Fue la primera visita de Estado que hicieron los reyes de Holanda a Gran Bretaña desde 1982. Treinta y seis años pasaron hasta este 23 de octubre, cuando los monarcas de la Casa de Orange cruzaron el Mar del Norte y aterrizaron en Londres para dos días de intensas actividades. Por supuesto, el encuentro entre Máxima y Isabel II fue el que acaparó todas las miradas.
Al margen de las visitas protocolares, todo el esplendor de la reunión se vio durante la cena de gala en el Palacio de Buckingham. Allí hubo una gigantesca exhibición de piedras preciosas, y cada obra de joyería que lucieron las integrantes de la realeza tiene una historia particular.
Isabel II portaba la Tiara de las Mujeres de Gran Bretaña e Irlanda (o Granny's Tiara, como la llama ella). Fue un regalo que recibió la princesa Mary de Teck el día de su boda con el príncipe Jorge, creada en 1893 por la prestigiosa Casa Garrard, y financiada por una campaña de recaudación que encabezó lady Eva Greville. El éxito fue tal –juntaron cinco mil libras esterlinas de esa época– que sobró dinero, finalmente donado a las familias de los marineros fallecidos en una batalla ocurrida cerca de Trípoli, Libia.
Ensamblada en tres partes, se puede usar como corona, tiara o collar. En 1914, la reina Mary reemplazó con trece diamantes las perlas de su versión original, que se completa con otros diamantes, oro y plata en forma de flores de lis.
Cuando Isabel se casó con el príncipe Felipe en 1947, pasó a ser parte de su alhajero, y la usó por primera vez en el funeral de su padre, el rey Jorge VI. Para más datos: es la tiara que usa en el retrato que aparece en las libras esterlinas.
Máxima no se quedó atrás. Usó una joya magnífica que hacía honor a los anfitriones: la Tiara de los Estuardos. Precisamente, es el diamante que lleva ese nombre –que con casi 40 kilates está en el top ten mundial– lo que distingue a esta obra maestra de joyería. Los primeros propietarios de la piedra preciosa fueron la reina Mary II de Inglaterra y el rey Guillermo III, que la compraron luego de su boda.
Pero devino en tiara después de ser broche y collar recién en 1897, cuando la reina Guillermina de Holanda la recibió como obsequio de su madre, la reina Emma. La siguiente monarca, Juliana, la usó en numerosas ocasiones, no así Beatriz, la madre del actual rey de la Casa de Orange. Fue Máxima quien volvió a lucir la espectacular diadema en su versión más pomposa: con el diamante Estuardo coronándola.
Un auténtico duelo de joyería, en el que nadie podría aventurar quién ganó.
Por Hugo Martin
Fotos: AFP
SEGUÍ LEYENDO: