"Pasen, pasen, que ya van a estar los churrascos", invita a ingresar a su casa del barrio Villa Rosa, en Pilar, Luis "El Gordo" Valor (65), el mismo que supo mantener en vilo a la tristemente célebre "Maldita policía" de los años 80' y 90', cuando robaba camiones blindados, bancos y financieras a punta de fusil, como líder de la archiconocida Superbanda.
"Hace poco también me visitó Andrés Calamaro y comimos un asado. Somos amigos. Él hizo el prólogo del libro que escribió un amigo, Rodolfo Palacios (Luis Valor, mi vida, de Editorial Planeta), y ahora será uno de los guionistas de la película. Sí, dejé las ametralladoras y los asaltos para hacer con él este film", explica sonriente mientras pica una feta de mortadela y otra de queso sobre la mesa del patio, bajo los árboles, a nueve meses de cumplir su última condena y salir en libertad de la cárcel de Urdampilleta.
PALABRA DE SALMÓN. "Bandido", como reza el diccionario, "es alguien que antiguamente robaba y formaba parte de una banda", es "aquella persona perversa que engaña o estafa", "un fugitivo de la Justicia", "un delincuente, ladrón, bandolero, forajido, gángster, pandillero, maleante, asaltante, pistolero", según se elija para definirlo.
Todo eso junto fue Luis "El Gordo" Valor (65) en su temible pasado delictivo, que lo llevó a pasar más años en la cárcel que fuera de ella: 33 a 32 arroja el score en su contra. Según declara, piensa revertirlo a su favor.
"Me estoy sintiendo bárbaro con esto de portarme bien, de poder caminar tranquilo por la calle. Lo vengo disfrutando junto a mi mujer. Sentirse en libertad no tiene precio", explica.
Bandido es también el título que eligió su amigo El Salmón para el largometraje que lo tendrá como uno de los autores, y cuyo guión está a punto de ser terminado. Para fin de año se prevé el comienzo de la preproducción, y para 2020 el estreno.
La producción ejecutiva estará a cargo de Hernán Findling, y tendrá a Roberto Valerstein como productor asociado. El director será Pablo Bucca –hermano de Eduardo, ex intendente de Bolívar–, realizador de Una mujer sucede –con libro del también bolivarense Luis Lozano– en el año 2010. A propósito, Bucca posteó en su Facebook palabras de Calamaro referidas al proyecto:
"Como amigo y persona de confianza en estos menesteres, es de mi gobierno decir que Pablo Bucca hace cine, es decir que hizo cine y que va a hacer cine. Sabe del sacrificio, de todo lo que puede salir mal en una película. De la especial tenacidad y eficacia que hay que tener. y sabe escribirlo y dirigirlo. Procede decirlo, es de una generación de talentosos realizadores".
l"Hay cincuenta maneras de hacer cine, supongo. Tengo mi propia película en la cabeza: los diálogos, si contamos años o apenas meses o semanas, si es en la cárcel o en libertad… Puedo imaginar formas de filmar una película. Pero nunca hice una".
"El que tiene tiempo y habilidades para escribir sabe dirigir y estrenar una película. Lo tenemos. Y es Pablo".
"Además, tengo amistades muy personales en la tribu de Luis (en referencia a Valor). Eso es un doble compromiso: ser leal a todos. Y prolijo. Respetuoso y educado".
"Valor tiene un valor agregado: no es anónimo, pero está vivo. Y 60 años de Luis son 600 años en la vida de un actor de cine. En el cine la realidad no es realista. Es el impulso de la propia obra de su realizador y creador".
ARREPENTIDO. Mientras termina su bife de costilla, sentado bajo la sombra en el patio de su casa, El Gordo comenta: "La verdad es que ando entusiasmado. Me gusta estar activo… De lo que hice en el pasado me arrepiento. No pienso volver a caer. Por eso yo mismo me pongo desafíos y exigencias, así alejo cualquier mínima chance de regresar al delito", asegura quien supo coleccionar diversas condenas, estadías en una decena de penales y hasta un par de fugas.
