos hablo con cariño… Yo a Rodolfo lo quise muchísimo. Lo conocí cuando no era quien fue después. Pero sabía que brillaría. Cuando nos casamos no teníamos nada. Él hizo la cama con sus manos. Y papá nos prestó una parte de su fábrica de cerámica, que ya no funcionaba, para que viviéramos ahí. Yo me casé con el hombre, no con la estrella. Estuve seis años, y después no pude seguir porque, bueno, no me gustaba que hubiera personas en el medio. Él practicaba el poliamor pero sin decírmelo. Eso no se hace. Cuando lo descubrí, se terminó. Y no miré para atrás.

–¿Supo con quién fue?

–No. Bah, varias veces miré torcido a alguna del ambiente. Y me dejaron de saludar y se hicieron las ofendidas. Pero sé que fueron sus amantes. Hablo de señoras de maridos y… (se lleva la mano a la boca) ¡me callo! ¡Fueron tantas! Yo lo padecí, salía en las revistas, pero él tenía una actuación tal que era para darle el Oscar. Porque eran maravillosas las mentiras que me decía, y yo le creía. Pero lo quise mucho.

–¿Y Velasco?

–Él se fue de casa con una persona, pero se hizo el que se iba solo. Al día siguiente andaba diciendo que hacía tres meses que estábamos separados. No importa. Pero casi es mejor haber vivido separaciones abruptas. No viví el deterioro de las relaciones, era muy feliz en mi mundo.

–¿Cómo transitó su etapa de escándalos mediáticos?

–Me hacía sufrir mucho ver todo eso. Conmigo fue una persona muy distinta. Eligió mal, una lástima. Igual, estoy contenta de que se haya terminado. Porque él no me dejaba trabajar con otra gente. Sólo con él tenía que ser. Y yo prioricé el estar juntos, en familia.

–¿Y usted era fiel?

–No concibo la infidelidad. El tema es que durante los diez años con Velasco conservé la pasión… ¡y él también, por eso no me daba cuenta, jaja! Pero fue a partir de quedarme sola que empezó mi mejor etapa profesional. 

–¿En pareja nunca más?

–No. Tuve cosas, pero no importantes ni de convivencia… Son agradables los hombres, jaja. Pero tampoco quiero depender de nadie. Me llevó años comprender que soy una mujer completa aun estando sola. Hoy disfruto mi vida en plenitud, y agradezco a los hombres que pasaron por ella. n

por Hugo Martin
fotos: Fabián Uset, Archivo Atlántida y gentileza Carlos Furman

Agradecimiento: Agencia AB – Alejandra Benevento. 

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