El encuentro es exactamente a las 12:30 horas en la clásica galería de arte Rubbers. Gaspar Noé (55) acaba de llegar de París donde presentó –en el marco de la Semana de Cine del Festival de Cannes, en Ventana Sur– Clímax (ganadora del premio Art Cinema de la Quincena de Realizadores).
Su padre, Luis Felipe (85, a quien todos le dicen Yuyo, apodo que recibió de pequeño), expone allí, y con gran éxito, Por ahora, su último trabajo, con obras que cotizan entre los 15.000 y los 120.000 dólares. A pesar del prestigio que ambos supieron conseguir, jamás habían dado una entrevista juntos.
–Siempre está la sensación de que son una familia muy viajera.
Gaspar: Yo viajo a presentar mis películas. No soy muy de viajar. A Yuyo le gusta irse un mes a China y al siguiente a otro lado…
Yuyo: No, no es así… El viaja mucho más. Yo detesto hacerlo. El avión y, sobre todo la previa… Hacés un striptease cada vez que te vas, y más de una vez hasta se me perdió el pasaporte con tanta revisación. Es un sufrimiento estar sospechado de ser delincuente.
–A veces, además, no fue por decisión propia. Ustedes vivieron el exilio en la dictadura…
G: Yuyo se fue después de un allanamiento en casa.
Y: El 1º de junio de 1976 llegué a París. El vino con su madre y su hermana, seis meses después.
G: Yuyo nos mandaba cartas todo el tiempo: "Vi Salò, de Pasolini, Novecento, de Bertolucci…" y yo, que era muy cinéfilo, pensaba que era divertido contarlo… ¡Estaba viendo todas las películas que acá estaban censuradas! Después paramos en casa de amigos, luego conseguí un departamento y ahí nos instalamos durante mucho tiempo en París.
Y: Hubo un período de tres años que no volví, pero después me animé y comencé con las exposiciones. Seguía la época de los militares, pero en ese tiempo se compraban cuadros y yo tenía que sobrevivir. Al principio hacía las exposiciones sin viajar, pero después iba y venía.
G: Para esa época murieron mis abuelos. Papá se compró una casa en San Telmo, de tres pisos, a un precio irrisorio. Ya teniendo la vivienda y con la presidencia de Alfonsín, mis padres volvieron a instalarse en la Argentina. Pero mi hermana y yo ya estábamos haciendo carrera en Francia.
–Gaspar, ¿hasta dónde te inspira tu papá a la hora de hacer cine?
G: A él le encantan los colores vivos. ¡Y lo quiere todo el mundo! Mi papá me inspiró humana y artísticamente, pero no cinematográficamente… Así como yo nunca me vi pintor.
Y: De chico, Gaspar tenía una manía con el cine. Guardaba carpetas bien ordenadas con información cinematográfica.
G: El abuelo de mi mejor amigo en la primaria era boletero en el Gran Rex, y el tío, de un cine de Lavalle. Ibamos todos los días… Pasaban películas prohibidas para menores y no pagábamos. Además, mi madre me llevaba a ver películas de Fassbinder, y papá de Fellini.
–¿Qué cosas se van transmitiendo de generación en generación en su familia?
Y: En el aspecto cultural nos parecemos mucho. Pero en la formación ideológica creo que hay cambios fuertes entre el pensamiento de mi padre, el mío y el de Gaspar. Mi papá era un liberal al viejo estilo, muy respetuoso, muy medido y ésas no son las características de Gaspar. Yo estoy en el medio del proceso (sonríe).
G: ¿Sabés cuál es la diferencia entre Tata, vos y yo? En que yo nunca voté en mi vida. No creo en las elecciones.
–¿En qué cosas son un calco y en qué lo opuesto?
Y: En los créditos de la película Solo contra todos, Gaspar me la dedica poniendo "a Luis Felipe, mi mejor amigo". Ni siquiera dice "a mi padre". Eso, que me considere su mejor amigo, me encanta.
G: Papá cambió con el tiempo. Antes era más despelotado que ahora. Yo era muy aplicado y ahora soy despelotado como él (sonríen ambos). Aunque la desaparición de mi madre, que era muy ordenada, hizo que nos volviéramos un poco más prolijos.
–¿Qué anécdotas recuerdan cuando se juntan?
G: Siempre la pasamos bien. Más que nada están presentes los fines de semana en el Tigre. Teníamos una casa. Nadábamos, mis padres tomaban vino blanco. También tengo muchos recuerdos de Nueva York, cuando íbamos al Central Park.
Y: De Tigre tengo una foto muy linda, con Paula sobre mis hombros, y sobre los hombros de Paula está él.
–¿Sienten nostalgia cada vez que se alejan de la Argentina?
G: Me gusta estar aquí, pero no soy nostálgico de mi país, ni de Francia. El mundo está cambiando tanto que el futuro de Occidente es tan explosivo que no sabés qué va a pasar…
–¿En el universo de dos intelectuales como ustedes hay lugar para el fútbol o los choripanes?
G: Choripanes sí.
Y: ¡Milanesas también!
G: Algún partido fuimos a ver a la cancha. A mí me gustaba Independiente, por el color rojo.
Y: ¡Qué loco…! No recuerdo nada de eso. No me gusta el fútbol. Igual, vi el último Boca-River. De chico decía que era de Chacarita, porque todos eran de los equipos más multitudinarios. Y yo veía que estaba último, entonces me gustaba decir que era de ese cuadro.
–Con el correr del tiempo, ¿cómo es ver crecer uno al otro?
G: ¿Crecer? Yuyo está madurando (dice mirando a su padre a los ojos y tomándolo de la mano). Está cada día más relajado, más maduro, más creativo y más inteligente.
Y: (Ríe) ¡Y yo que creía que estaba cada vez más joven!
por Carlos Boghossian
fotos: Fabián Uset
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