"Lamentablemente no sospecho de nadie", le contesta Sabrina Rojas (38) a GENTE, y pronto explica: "No tengo más para decir. Ya lo aclaré en Instagram. Me pareció la forma más práctica. Es la manera de hablar con todos los medios, porque tengo buena onda. Y así no dar notas uno por uno, porque sería desgastante. Estamos de vacaciones".
Así, la actriz que está en pareja con Luciano Castro (43) desde marzo de 2010 –y casada hace dos años con él–, volvió a asegurar que entre ella y su marido no hay crisis. Que todo fue producto de un hacker. Lo dijo el 27 de diciembre por la tarde, después de que los fotografiaran juntos al mediodía en el balneario Play Beach, de Mar del Plata.
Calor, viento, nubes… Como todos los años, los Castro Rojas disfrutan de la playa con Mateo (16) –hijo de una pareja previa del actor, que llegó a La Feliz el día anterior–, y sus herederos en común: Esperanza (5) y Fausto (2).
La alarma se había encendido el martes de Navidad, minutos antes de la medianoche. En las stories de la cuenta de Instagram de Sabrina apareció un posteo sin destinatario aparente que decía: "Por fin me voy a librar. Te voy a sacar la careta. Te respeté mucho tiempo. Lloré y callé. Lamento todo lo que va a suceder después, no por vos, sino por toda la gente que realmente te quiere y por los que creen que sos una gran persona, sobre todo tres que te 'admiran'. Pero al psicópata, violento, drogadicto, y puedo seguir, alguien lo tiene que parar".
Y, al mismo tiempo, en la cuenta de Luciano Castro figuraba publicada la captura de una conversación confusa entre el actor y una mujer anónima. Así hasta que Luciano cerró su cuenta de Instagram. Un par de horas después, Sabrina publicó en la suya: "Gracias a todas las personas que se están preocupando. Me explota el teléfono. No suelo estar despierta a esta hora, pero tanto a Luciano como a mí nos hackearon las cuentas".
Así intentó dar por cerradas todas los rumores que genero el posteo de violencia, crisis, arrepentimiento y reconciliación. Para dejar pasar las horas y bajar a la playa dos días después, devolviendo la postal veraniega de todos los años: en familia y súper sonrientes.
Por Ana van Gelderen.
Fotos: Diego Omar.
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