Se suponía que iba a ser una tarde de fiesta y celebración. Y Ara (Araceli Matus, 42) ya había ensayado los cuatro temas brasileños que iba a interpretar sobre el escenario principal de la Fundación Mercedes Sosa. Pero la vida se interpuso y, treinta y seis horas antes, el jueves 14 de marzo, un cáncer de pulmón fulminante que hizo metástasis en dos órganos le arrebató la vida de su amado padre, Fabián Matus (1958-2019), el único hijo de Mercedes Sosa (1935-2009).
Y nada volvió ni volverá a ser igual… Pero ella, colmada de una fortaleza admirable, se acercó a Humberto Primo 378, San Telmo, para asistir al Primer Festival de Mujeres que organizó la Fundación creada por su nona y que su padre continuó fervientemente. Mientras la música sonaba, ella, con la mirada al frente y la tristeza sobre sus hombros, caminó por la galería de luces, guiando a GENTE hasta el museo consagrado a la gran tucumana.
–Ara, ¿qué sentís al estar acá?
–Amor, porque fue hecho con mucho amor. Yo quisiera que fuera cinco veces más grande, pero creo que es una buena síntesis para quien quiera acercarse a la figura de mi abuela, que fue tan fuerte musicalmente en el mundo.
–¿Heredaste su pasión por el canto?
–No sé si la heredé, pero te puedo decir que para mí es vital, porque es lo que me transmitieron. No es que ella me enseñó… ¿Cómo lo explico? Pasé mucho tiempo de mi infancia con ella y siempre cantaba. A partir de ahí surgió mi gusto por los intérpretes, y por entonar temas. Pero no lo hago profesionalmente.
–¿Cómo estás involucrada con la Fundación?
–(Abre los ojos bien grandes y suspira) Estamos en un momento de transición, dado lo que ocurrió en estos días. En los inicios estuve acompañando a mi padre, y ahora me toca direccionar el trabajo que aquí se realiza.
–¿Ya decidiste que lo vas a hacer?
–Sí, no tengo opción. Que yo siga con mi vida como antes va por otro camino. Hoy es mi responsabilidad que lo que me ha dejado mi abuela no sea en vano.
–¿Cuál era tu actividad hasta ahora?
–Soy musicoterapeuta. Atiendo a personas mayores con deterioro cognitivo o demencia, y doy clases de Práctica Clínica en la Facultad de Musicoterapia de la Universidad Interamericana.
–¿Cómo estás hoy?
–Muy triste. Siento estar en medio de una pesadilla aunque no lo sea, porque es real. Es muy reciente… (se hace un silencio). En realidad, cuando parte alguien querido lo difícil viene después, cuando la ausencia te lleva puesta, cuando empezás a extrañar, cuando esa persona querida ya no está en lo cotidiano…
–Para quienes no lo conocieron, y para homenajearlo, ¿querés contarnos cómo era tu papá?
–Una persona totalmente amorosa. Teníamos una relación de amor total. Él me tuvo muy jovencito, cuando tenía diecisiete años, y desde siempre crecimos juntos, con sus pros y sus contras. Pero fue lindo, con la complejidad de todo vínculo padre-hija. Éramos tremendamente compañeros.
–¿Seguir con la Fundación a partir de ahora también es una forma de homenajearlo?
–Sí, pero prefiero pensar en mi abuela, porque es un proyecto que inició ella. Después papá, de tozudo que fue, dejó todo para que se concretara. Entonces, a mí me interesa continuarlo.
–¿Mercedes te llevaba a sus recitales?
–Sí, giré con ella por muchas partes de la Argentina, porque mis papás trabajaban muchísimo y ella tenía más posibilidades de andar con una niñita a cuestas y hacía que fuera divertido. Mientras cantaba, siempre había alguien designado para atenderme. Muchas veces me cuidaba Vikingo, un "plomo" legendario: decía que yo era su muñequita. Y así crecí, ¡qué se le va a hacer!
En medio de la charla se abre la puerta y entra la antropóloga y feminista Rita Segato, una de las expositoras del Festival. La entrevista se interrumpe, por las condolencias que derivan en la revelación de una charla que Rita compartió con su padre: "Él me dijo que estaba muy mal y que lo iban a internar… Yo le deseé lo mejor. Lo digo y me emociono".
Ara, estoica, agrega: "Yo no lo hago, porque si me emociono me voy a mi casa, y debo estar acá". Instantes después, y en la vorágine de un festival que sigue y sigue puertas afuera, Matías Schneer, amigo de la familia, anticipa que se está conversando la posibilidad de hacer una serie sobre la vida de Mercedes Sosa.
Mientras el público sigue ingresando a la Fundación, Araceli continúa: "Esto es muy difícil, pero debo lograr que mi abuela se siga escuchando. Porque al ser mujer y al no estar viva, tiene todo en contra. Es un emblema como cantora en la historia de nuestro continente. Y eso es lo que me impulsa".
–Te cargás todo el peso vos.
–Sí, porque la amo. Pero no estoy sola. Teresa Parodi, Víctor Heredia, León Gieco, Liliana Herrero y Julia Zenko son músicos que me acompañan. Están en todo. Igual, no lo siento como un peso eh: es una decisión propia. Mi papá y yo vivimos y disfrutamos mucho a mi abuela, la llevamos con nosotros. Y ahora, al no estar él, estoy yo. No les puedo fallar.
por Kari Araujo
fotos: Julio César Ruiz, Archivo Atlántida y álbum personal
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