La más trascendente, la de la cárcel de Devoto en 1994, junto a Hugo "La Garza" Sosa –otro peso pesado–, de quien no tiene muy buen recuerdo, porque –según dicen– lo habría dejado abandonado mientras huían, luego de que Valor cayera herido al deslizarse por el paredón vestido con guardapolvo blanco de médico, descolgándose por los muros con unas sábanas anudadas.
"Si me lo cruzo ni lo miro. Mi camino siempre va a ir por un lugar distinto, te lo aseguro", afirma más que serio, hasta que Nancy Colazo (54), su compañera desde hace 34 años, se acerca y le recarga su vaso con cerveza fresca.
"Nos vamos a casar en junio en una iglesia de Tigre", arremete Valor mientras ella le da un piquito. Y completa: "Si no lo hago, la que me va a mandar preso es ella", bromea.
Su amor por El Gordo le costó a Nancy "visitar" varios calabozos: en 1987 estuvo presa tres meses en la cárcel de Ezeiza bajo la cárátula de "Tenencia de armas de guerra", cuando allanaron la casa que compartía con Luis. Luego fueron sobreseídos porque se comprobó que el procedimiento policial estaba "mal hecho"; es decir, según ellos les "plantaron" dichas armas. En el 90' permaneció casi dos días detenida, cuando ambos pasaron por Gualeguaychú.
Y en el '92 regresó a la prisión de Ezeiza por quince días. Siempre "caía" porque se lo investigaba a Valor, "para presionarla, intentando que 'cantara'", resume Luis, y ella aporta: "Recuerdo que un juez de apellido Rodríguez me secuestró hasta una lamparita de mi casa".
Valor, mientras tanto, se atreve a continuar bromeando. "A lo largo de tantos años, de vez en cuando amagó que se iba a ir, pero siempre terminamos juntos y abrazados. La quiero mucho", dice de la mujer que en los últimos tiempos recorría los ochocientos kilómetros que existen, entre ida y vuelta hasta la Unidad Penitenciaria 17 en la localidad de Urdampilleta, provincia de Buenos Aires, donde su pareja purgó la última condena, para llevarle comida. "Había un hambre ahí que no te imaginás", sentencia.
–¿No tuvieron hijos?
Nancy: No, lo intentamos pero no se pudo. Me operé de trompas para quedar embarazada y no se dio. Luego intenté con una fecundación in vitro, pero él casi siempre estaba preso. Recuerdo que la especialista me dijo: "Nena, por más energía y corazón que le pongas, esto se hace de a dos". A partir de ahí no intentamos nada más. Ahora le digo que se porte bien. Y me hace caso.
–¿Luis, es verdad que usted le hace caso? ¿O va a volver a las andadas?
–Nooo, lo mío ya fue. Ahora disfruto del amanecer acá en nuestra casa. Es modesta pero tenemos plantas, nuestras mascotas, y esta piletita cuando hace calor. Nancy se la bancó acá solita; no le puedo fallar. Tengo muchos proyectos: además de la película, hay charlas para una miniserie. Calamaro, Bucca y Valerstein son unos monstruos. Me gusta estar con ellos y proyectar el futuro, pero libre… No vuelvo más a robar. Lo nuestro no era la plata del laburante: era la de los blindados, los bancos y las financieras. Igual estaba mal, lo reconozco. Pero ya estoy fuera, nunca más.
–Dos de sus hijos se encuentran presos…
–Sí, en Mercedes. Les falta un año para salir. Los fui a ver y me hizo mal. No quiero entrar más a una cárcel en mi vida. ¿Sabés que cuando terminaba el horario de visita se demoró la salida por una cuestión normal de organización y me puse muy nervioso? Ya pasé demasiado tiempo a la sombra, no quiero saber más nada…
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Nancy lo abraza mientras El Gordo cuenta que sueña con su película. Otros pistoleros históricos Made in Argentina llegaron en su momento a la pantalla grande: Alfredo Alcón fue el Pibe Cabeza; Víctor Laplace encarnó a Mate Cosido y Toto Ferro a Carlos Robledo Puch. Él asiente con la cabeza, pero pide la palabra con necesidad de marcar diferencias: "Lo que quiero aclarar es que yo fui ladrón pero nunca maté. Nadie puede decirme 'asesino'".
Por Miguel Braillard. Fotos: Maximiliano Vernazza
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