"Ya me callé veinte años, ahora me van a escuchar", dice Patricia Pacheco (43) mientras termina de saborear una porción de pizza en La guitarrita, la histórica pizzería fundada en la década del ´60 por el atómico Mario Boyé (famoso futbolista que brilló en Boca y Racing). A su lado está su hijo Ramiro Bueno (21), que se ríe mientras estira la mozzarella.
Por primera vez, el heredero de Rodrigo Bueno (quien hoy tendría 46 años) y su madre se juntan para charlar tras el tsunami que provocó El Potro, lo mejor del amor, la película que ya superó los quinientos mil espectadores y que les sacó el candado a varias puertas que estuvieron cerradas durante casi dos décadas. Como no podía ser de otra manera, primero surgieron los amores del latin lover cordobés. Y las fichas cayeron como un dominó infinito.
Entre ellas, la más notoria, sin dudas, fue Marixa Balli. ¿Qué le provoca a Patricia? "A Marixa la respeto porque Rodrigo la quería. La que no me respeta es ella: me ningunea y me quiere contar a mí cómo lo conocí. Evidentemente, tiene un tema psicológico que no superó", cuenta.
En el film, Patricia Pacheco, embarazada (encarnada por Malena Sánchez), encuentra a Rodrigo con la autora de La cachaca (que es Jimena Barón). ¿Si existió esa situación? "Yo tenía ocho meses de embarazo y salí a buscarlo con la panza. Sabía que estaba con una mujer, pero no era Marixa. A los ocho meses y medio lo dejé, siempre era yo la que lo dejaba", recuerda Pacheco.
Hasta ahí, anécdotas de color. Pero después vinieron las guerras familiares. ¿Motivos? Celos, regalías y trapitos al sol. Desde el lado cordobés de la familia, salieron a tirarles con todo a los porteños. Entonces hubo fuego cruzado. Viendo las reacciones que provocó la biopic del cantante, su hijo reflexiona sobre su crianza: "Yo crecí como un pibe normal, lejos de los medios. Siempre le voy a agradecer a mi vieja que me haya preservado de todo eso", dice Ramiro.
–Antes de morir, Rodrigo hizo el récord de Luna Park y su disco A 2000 fue cuádruple platino. ¿Es cierto que pasaron problemas económicos durante años?
Patricia: Cuando Rodrigo murió, pasaron muchas cosas. Ramiro no tenía el apellido. Hubo que hacer un ADN y entró todo en un proceso judicial. En esos meses, el único que entregó dinero y una casa en un country fue su mánager, José Luis Gozalo. Después, entró todo en la sucesión que primero administró Beatriz Olave, pero después, el juez me puso a cargo a mí. Ahí empezamos a cobrar regalías de SADAIC y CAPIF. Yo me encargué de rendir hasta la leche que compraba en el supermercado.
–¿Y por qué lo hiciste de esa manera?
-Le dediqué mi vida entera a eso porque sabía que el día de mañana le podían partir la cabeza, diciendo que yo había hecho tal o cual cosa con el dinero. Pero lo que más me importaba era la dignidad de mi hijo, que sintiera que comía todos los días y estudiaba gracias al dinero de su padre.
–¿Por qué Flavio, el hermano de Rodrigo, tiene los derechos de la obra más taquillera de su discografía?
Patricia: Siempre cobró él esa plata, una fortuna en SADAIC. Cuando falleció Rodrigo había una cuenta de 300.000 dólares a nombre suyo y de Flavio. Flavio sacó la plata y se la llevó. Podríamos haber comprado seis departamentos en la zona en la que vivimos nosotros. Pero ojo, a mí no me interesa el tema de la plata, porque si estuviera vivo, Rodrigo los estaría manteniendo igual. Lo que les cuestiono es la actitud hacia Rami: el hecho de haberlo odiado por ser su hijo, de haberle negado el dinero de su padre y dejarlo tirado. Eso me dolió.
–¿Alguna vez hablaste el tema con tu tío, Ramiro?
–Nunca me senté a hablarlo con Flavio. Durante años pensé que en algún momento se podía dar naturalmente. El tiene los derechos del disco A 2000, que tiene Soy cordobés, Qué ironía, Cómo le digo, las canciones que más recaudaron. Y, más allá de lo económico, si quiero usar una canción de mi viejo, hoy tengo que pedirle permiso a mi tío.
–Patricia, vos seguiste la historia de cerca: ¿sentís que les corresponde algo a ellos?
–Si no fuera por su familia, Rodrigo no hubiera llegado tan lejos. Betty estaba atrás de él, de su ropa, de que saliera el micro con los músicos de Córdoba… Quizás esté bien que Flavio cobre. Pero lo que salió del puño de Rodrigo, lo que escribió con sus emociones, le pertenece a Ramiro por una cuestión natural. Y, cuando se olvidan de Ramiro, se están olvidando de Rodrigo. Flavio nunca fue un tío presente, no estuvo al pie del cañón con su sobrino… ni cuando murió Rodrigo.
