Ahí está él, Ed Sheeran, guitarra en mano, y una antigua e inolvidable frase surge espontánea –acaso un poco aggiornada– en quien lo observa entusiasmado como un nene al salir del colegio: "Lo esencial no es invisible a los oídos".
Bastaba encarar la lluviosa, cálida y por ende húmeda noche del sábado en la porteña zona de Palermo para corroborarlo.
Porque el paso de Edward Christopher Sheeran (28 años, 1.73 metro) sobre nuestro suelo volvió a ratificar, además de su sólido transitar en la música internacional, que cuando hay talento y carisma, una guitarra, sí, apenas una guitarra (aquella que aprendió a tocar de chico en la iglesia de Halifax, su ciudad en el West Yorkshire de Inglaterra) alcanza para encender los corazones.
"Todo lo que escuchen en este recital es en vivo. Soy yo, mi guitarra acústica y este aparato que graba lo que hago y lo reproduce sin parar", explicó, y la velada ardió.
Fue de cara a cuarenta y cinco mil fanáticos –sold out total– que se conmovieron en el Campo Argentino de Polo frente al muchachito colorado y mofletudo, con un ojo estrábico y look adolescente de remera, jean y zapatillas. El mismo que avivó las llamas reclamando: "Éste es mi último show en un mes y quiero perder la voz con ustedes. Así que… ¡griten!".
¿Conclusión?
A lo largo de dos horas, los fanáticos renovaron el viejo romance (no lo veían desde 2017), coreando hits de sus tres discos cargados de melodías sencillas y letras penetrantes, como Castle on the hill, The a team, I see fire, Give me love, Galway girl, Perfect, Photograph, Thinking out loud, Sing, Shape of you y You need me, i don't need you, etcétera, etcétera. Claro, no es casual que Ed ya les haya compuesto temas a Taylor Swift, al rapero Eminem, a Justin Bieber, a la banda teen One Direction y a James Blunt… Habrá que empezar a extrañarlo de nuevo.
Por Leonardo Ibáñez.
Fotos: Fabián Mattiazzi e Instagram.
Agradecemos a María Peluffo (MP Comunicación), MOVE Concerts y Warner Music.
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