"No he visitado la Argentina… –afirma Daniel Radcliffe (29), intentando dejar atrás el teatro Studio 54, por la calle 53 de la Gran Manzana–. Aunque prometí ir… Ojalá algún día pueda hacerlo".
–¿Para conocer nuestro país, vacacionar..?
–Ambas cosas, si bien lo ideal sería rodar o encarar algún trabajo interesante en tu país: Me emociona formar parte de una atmósfera creativa.
En la vereda de Studio 54, la otrora famosa discoteca de 254 West 54th Street ahora convertida en prestigiosa sala. Allí presenta, por cuatro meses y junto a Bobby Cannavale y Cherry Jones, The Lifespan of a Fact.
Un médico recién licenciado radicado en Moscú. Un abogado de principios del siglo XX. Un acusado de violación y muerte con habilidades paranormales. Un estudiante universitario bohemio e incorrecto. Un joven enamorado de su mejor amiga. Un genio detrás de una lucrativa franquicia de videojuegos. Un legendario y jorobado personaje de terror. Un agente del FBI infiltrado entre neonazis. Un hábil villano tecnológico. Un conspicuo seguidor de Hamlet. Un cadáver. Un aventurero en la Latinoamérica exótica. Un piloto que trafica drogas. Un hombre ordinario obligado a rescatar a su novia secuestrada. ¡Un chico que habla con Bart Simpson!…
Daniel Jacob Radcliffe viene tomándose muy en serio su futuro post Harry Potter. No sólo ha indagado, investigado, proyectado y encarado papeles radicalmente alejados de las características del célebre aprendiz de mago, sino que se ha esforzado en intentar "lograr que, cuando actúo, la gente no piense en él. Ese es mi gran desafío". Y de a poco parece haber ido consiguiéndolo.
Para el caso, a los no menos de veintidós variados roles que afrontó y viene afrontando desde el último envío cinematográfico de Potter se suma otro que hoy llena a Daniel de satisfacción: El de Jim Fingal, un graduado de Harvard contratado por la revista The Believer para verificar los datos de un ensayo encargado a John D'Agata, en 2003, sobre un suicidio de adolescentes en Las Vegas.
"Se trata de una puesta apasionante", sintetiza Radcliffe, quien cada noche llena las 1.006 butacas del Studio 54 presentando The Lifespan of a Fact, con críticas rutilantes hacia (dixit) "el trabajo desafiante, ambicioso y arriesgado de este inglés nacido el 23 de julio de 1989 en Fulham, al sudoeste de Londres", consignaba una.
–¿Entonces decidió apagar la varita para siempre? –le consultamos, intentando aplacar el apuro de su guardaespaldas por iniciar la partida del teatro–. Pese a tantas tentaciones (la obra HP y el legado maldito, la saga de Animales fantásticos), ¿no será Harry Potter nunca más?
–Mira a Harrison Ford: No iba a reincidir con Han Solo, en Star Wars, y terminó aceptando. Yo… Yo…
–¿Usted, usted…?
–(Sube su pie derecho a la combi que lo aguarda, gira hacia el periodista y redondea). Yo nunca digo nunca (risas).
Por Leonardo Ibáñez.
Fotos: Diego Soldini, L.R.I. Instagram de D.R. y Archivo Editorial Atlántida.
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