–¿Cómo fuiste conociendo la historia de tus padres?
Ramiro: Mamá siempre me habló maravillas de papá, cómo lo fue acompañando en su recorrido y su crecimiento. Cuando se conocieron, no era el Rodrigo de los trece Luna Park. Era un Rodrigo lleno de deudas. El que la acusa de oportunista es porque no conoce la historia. Mi viejo era una excelente persona con un gran corazón y una gran capacidad de amar.
–Patricia, ¿podrías decir que sufriste o que fuiste feliz al lado de Rodrigo?
–Podría decirte que Rodrigo es el amor de mi vida y Ramiro es su fruto. Eso salva todo el sufrimiento que tuve a su lado. Sufrí mucho por sus adicciones, me daba una gran impotencia amarlo tanto y no poder ayudarlo. Más allá de que cuando lo conocí, yo fumaba con él. No es que fuera Bob Marley, pero compartíamos unas pitaditas de marihuana. Pero nunca me metí en la cocaína.
–Ulises Bueno, el hermano menor, sugirió que compartías la adicción de Rodrigo a la cocaína.
Patricia: Pero es mentira. Es cierto que fui un testigo silencioso. Ulises está furioso porque conté lo de Flavio y lo de la plata que desapareció del banco. Entonces me quiere dar un golpe mortal: no puede justificar que dejaron tirado al hijo del hermano. Priorizaron lo económico sobre lo familiar.
–¿Ramiro, qué mirada tenés sobre las adicciones de tu papá?
–Siento que él no estuvo del todo bien cuidado. Estaban los amigos del campeón y no se podía hacer nada. Hay que estar en la piel del otro para ver cómo fue llevar semejante carga. Es una lástima, me da mucha bronca que no lo hayan cuidado. Nadie se hace cargo y hoy no está. Yo no creo que haya tenido la culpa de nada, de vivir esos momentos, de pasar por esos estados.
–A la familia le molestó que se mostraran esos excesos en la película.
Ramiro: La familia de mi viejo dice que en la película se ve a un tipo reventado por las drogas. Es una locura que la hayan entendido así, ¿qué película viste? El relato no muestra un tipo reventado, que se la pasa con un papel en la mano o buscando droga. Siempre aparece un personaje que lo hostiga.
Patricia: Rodrigo es un ídolo popular y la gente tiene que saber lo mal que hace la droga y por qué terminó así. Yo creo que él hubiera querido que se supiera la verdad. No hacía falta perderlo todo para ser un campeón. La familia siente vergüenza, pero debería tomarlo como una ayuda para la sociedad. A Rodrigo la droga lo llevó a la muerte.
–Sos clara: las drogas y el alcohol fueron determinantes en el accidente.
Patricia: Sí. Cuando hablan del accidente, lo puntualizan en esa noche, pero esto venía de largo. Era un rejunte de situaciones que superaban su existencia. Tenía mucha presión, exceso de trabajo. Todo el mundo quería que siguiera generando. No podía parar. Y la droga lo ayudaba a eso, a no parar.
–¿Todavía no pudieron visitar la tumba de Rodrigo?
Ramiro: La verdad que no. Siempre quise ir con mamá, en el momento que estemos preparados los dos. Tampoco pude ir al santuario de la autopista. Sé que va a ser muy fuerte y me va a chocar mucho el día que decida hacerlo.
Patricia: Yo creo que es una negación, ya pasaron 19 años pero no puedo enfrentarme a esa situación.
–El hermano de Fernando Olmedo (que murió en el accidente) dijo que Rodrigo mató a su hermano.
Patricia: Me parece muy cruel de su parte. Rodrigo no quiso matar a nadie, de hecho también iban su hijo y la madre de su hijo. Parece que se olvida de lo que vivió su padre, subiéndose a un balcón y perdiendo la vida de una manera absurda. No lo hizo a propósito, tenía un problema.
Ramiro: sinceramente, yo no lo escuché, así que prefiero no opinar.
–Con todo el río revuelto que trajo, ¿se arrepienten de la decisión de hacer la película?
Ramiro: Yo siento que hubiera sido una gran hipocresía contar la historia de mi viejo omitiendo esa parte. Había que mostrar al ser humano. Y hoy me siento más conectado que nunca con mi papá.
Patricia: Rodrigo hubiera querido que se supiera la verdad y yo apoyé a Ramiro en la decisión.
Producción: Audrey Liceaga. Make up y pelo: Belén Fiorito
Agradecimientos: New Balance, @pizzerialaguitarrita, @lacallebar
Por Julián Zocchi.
Fotos: Maximiliano Vernazza, Archivo Atlántida y FOX.
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